jueves, 25 de enero de 2007

Momentos

Si me preguntas qué ha sido de mi vida estos últimos meses, sonreiré y te diré que últimamente mi vida está hecha de momentos. Uno tras otro se han ido acumulando, creando una dulce rutina ante la cual me he rendido y aceptado porque, hasta ahora, es la única que me ha hecho verdaderamente feliz. Si me pides describir uno de esos momentos te sorprenderás de su simpleza e insignificancia, de lo común y trivial que se han convertido mis días.

Cierro los ojos y todavía puedo sentir su calor. El juego de fútbol en la tele y él acostado sobre el mueble. Hacía frío y me sentía cansada. Queriendo estar cerca busqué cobijo entre sus brazos y poco a poco fui quedando dormida. No sé si dormí por media hora, quizás algo más, pero lo que si sé es que al despertar y ver sus ojos quise llorar; no por miedo o por tristeza, sino por la sencilla razón de tenerlo a mi lado, de sentir su cuerpo cerca del mío y sentir su corazón, por la certeza de lo que siente, por lo que percibo en su mirada.

Son esos breves instantes, como el llegar a casa y ser recibida por sus brazos y sonrisa; el sentarnos a cenar cada noche mientras hablamos de trivialidades; compartir un café en las mañanas; o, el llamarnos por teléfono para escuchar un simple “hola”. Son esos momentos y pequeños detalles (como el comprar helado de piña que tanto me gusta cuando sé que prefiere tal vez chocolate o fresa) los que hoy día mantienen una sonrisa en mis labios, los que me regalan la paz y tranquilidad que necesito. Y sí, a veces me preocupo porque siento que los días van corriendo y detrás van quedando las mil y una cosas que he tenido pendiente o he querido hacer; a veces siento miedo porque siento que estoy perdiendo una parte de mi, dejando a un lado todo lo que hace meses me importaba. Pero, cuando al final del día siento su abrazo me siento tranquila, todo puede esperar ya que lo que importa es el ahora, este momento en que, mientras escribo, no logro dejar de sonreír porque él está a diez pasos de mi y de vez en cuando lo miro y le hablo en silencio. Mañana mi día no será muy distinto al de hoy y no me importa; no me importa esta dulce rutina de la cual él forma parte ya que espero con ansiedad cada momento, cada instante en que construyo un nuevo recuerdo y alimento mi vida de nuevas alegrías.

domingo, 21 de enero de 2007

Ya es hora

Siempre existe el temor a cometer un error y, al no tener la certeza de lo que el día de mañana proveerá, uno se siente atado al presente, a lo seguro y cierto, a lo nos brinda estabilidad. La felicidad queda a un lado: siempre habrá tiempo para ella, otros días para ir en su búsqueda. Mientras tanto hay cuentas por pagar, cientos de responsabilidades y obligaciones por cumplir. Sin embargo llega un momento en que debes tomar tus cosas e irte. A veces se necesita respirar aire fresco, cambiar de ambiente para retomar las fuerzas y recomenzar.

Sucede que me ha llegado la hora de cambiar de trabajo. Llevo un año pensando en esto pero nunca me había sentido tan segura como ahora. Se ha vuelto amargo el despertar cada mañana, el saber que tengo un horario que cumplir, un horario que a veces se hace insoportablemente largo. Y no es que no me guste trabajar, todo lo contrario; pero cuando un trabajo no te ofrece nada nuevo, nada que puedas aprovechar para tu crecimiento personal y profesional, cuando tu esfuerzo no es apreciado y sientes que estás perdiendo el tiempo haciendo lo mismo año tras año, entonces es hora de partir. Si no hay motivación para seguir, es hora de partir. Si no te ofrecen motivos para sonreír, para dar lo mejor de ti, es hora de partir.

Y en esto he pasado mis días: buscando la manera de escapar; y aunque me encuentre llena de miedos e incertidumbre, estoy convencida de que es lo correcto. Mi corazón me dice que ya es hora.

miércoles, 10 de enero de 2007

¿Y si quiero escribir?

¿Por qué todo debe girar hacia lo económico? ¿Por qué al decidirse por una carrera se debe pensar en aquella que nos proporcione mayor beneficio económico?

