No sé si será la distancia, el idioma, el estar rodeada de cosas y gente que nada tiene que ver con una época en que llevaba la sensibilidad a flor de piel, tiempo en que la poesía estaba en todas partes, cuando la sentía y respiraba como al aire, como siento hoy este frío que no me permite pensar/recordar el mar y la arena. No sé si es porque hoy, escuchando canciones que conozco y otras tal vez nuevas para mí pero sin parecer nada extrañas, de repente siento ansias de llorar, de escribir, de regresar a ese pasado donde sólo el instante mismo importaba, instante en que podía escuchar una guitarra por horas sin temor a ser interrumpida, cerrar las puertas y dejarme llevar por los caminos del corazón. Tal vez sea la edad, la imposibilidad de escapar, la ansiedad de tantas cosas por hacer, no lo sé, sólo sé que hoy, escuchando a Serrat, Rodríguez, Sosa, Guerra y Milanés he vuelto a recordar quien fui, a quien he dejado a un lado para ir en búsqueda de algo nuevo, para alimentar los sentidos con cosas de un mundo ajeno y mío a la vez, un lugar agridulce en el cual voy evolucionando de prisa, con miedo a perderme pero igual continuo corriendo por temor de quedar atrás. Tal vez he olvidado en que consiste la belleza, quizás el influjo de esta cuidad que nunca cesa de lastimar me ha hecho perder la sensibilidad, me ha creado una coraza, me ha sobrecargado de información hasta el punto de carecer de filtro y ser incapaz de detenerme y pensar o percibir la esencia de las cosas, aquello que me hace realmente feliz…
¿Hacia dónde voy? No lo sé. Como siempre, me he dejado llevar hasta perder por completo el motivo y sentido de tanto desborde.
¿Hacia dónde voy? No lo sé. Como siempre, me he dejado llevar hasta perder por completo el motivo y sentido de tanto desborde.
En esta ciudad todos nos sentimos solos, sobre todo los que venimos de lejos de nuestras querencias que recordamos y necesitamos tanto. Y a veces una canción, una palabra o una simple circunstancia nos hacen recordar de dónde venimos y quiénes somos como diría el bueno Jorge Manrique en sus Coplas, un beso grande te sigo leyendo...
ResponderEliminarA veces, uno mismo es quien forja su nueva ciudad.
ResponderEliminarLos recuerdos hacen que el presente tengan ese valor agregado, único.
Ese es el chiste de estar lejos de casa.
Hola Mixha querida,
ResponderEliminarEspero te encuentres bien, te extrañamos ayer junto a Mariela.
Nueva York es sin duda cuidad de la soledad...
Abrazos,
Joanne
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Hola Iniciatus,
No lo había pensado de ese modo, el presente como constante reflejo del pasado. Creo que nosotros que hemos venido de otras cuidades y pueblos tenemos una percepción especial de NY, la vemos distinto a quienes sólo conocen a NY como hogar.
Bienvenido al blog.
Saludos,
Joanne
Querida Joanne:
ResponderEliminarNo creo que hayas perdido la sensibilidad y este texto es la mayor evidencia de que no es así.
Entiendo que a vecs nos ponemos una coraza para protegernos, en especial cuando las cosas o las personas nos lastiman, pero no dejes que la coraza sea demasiado dura e impenetrable porque luego te quedas aislada.
Por otro lado, de vez en cuando uno necesita desbordarse para no ahogarse con todo lo que lleva dentro.
Abrazos,
Ro
Querida Ro,
ResponderEliminarQué bueno verte por acá.
Tal vez tengas razón, quizás no he perdido la sensibilidad, por lo menos no del todo. Sin embargo a veces uno va tan de prisa por la vida que el tiempo y las obligaciones no le permiten a uno tomar tiempo para pensar en los detalles y los porqués. Eso me preocupa sobremanera ya que temo dejarme llevar tanto por el día a día hasta olvidar fijarme en "aquellas pequeñas cosas", como dice Serrat.
Un besote amiga.