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miércoles, 15 de enero de 2014

Nuevo año

Llego el 2014 de prisa, no se hizo esperar. Hubiera querido detenerlo un poco para así por lo menos pensar en el año que partía y organizar mis ideas, hacerle una fiesta, esperarlo con los brazos abiertos y todo un itinerario de lo que haríamos a partir de su llegada. Sin embargo no fue así. Llegó y me encontró con la casa patas arriba, en pijamas y preparando una fiesta de cumpleaños con dos semanas de retraso. Espero que no se moleste por mi falta de atención hacia él. Estoy tratando de recuperar las dos semanas perdidas y ponerlo al día, contarle, o mas bien proponerle, mis nuevas resoluciones y comenzar con buen pie lo que espero sea amistad positiva, de muchos logros, nuevos comienzos y proyectos en familia. 

Ya veremos como va el nuevo año.

miércoles, 16 de octubre de 2013

Apego repentino


Apenas las once de la mañana y ya me siento abatida. Hoy tocaba a las niñas ir al day care y Stella por segunda vez se negó a ir. La semana pasada tuve que regresar con ella a casa por que insistía en que ya no le gustaba ir, que quería quedarse conmigo (Lucía felizmente se quedó). Desde hace unas cuantas semanas voy notando que ambas niñas se han ido apegando demasiado a mí, al punto de no querer ser atendidas ni por su padre. No le estaba dando mucha mente al asunto hasta hace unos días. Ahora comienzo a dudar qué tanto le beneficia el estar conmigo en casa. O mejor dicho, sé de los beneficios pero, ¿cómo hago para no sentir que las sobre protejo, para que ellas no se acostumbren a depender totalmente de mi, para alivianar sus miedos en vez de aumentarlos? Soy su mamá y sé que lo natural es que los niños confíen en que sus padres los pueden proteger así como responder a sus inquietudes pero tarde o temprano tienen que ir a la escuela, separarse de los brazos de su madre para socializar con otros niños, aprender de todo cuanto le ofrece el mundo y su alrededor.

Lucia aún esta pequeña y su apegamiento es más que comprensible, lo acepto y apoyo. Stella tiene tres y medio y su repentina dependencia no es normal en ella. Ella de por sí es algo introvertida (heredó mi personalidad), pero siempre ha sido independiente y sociable. Quiero que ella se sienta cómoda donde quiera que vaya, que no necesite esconderse detrás de mi para hacer sus cosas. No sé si me explico. Claro que estaré a su lado siempre, pero no quiero que sea la niña extremadamente tímida que fui, siempre en las afueras, esperando a que alguien se acerque, solitaria e insegura de mí misma y con miedo a tomar cualquier paso o decisión. Aun hoy, a mis treinta y cinco años, hay rasgos de esa niña y, sé que esa inseguridad y miedo es lo que en parte me ha cohibido de lograr algunas metas o de por lo menos intentar alcanzarlas. No quiero eso para mis hijas. Deseo que luchen por lograr sus sueños, que nada se interponga ante ellos, ni si quiera yo, su madre. Aun así, siempre estaré a su lado protegiéndolas como pueda, aconsejándolas para que tomen el camino que me parezca más seguro y apropiado para ellas, ofreciéndole mi amor infinito.

Espero encontrarte de mejor ánimos esta tarde, mi niña.

martes, 27 de agosto de 2013

Palabras encontradas

No no lo niego: escribir, o mas bien expresarme, ya no me resulta fácil. Sea por falta de tiempo, motivación, ganas o cualquiera de tantas otras excusas... simplemente no lo logro. Por ello busqué el flash drive que por años viajó en mi cartera. Abrí el archivo "textos por terminar", donde según conté hay 43 documentos escritos entre el 2005 al 2008; todos a medias, esperando... Supongo que en su momento tuve la intención de volver a ellos pero como ven, ese no fue el caso. Encontré uno que me llamó la atención y no recordaba: unas lineas sobre la película "An affair to remember" y mi reacción al verla por primera vez. Aunque quisiera, me es imposible retroceder la memoria y terminarlo. 

Encontré otro texto incompleto que, al leerlo, sentí como si fuese recién escrito. No refleja mi presente pero me pareció interesante la similitud de pensamiento entre aquel entonces y los días actuales cuando mi cabeza y la rutina del día a día juegan a enloquecerme. Aquí van unas lineas escritas en Octubre del 2007 que nunca llegué a terminar:

"Definitivamente resultará difícil acostumbrarse a las voces que interrumpen mis mañanas, a los deberes que acompañan mis días, o más bien, los días ya que han dejado de ser míos. 

