domingo, 18 de marzo de 2007

Casi las once de la noche y...

Casi las once de la noche y estoy traduciendo un documento que luego debo compartir con una compañera de clase. Nunca me han gustado los trabajos en grupo; demasiada presión el saber que alguien espera por mí. Me gusta hacer las cosas a mi manera y a mi tiempo. Claro, el hecho de que no sé administrar mi tiempo no me ayuda para nada. Los días se me van y al final no se qué he hecho con ellos. Hoy, por ejemplo, tenía una lista de cosas por hacer y vaya a ver si he hecho alguna de ellas. Fui al supermercado, recogí la ropa que iba lavar (aunque nunca fui) y… no puedo creer que en eso se me haya ido el día. Lo único que he hecho es comer. No sé si serán las hormonas que están revueltas o qué pero, luego de dos semanas de llevar mi dieta, hoy estoy que sólo quiero comer; llevo una rosquilla, un chocolate, un yogurt y un vaso de jugo ( y eso porque me contuve y no toqué las galletas y queso).

En fin, lo único bueno del lunes es que estoy lejos del refrigerador y el trabajo me mantendrá demasiado ocupada como para pensar en comida. Aparte de eso, el día de mañana no guarda nada interesante. Bueno, salvo el hecho de que mi hermanito viene a pasarse unas semanas en NY. ¡Qué felicidad! Veré a mi negrito lindo después de tanto tiempo. A ver si puedo sacar tiempo para compartir con él ya que el día de mañana, aún sin comenzar, ya me tiene estresada por la cantidad de cosas que me esperan.

Al menos esta semana no estaré tan ocupada como la pasada donde entre las clases, un taller de cuentos, una feria de libros, la entrega de una solicitud, una boda y una gripe repentina que tardó un día, apenas pude mantenerme de pie y sacar tiempo para mí. Fue una semana muy interesante y ojala más adelante pueda comentar sobre ella. Ahora, a terminar aquella traducción para ir a dormir. A ver si lo logro sin entrar a la cocina…

viernes, 2 de marzo de 2007

¿A dónde fue a parar?

¿A dónde fue a parar aquella que le escribía a la lluvia, la que hablaba con las olas y se sentía una con ellas? ¿Qué de las flores, los ocasos, lo sublime y níveo de sus palabras, la tristeza fundida en sueños utópicos, el eterno verano en sus versos? ¿Qué pasó con el amor que le hacía flotar entre nubes?

¿En que momento decidió pisar la tierra y verter sus emociones sobre el concreto? ¿En que momento decidió asumir su realidad y hacerse amiga de la rutina, lo trivial y lo mundano? ¿Será que ella, sin darme cuenta, ha cambiado los cuentos de hadas por tragicomedias? ¿O será que yo quise asumir su papel de princesa y apenas ahora, ya muy tarde, despierto?

Judith

Hace unas semanas compré el último CD de Silvio, “Érase que se era”, el cual es una recopilación de canciones escritas entre 1968 y 1970. Algunas canciones, como “El Papalote”, ya las conocía; aunque esta vez están algo retocadas y suenan distintas pero igual de hermosas. Otras son canciones inéditas, canciones o poemas viejos que hasta hace poco no habían sido musicalizados. Para ser sincera, el tiempo no me ha permitido escuchar cada canción detenidamente pero anoche una canción llamó mi atención ya que con ella no sólo me sentí identificada sino que también me hizo recordar una querida amiga, que igual a la Judith de la canción, es soñadora y artista. Digo que me veo reflejada en la canción porque me hizo pensar en esa Joanne que en muchas ocasiones se perdía mirando el cielo estrellado del Caribe, soñando en un futuro distinto a este presente, un futuro lleno de esperanzas e ilusiones, un futuro de estrellas, luna y atardeceres. “Cuida bien tus estrellas, mujer”, dice Silvio. En eso dejó pensando, en que debo conservar mis estrellas, cuidarlas y no perder de vista mis sueños e ilusiones porque aunque el tiempo siga su curso y tenga que ajustarme a él no por eso puedo perder la ilusión; no por eso puedo dejar de sacar tiempo para contemplar el cielo, las bellezas que me rodean y que hacían feliz a la Joanne de ayer.

Judit Fernández, un abrazo para ti estés donde estés. Sigue llenado de colores tu vida y universo.

Aquí la hermosa canción, o mejor dicho, poema de Silvio Rodríguez:

Judith

No puedo dejarte de ver
arañando el silencio con tus ojos
tratando de decir algo que las palabras
nunca hubieran dicho mejor.
Aquella mirada
era el resumen de la noche posado en tus ojos
con su lluvia, su viento y tu miedo al mar
y aquel sueño que te conté.

No puedo dejarte de ver
describiendo una estrella descubierta por mí
en tu erótica constelación
que no cabe en los mapas del cielo.
Tu mano dibujando en el aire
era capaz de ponerle colores
al espacio vacío que se llenaba
con la luz de la estrella brillante.

Cuida bien tus estrellas, mujer
cuida bien tus estrellas.

No puedo dejar de decir
que hay idiomas perfectos por descubrir
y que son olvidados frecuentemente
en el tedio del tiempo
y hay que buscarlos,
porque los barcos y las piedras
tienen abecedarios mejores
para demostrar que son bellos sencillamente
sin palabras o esquemas.

No puedo dejar de decir
que esta triste canción a tu lado oscurece
que quizás este sea el último misterio
que mirarán tus ojos nacer de mis manos,
pues es tarde quizás para mí
y Caín me ha marcado sobre la frente
pero quiero alertarte de un gran peligro
y quisiera encenderte esta frase en la mente.

Cuida bien tus estrellas, mujer,
cuida bien tus estrellas
y que nunca las pierdas.

Más información sobre el CD en Wikipedia o la página oficial de Silvio.