Ayer me emocioné al encontrar en la página del departamento de español y portugués de NYU (New York University) una nueva maestría en creación literaria EN ESPAÑOL (Masters in Creative Writing in Spanish). Las maestrías en creación literaria existen en gran parte de las universidades de Estados Unidos y aunque la idea de aplicar para a este tipo de programa me ha pasado por la mente, siempre he sentido que mi inglés no es lo suficientemente bueno como para dedicarme a escribir en dicho idioma; además de que para aplicar se debe tener varias páginas de narrativa o poesía y yo apenas tengo tres o cuatro en inglés. Sin embargo, el caso es muy distinto si hablamos de un programa en español, el cual nunca pensé que existiría en este país. Lamentablemente el plazo para la entrega de aplicaciones es el 15 de marzo y dudo que tenga tiempo para prepararme. Como decía, me emocioné y de repente la tristeza y ansiedad con que había comenzado el año cambió por un deseo de estudiar y seguir adelante. Pero, como siempre, alguien me agarra por los pies y me obliga a bajar de las nubes. “¿Y que vas a hacer con ese título? Sí, te ayudará a mejorar tu pluma pero, ¿de qué te servirá cuando estés buscando empleo? Debes pensar en tu futuro, en qué piensas trabajar, en algo que con lo que puedas subsistir. El oficio de escritor es algo que puedes hacer en tu tiempo libre, como un pasatiempo…”

Me sentí como de dieciséis, cuando salí del colegio y cargaba sobre mis hombros la terrible decisión de qué hacer con mi futuro. He dicho antes como llegué a estudiar derecho (profesión a la cual renuncié un año después de completarla) y en verdad no quiero cometer el mismo error. Sé que debo ser realista y emplear mi tiempo y dinero en algo que sea ‘productivo’ pero al mismo tiempo quiero hacer lo que me gusta y me hace feliz. Quizás esto sea otro de mis locos impulsos que me llevan a lanzarme por el camino equivocado; quizás deba tomar tiempo para pensar qué es lo que en verdad me conviene. No sé, tal vez deba estudiar algo más generalizado, que me ofrezca mas opciones para el futuro y escribir y estudiar la literatura cuando me sobre tiempo. De todos modos mi español ha sufrido mucho durante los cinco años que llevo en Nueva York; a veces pienso que debo estudiar volver al colegio a estudiarlo.

Tomar decisiones… una de mis más grandes debilidades.

viernes, 5 de enero de 2007

Mal comienzo

Podrías comenzar el año con alegría, con nuevos proyectos, metas o sueños, sin embargo, has comenzado el año en silencio, ahuyentando toda esperanza y sumergiéndote en oscuras aguas, buscando refugio en la callada tempestad de tu alma. No quieres pensar en el mañana porque te aterra. Le temes a la incertidumbre, al hoy que se te va de las manos, al tiempo que corre sin esperar por ti.

Te detienes y cierras los ojos mientras el mundo desaparece por un instante. Quisieras quedarte allí, en plena oscuridad donde el tiempo se detiene…

Sientes tu cuerpo recobrar la calma y respiras profundamente. Sólo entones te crees feliz.

miércoles, 3 de enero de 2007

Celebrando el año nuevo

(Con mis primas)

Ayer regresé de Orlando, Florida, donde celebré la llegada del año nuevo junto a mis primos. No tuve acceso al Internet por una semana y tampoco estaba al tanto de las noticias o de Nueva York. Me pasé los días con mi familia, entre conversaciones, comida y risas. Aprendí mucho sobre mis primos en este viaje. Aunque en el pasado he compartido mucho con ellos, nunca había tenido, al menos con algunos, conversaciones tan íntimas. A través de sus cuentos e historias personales me sentí más cerca de ellos, cómplices de sus secretos y anhelos. Hablamos sobre el amor, el matrimonio, la complejidad y satisfacciones de la vida. Me dejaron con mucho en qué pensar y por lo cual estar agradecida.

Mis primos también me dejaron con ganas de mudarme a Florida. Hace dos años, cuando los visité por primera vez, Orlando me parecía un lugar para ancianos y gente aburrida. Entonces no me veía a mi misma viviendo allí, donde para todo hay que ir en auto. Me gusta demasiado el caminar y sentir a la gente, ser parte de la rapidez y frialdad de la cuidad de Nueva York. Sin embargo, esta vez regresé con una perspectiva distinta de Florida; no me molestó su tranquilidad y calor, el viajar tanto en auto para visitar familiares o ir al supermercado, el caminar pausado y la paciencia de su gente. Quizás sea hora de dejar a esta cuidad que tanto amo y con la cual me identifico. No sé, tal vez todo se resuelva con un trabajo nuevo (primera meta para el 2007), un cambio menos radical. Veremos que sucede en los próximos meses o años. La vida de Nueva York, aún con todas sus cosas buenas, se hace más difícil cada día y me siento cansada de sus inviernos, sus trenes, sus espacios pequeños y la brevedad de sus días.

Entre otras cosas, la celebración del año nuevo estuvo muy divertida. Se disfrutó de la música y de un puerco asado que, después de mucho afanar, quedó riquísimo. Tuve una visita inesperada durante la fiesta, la cual me alegró muchísimo ya que lo extrañaba demasiado. Me he acostumbrado tanto a su presencia que al cabo de dos días se humedecían mis ojos con sólo pensar en él (¡qué dramática soy!).

En fin, tuve unos días de descanso luego de un ajetreado y largo 2006. Espero que todos hayan disfrutado de los días festivos y que el nuevo año sea de muchas bendiciones y paz.