Hoy quiero escapar, dejarlo todo por unas horas aunque al final termine extrañando sus abrazos. Y es que no me acostumbro a la constante presencia y de vez en cuando necesito sentirme a solas, despertar en silencio y sentirme YO. Anhelo regresar a las largas caminatas por la cuidad, sola, sin tiempo y sin pendientes, salvo aquello que me llena, aquello […]  

¿Que pasó con los atardeceres, con las películas que provocaban un pensamiento, miradas ajenas que inspiraban, la soledad que terminaba en poesía, las manos que antes servían para algo? ¿Dónde está Joanne? El tiempo pasa y el olvido se va llevando lo mejor de mí para dejarme con algo menos complejo, un alguien cuya simpleza me da miedo. No quiero aceptar el silencio por falta de qué decir,  por que los días acaban terminando en una mediocridad común y corriente.  
Con los oídos taponados escuchando a Billy Joel para poder desconectarme de todo cuanto me rodea".

martes, 5 de octubre de 2010

El oficio que fue

Leyendo este poema de Goytisolo pienso en aquellos que no he escrito, en el tiempo que he guardado silencio, incapaz de plasmar todo cuanto he sentido y pensado en año y medio. Extraño las palabras; temo haberle cortado para siempre las alas.


El oficio del poeta

Contemplar las palabras
sobre el papel escritas,
medirlas, sopesar
su cuerpo en el conjunto
del poema, y después,
igual que un artesano,
separarse a mirar
cómo la luz emerge
de la sutil textura.

Así es el viejo oficio
del poeta, que comienza
en la idea, en el soplo
sobre el polvo infinito
de la memoria, sobre
la experiencia vivida,
la historia, los deseos,
las pasiones del hombre.

La materia del canto
nos lo ha ofrecido el pueblo
con su voz. Devolvamos
las palabras reunidas
a su auténtico dueño.

Jose Agustin Goytisolo

martes, 10 de agosto de 2010

Es hora

Es hora de dejar las excusas a un lado. No puedo seguir pretendiendo que es imposible lograr las cosas que quiero, así como tampoco puedo esperar a que todo se resuelva por sí mismo o conformarme con menos para así justificar mis lamentos y limitaciones. Debo intentarlo, hacer un esfuerzo por salir de este hueco. Es cierto que mi mundo ha cambiado y ya no tengo el tiempo a mi favor pero, no puedo seguir viviendo de este modo, ansiosa por no ser tan siquiera la sombra de la mujer que fui, por no seguir con mi vida, o mejor dicho, por sentir que no tengo ninguna aparte de aquella dedicada a mi hija. Y sé que esto lo he dicho antes pero, siento que debo repetirlo a mí misma hasta obtener la voluntad y fuerzas para lograr un cambio. No puedo dejarme caer porque nadie, nadie estará para levantarme.

jueves, 6 de mayo de 2010

Porque el tiempo pasa

Hoy he estado limpiando mi clóset, sacando todo lo que ahora mismo no me sirve y que sé tampoco me servirá, aun cuando rebaje las 20 libras que tengo de más. ¿Para qué engañarme? Mi cuerpo jamás será el mismo, aunque me inscriba en un gimnasio y empiece una dieta no es verdad que podré volver a usar alguna pieza talla extra small; ni siquiera antes del embarazo podía; me había quedado con esa ropa para impulsarme a bajar de peso y volver a ser como antes. Sin embargo ahora, después de unos añitos de más, un lento metabolismo y un embarazo, me he resignado a que nunca tendré el cuerpo de hace cinco o seis años. Y si, sé que todo esto suena superficial, sin significancia alguna pero en cierta forma todo esto representa otra parte de los cambios que me toca vivir, no sólo en lo físico sino también en lo emocional. Despejar el clóset es mi manera de aceptar estos cambios, de despedirme de una parte de mi pasado al cual me he aferrado, de dejar de sentirme atiborrada y comenzar esta etapa de mi vida con nuevos bríos. Y no es que pretenda dejar de ser quien soy (esto es otro tema al que no puedo entrar porque no terminaría nunca) sino aceptar que el tiempo pasa y algunas cosas no pueden prolongarse por siempre; que tarde o temprano hay que dejar de correr, detenerse, tomar un poco de aire y mermar el paso. Quién sabe, tal vez así se aprecie mejor el camino.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Escribir

