Nadie es perfecto y sin embargo te sigues castigando, continúas de masoquista, infligiendo a tu corazón más heridas de lo que el pobre sea capaz de soportar. Ahora no logras dormir tranquila porque insistes de pintar de negro todo cuanto presenta el porvenir. Ya nada es ni será como imaginaste e inventaste que sería… como si la vida fuese un lienzo que dibujas y pintas a tu antojo, que la vereda es verde porque así fue predispuesto, que debes pintar tú casa de un color neutral porque así lo determina los que saben, la autoridad, la gente. ¿Por qué no puedes pintar de morado el horizonte? ¿Y quién te impide cambiar de parecer, destruirlo todo y comenzar de nuevo, sin reglas, sin prejuicios, sin mucho razonamiento? ¿Por qué no dejarte llevar y aceptar que hay cosas que escaparan tus manos? No puedes detener la lluvia y, si no estas lista para ella, déjate mojar, deja que te bese, que te despeine y te corra el maquillaje; siéntate libre, no pienses en la ropa que se ciñe a tu cuerpo, que no te de vergüenza. Vive. Vive y despréndete de ese sentimiento de culpa, del resentimiento hacia ti misma al reconocer tu debilidad e imperfección. Despréndete de todo y se feliz.