El escribir me causa náusea, ansias de expulsar mis demonios, de arrancarme el cabello, fustigarme las manos, incapacitarlas.

jueves, 5 de noviembre de 2009

Lo elegido

Hasta ahora ella no era más que un pariente político, alguien que formaba parte de mi vida, no por quererlo sino porque era necesario, no porque la había elegido sino porque era parte del hombre con el cual había decidido compartir mi vida; por ello merecía mi respeto y cariño. Comencé a verla con otros ojos cuando la escuché admitir el error más grande de su vida. Inmediatamente pude sacarla del aislamiento en que la había sometido para lidiar con ella lo menos posible y la sentí más humana, más real y más mujer incluso; es como si ciertas relaciones impuestas no nos permitieran ver más allá de lo que uno quiere, siempre por el afán de protegerse uno mismo, por ser quizás un poco egocéntricos pero, cuando uno logra romper esa barrera puede ver de cerca al individuo, reflejarse uno mismo en él, cuestionar e imaginarse cómo ha vivido y qué tanto se asemeja a uno; en especial cuando el otro ha vivido más que uno. No pude evitar preguntarme si yo seguía el mismo destino, si había cometido el mismo error. Ella también fue joven, también fue cegada por el amor, ilusionada con la idea de que más allá de su realidad había un mundo desconocido donde sin duda podría ser feliz. Después de años tratándola me pregunté cuántas noches se habría dormido llorando, extrañando su gente y su tierra, preguntándose si al final había valido la pena atravesar el océano por un hombre al que apenas conocía. Pero supongo que ella reconocerá que es tarde ya para lamentarse, que no puede volver hacia atrás y deshacer lo hecho, supongo además que, debido a la clase de madre que es, al final reducirá todo a sus hijos y por ellos volvería a recorrer el mismo camino aunque éste no sea el deseado para sí.

De haberla escuchado decir aquellas palabras unos años antes lo hubiese tomado tal vez con ligereza, al fin y al cabo no tendría los compromisos que tengo hoy día y contaría con la excusa de era joven, con toda la vida por delante para pensar bien el trayecto a seguir pero, ahora que llevo una niña en el vientre no puedo evadir el hecho de que ya elegí mi destino, de que pronto seré responsable de otro ser humano y, en caso de querer escapar de mi presente no podría hacerlo con tanta facilidad.

Por ahora la posibilidad de haber cometido el mismo error es sólo eso, una posibilidad porque al igual que ella, no lo sabré hasta mucho tiempo después; y ni siquiera sé si valdrá la pena pasar el tiempo pensando en ello. Es fácil imaginar que lo desconocido es o sería lo preferible pero lamentablemente no se puede adivinar lo que aguarda el futuro y en el momento de decidir rara vez se es capaz de hacerlo sin estar influenciado o persuadido por emociones propias y opiniones ajenas. Supongo que el errar es propio de la juventud y aunque no siempre se está atado a lo elegido, lo cierto es que tampoco se puede deshacer lo hecho. Sólo espero que al final de mi vida pueda mirar hacia atrás y sentirme satisfecha en gran medida con la maneara en que la he llevado, así como deseo suceda con ella.

domingo, 7 de junio de 2009

Pensando...

Quizás pienso y me auto critico demasiado, quizás los años me han hecho demasiado introspectiva (más de lo que ya era) o me han llenado de miedos. Pensé que me había liberado de esos miedos sin embargo, releyendo viejos posts me doy cuenta que antes, si bien escribía sobre cosas triviales, por lo menos me permitía la libertad de decir todo cuanto pasara por mi mente sin pensarlo dos veces. Ahora quiero expresarme pero es como si al hacerlo me sintiera semidesnuda, haciendo tal vez el ridículo, juzgando aquello que ni siquiera ha llegado a la página. Quizás no encuentro interés en la rutina, tal vez en verdad no tengo nada que decir. Sea lo que sea, debo sacudirme de este estado de mediocridad en que me encuentro. ¿Cómo pretender hacer algo de mi vida si no trabajo en el presente? ¿A quién trato de engañar?

miércoles, 17 de diciembre de 2008

Mi necesidad

Mi compañero de oficina no vendrá hoy, lo cual me hace feliz. Hoy día disfruto cada posible minuto de soledad, no sólo lo disfruto sino que lo ansío y en cada oportunidad lo vivo y siento como si fuese el último. Es una extraña sensación para mí que siempre he llevado la soledad a mi lado, en ella he tenido tanto felicidad como tristeza. En estos días me conformo con sentirla por un par de horas, es como una droga que necesito para sobrevivir. Su ausencia me provoca ansiedad, me pone de mal humor hasta el punto de no reconocerme a mi misma. He llegado a la conclusión que soy uno de esos seres que no nacieron para vivir acompañados; claro, no quiere esto decir que no necesite de gente, amigos o comunidad. Al contrario, necesito saber que existen, que al salir de mi guarida ellos esperan del otro lado de la luz pero igual puedo prescindir de ellos por momentos, apagarlo todo para poder escuchar el silencio, para oír las voces que en mí no cesan, para calmar este cuerpo que fácilmente es amenazado por el ruido y la muchedumbre. Sé que esto es completamente contradictorio en alguien que ama la cuidad y sus calles pero, la realidad es que si bien es cierto que la cuidad me llena, es el anonimato lo que más me gusta de ella, el caminar por horas y saber que nadie se ha fijado en mi, que no importa si hablo sola o si llevo las medias rotas, la cuidad sigue en constante movimiento dejándome como observadora o centinela atenta a cada paso, rostro o conversación. Aún allí, entre todo, encuentro la soledad. Últimamente me ha faltado tiempo y espacio para todo esto pero, como dije, hoy estoy sola y las interrupciones serán menos. El día está lluvioso, la neblina cubre edificios y el rocío el asfalto; es mi fortuna ser testigo de ello.

jueves, 23 de octubre de 2008

Desahogo

No sé si será la distancia, el idioma, el estar rodeada de cosas y gente que nada tiene que ver con una época en que llevaba la sensibilidad a flor de piel, tiempo en que la poesía estaba en todas partes, cuando la sentía y respiraba como al aire, como siento hoy este frío que no me permite pensar/recordar el mar y la arena. No sé si es porque hoy, escuchando canciones que conozco y otras tal vez nuevas para mí pero sin parecer nada extrañas, de repente siento ansias de llorar, de escribir, de regresar a ese pasado donde sólo el instante mismo importaba, instante en que podía escuchar una guitarra por horas sin temor a ser interrumpida, cerrar las puertas y dejarme llevar por los caminos del corazón. Tal vez sea la edad, la imposibilidad de escapar, la ansiedad de tantas cosas por hacer, no lo sé, sólo sé que hoy, escuchando a Serrat, Rodríguez, Sosa, Guerra y Milanés he vuelto a recordar quien fui, a quien he dejado a un lado para ir en búsqueda de algo nuevo, para alimentar los sentidos con cosas de un mundo ajeno y mío a la vez, un lugar agridulce en el cual voy evolucionando de prisa, con miedo a perderme pero igual continuo corriendo por temor de quedar atrás. Tal vez he olvidado en que consiste la belleza, quizás el influjo de esta cuidad que nunca cesa de lastimar me ha hecho perder la sensibilidad, me ha creado una coraza, me ha sobrecargado de información hasta el punto de carecer de filtro y ser incapaz de detenerme y pensar o percibir la esencia de las cosas, aquello que me hace realmente feliz…

¿Hacia dónde voy? No lo sé. Como siempre, me he dejado llevar hasta perder por completo el motivo y sentido de tanto desborde.

jueves, 7 de agosto de 2008

Desde mi lente

Soy un ser complicado, lo sé. Sin embargo no creo que sea tan difícil comprenderme; una vez dejen de considerarme una mujer normal y desistan en explicar mis cambios de humor podrán ver un poco más allá de esa mirada que tiende a tomar vuelo a deshoras, de la tristeza y silencio que a veces me envuelve por largas horas, días. No reduzcan mi silencio a una mera clasificación psiquiátrica de temperamento, las palabras no sirven de mucho cuando hay poco que decir, así como también resultan insuficientes cuando el pensamiento no se hace más que formular pregunta tras pregunta, haciendo un caos de la realidad, del hoy y el mañana. Mis emociones tienden a huir de un extremo a otro, sin poder dar yo misma con ellas cuando intento sujetarlas y convencerlas de que es necesario mantener la estabilidad para poder sobrevivir entre seres normales y simples que, según dicen, saben vivir la vida. Lamentablemente no todos nacimos para vivirla, al menos no del modo en que dictan los textos de autoayuda o las normas de Feng shui. A veces veo mejor cuando el lente está libre de filtros, ¿para qué ver el cielo más claro cuando sé que es un espejismo o cortina? La vida es lo que es, un pasaje entre un gran vacío. ¿Qué soy pesimista? Tal vez. Pero, ¿qué hacer si las pequeñas cosas que me llenan son las mismas que me aíslan de los demás? ¿Acaso debo llevar un antifaz para evitar ser interrogada y encasillada? ¿Cómo esconder mis complejidades si ellas han forjado la mujer que soy, las imperfecciones que me distinguen y el hueco que llevo en el pecho? ¿Cómo dejar de ser si lo que soy es todo cuanto conozco?


Callar, no decir más. Quizás sea más fácil para mí y los que amo.

lunes, 5 de mayo de 2008

Desaliento

Desaparecer, carecer de nombre y rostro; no ser una extraña porque entonces ocuparía un lugar, aun insignificante, pero existiría. Existir, he ahí el detalle. Si no soy, no pienso.

La existencia debería ser una opción, no una imposición. Recibir un sumario de lo que sería tu vida, el vivirla resultaría de un sí o un no; en caso segundo, permaneceríamos en el vacío, polvo entre polvo, aire, partícula de un todo que en realidad es nada. Tal vez no aprendería a sentir, llorar, reír, pero como no hace falta aquello que se desconoce o ignora, daría igual.

viernes, 1 de febrero de 2008

Cruz

Me he cansado de esta lucha, de este querer ser algo que desconozco, de este rechazo a mi misma, a lo que soy o pretendo ser. Cansada de la insuficiencia, de esta nube gris que llevo en el pecho, en la frente, entre los dedos. Cómo seguir con tantas interrogantes, con este cuestionarlo todo, hasta el respirar. Cómo seguir cuando pesa tanto la vida que el sujetarla se hace imposible y uno termina llevándola a empujones, casi por obligación, como una cruz, destino que es menester aceptar.

Me he cansado de esta búsqueda inútil, este empeño por hacer más de lo que pueden mis manos, mi cuerpo. Toda una vida corriendo hacia no sé donde, con la esperanza de que en algún momento habrá una luz, una señal que me indique la salida, el lugar al cual pertenezco. Sin embargo sigo en el mismo trayecto, aquel olvidado por el sol, sin indicios de un final, un porqué. Y en tanto, el cuerpo está exhausto y el corazón herido, sufrido como las rocas en el fondo del río, sin esperanza cierta de algún día ver la claridad, de saborear la libertad.

sábado, 4 de agosto de 2007

Imperfecta

Nadie es perfecto y sin embargo te sigues castigando, continúas de masoquista, infligiendo a tu corazón más heridas de lo que el pobre sea capaz de soportar. Ahora no logras dormir tranquila porque insistes de pintar de negro todo cuanto presenta el porvenir. Ya nada es ni será como imaginaste e inventaste que sería… como si la vida fuese un lienzo que dibujas y pintas a tu antojo, que la vereda es verde porque así fue predispuesto, que debes pintar tú casa de un color neutral porque así lo determina los que saben, la autoridad, la gente. ¿Por qué no puedes pintar de morado el horizonte? ¿Y quién te impide cambiar de parecer, destruirlo todo y comenzar de nuevo, sin reglas, sin prejuicios, sin mucho razonamiento? ¿Por qué no dejarte llevar y aceptar que hay cosas que escaparan tus manos? No puedes detener la lluvia y, si no estas lista para ella, déjate mojar, deja que te bese, que te despeine y te corra el maquillaje; siéntate libre, no pienses en la ropa que se ciñe a tu cuerpo, que no te de vergüenza. Vive. Vive y despréndete de ese sentimiento de culpa, del resentimiento hacia ti misma al reconocer tu debilidad e imperfección. Despréndete de todo y se feliz.

jueves, 12 de julio de 2007

Días dispares

Hay días – III

Hay días en que nada duele, en que sonríes sin motivo alguno, en que te da por cantar, por escuchar canciones de rock y tocar tu guitarra imaginaria; días en que quieres aceptar la invitación de la lluvia, bailar en ella y sentirte renacer con cada minuto que pasa, vivir cada segundo como si acabases de despertar de un largo sueño en el cual perdiste la memoria y sólo sabes del hoy, del ahora.

12 de julio de 2006


Hay días – IV

Hay días en que no quieres ser y sin embargo te sientes atada a una rutina que poco a poco te asfixia, a la vida que llevas a cuestas como una imposición. Días en que no quieres ser esa mujer cobarde, desganada, con temor a arriesgarse, a enfrentar los pensamiento amargos y vencerlos, a luchar contra los relojes que te persiguen y hostigan. Pero te rindes ante la luz que se escurre por tu ventana para avisarte del nuevo día que a fin de cuentas terminará siendo igual que el de ayer y el de mañana; entonces seguirás tu camino, a la misma hora y con el mismo lamento.

12 de julio de 2007

miércoles, 4 de julio de 2007

¿Autor o Anonimato?

¿Será que tengo publicar un libro para que mi voz sea escuchada? ¿Para que me pongan el título de escritora, lo merezca o no? Anoche recibí un mensaje donde invitan a escritores a someter poemas a fin de ser incluidos en una antología, en caso de ser seleccionados. Muy bien. Me pareció buena la idea de dar a conocer y publicar el trabajo de mis compueblanos. Pero al llegar a la oración que dice: “No se tomarán en cuenta los trabajos de aquellas autoras y autores que no hayan publicado un primer libro”, inmediatamente cerré el correo y como ven, es el día siguiente y todavía tengo estas líneas en la cabeza. Obviamente, me afectó.

Sé que no soy nadie para opinar por que, claro, no he publicado un libro y por lo tanto no se me puede considerar autora, pero no por eso dejo de tener voz ni de crear, del mismo modo en que hacen “ellos”. Tal vez mis trabajos no tengan la calidad que “ellos” requieran pero al mismo tiempo, ¿quiénes son para juzgarme? ¿Acaso el publicar un libro te hace mejor escritor(a)?

Esta pregunta me la hice a mi misma hace meses cuando participé en una feria que se hizo aquí, en NY. Digo participé por que ayudé en lo que pude con su organización y también asistí a varias de sus actividades. En ese momento, por primera vez, descubrí mi posición ante aquellos que han publicado un libro, sea bueno o no, sea publicado por ellos mismos o una tercera persona o entidad. Me alegró sobremanera saber que en esta cuidad hay muchas mujeres dominicanas que escriben y se esfuerzan por hacer buen trabajo y eso me llena de orgullo. Sin embargo, me di cuenta de que hay personas en este medio que te juzgan por la cantidad de libros publicados, no por la calidad de tu trabajo o esfuerzo; personas que antes de leer tus textos preguntan si has publicado. En caso de una negativa, inmediatamente te descalifican y pasan al próximo, sin ni siquiera darte la oportunidad de exponer o defender tu trabajo.

Sé que aún no me merezco el calificativo de escritora y por esa misma razón es que no he decidido publicar nada (ya que de querer hacerlo podría, sólo es cuestión de buscar el dinero), y es que siento que el momento en que decida publicar algo por mi misma deberá ser algo de calidad, algo de lo cual yo me sienta orgullosa y con lo cual me sienta satisfecha. Amén si alguien está orgulloso de su trabajo y decide que quiere publicarlo. Apoyo a quienes lo hagan y los felicito ya que hay que estar muy seguro de si mismos y de su trabajo para hacerlo, además de no que no es tarea fácil producir una obra. Lo que me molesta es que se menosprecie a quienes, ya sea por falta de recursos u oportunidad, no hayan podido publicar una obra. Sé de muchos jóvenes con gran talento y cuyos trabajos aún son inéditos. Pero no por esto debemos cerrarle las puertas, al contrario, debemos apoyarlos para que sigan produciendo trabajos de calidad que representa a nuestra juventud, a nuestro talento.

Un caso interesante y que conozco bien es el de Gregorio Espinal (perdona Gregorio por mencionarte). Desde que conocí a Gregorio inmediatamente me di cuenta de su talento, capacidad y madurez para crear textos de peso. Era más joven que yo pero en cuanto a poesía y cuentos se refiere, él me llevaba muchos años y experiencia (yo apenas me estaba introduciendo en el medio). Él había participado, con gran éxito, en varios concursos locales; sin embargo, no fue sino hasta el año pasado, cuando ganó el concurso de jóvenes en la Feria del Libro que se convirtió en “autor”. ¿Acaso es ahora cuando se le debe considerar como escritor cuando lleva años en ese oficio? ¿Qué decir del tiempo en que lleva escribiendo y de su dedicación a la literatura?

Comprendo muy bien el punto de vista de quienes enviaron el mensaje sobre la antología así como otros que me han preguntado por un libro. Un libro es muestra de la pluma del escritor, es un punto de referencia, es algo palpable que representa la capacidad de su creador, es un pasaporte en el mundo de las letras. Tal vez para algunos sea difícil incluir a un “anónimo” dentro de una antología, alguien que, según sus criterios, no exista. Respeto el pensamiento ajeno y el modo de actuar de cada quien y por lo tanto acepto dicha posición como válida. Sin embargo, no podía callar.

Podría pasarme toda la mañana hablando del tema pero no, ya basta. Mi intención no es quejarme, ni denunciar a nadie o pasar por una mujer frustrada cuyo trabajo no ha sido publicado (sé que muchos pensarán que éste es mi caso). Estoy clara en lo que quiero y tengo la certeza de que todavía me falta por aprender, textos por escribir y la disciplina necesaria para no sólo decirme a publicar sino también para poder justificar mi responsabilidad y papel de escritora una vez lo haga. Aún no es mi momento.

Quería desahogarme y ahí está, lo hice.

sábado, 23 de junio de 2007

Miedo a recomenzar

Llevo semanas intentando escribir en el blog y no he podido. Algo me lo impide: miedo. Miedo a no saber qué decir, miedo por no saber cómo comenzar después de tanto tiempo en silencio. Es como si de pronto se me olvidase el idioma, como si las palabras estuviesen flotando demasiado altas para mi alcance o como si el vocabulario haya partido por un largo viaje dejando sólo el olvido. Tantas cosas han surgido en mi vida en los últimos meses y no he podido compartirlas. Quizás me he convertido en egoísta y quiero guardar mis días para mí… Ojala fuese así pero la verdad es que ni siquiera puedo escribir para mi misma, contarle a mi diario el motivo de mis sonrisas, la partida de la soledad, la tranquilidad que llevo en el alma, la tristeza que me causa la ausencia de las palabras y mis versos.

El miedo me ha aislado de muchas cosas, o quizás sea lo contrario y al aislarme de todo, me encuentro extraña y el escribir parece foráneo, como algo nuevo por descubrir, algo que se fue perdiendo en la memoria y sin embargo siento mío, una voz que me llama sin cesar mas no sé desde donde. Quiero reencontrarme con mi musa, dejarme llevar por aquella voz que me espera, volar junto a las palabras, decir con versos lo que en silencio he guardado. Ojala no sea demasiado tarde.

viernes, 2 de marzo de 2007

Judith

Hace unas semanas compré el último CD de Silvio, “Érase que se era”, el cual es una recopilación de canciones escritas entre 1968 y 1970. Algunas canciones, como “El Papalote”, ya las conocía; aunque esta vez están algo retocadas y suenan distintas pero igual de hermosas. Otras son canciones inéditas, canciones o poemas viejos que hasta hace poco no habían sido musicalizados. Para ser sincera, el tiempo no me ha permitido escuchar cada canción detenidamente pero anoche una canción llamó mi atención ya que con ella no sólo me sentí identificada sino que también me hizo recordar una querida amiga, que igual a la Judith de la canción, es soñadora y artista. Digo que me veo reflejada en la canción porque me hizo pensar en esa Joanne que en muchas ocasiones se perdía mirando el cielo estrellado del Caribe, soñando en un futuro distinto a este presente, un futuro lleno de esperanzas e ilusiones, un futuro de estrellas, luna y atardeceres. “Cuida bien tus estrellas, mujer”, dice Silvio. En eso dejó pensando, en que debo conservar mis estrellas, cuidarlas y no perder de vista mis sueños e ilusiones porque aunque el tiempo siga su curso y tenga que ajustarme a él no por eso puedo perder la ilusión; no por eso puedo dejar de sacar tiempo para contemplar el cielo, las bellezas que me rodean y que hacían feliz a la Joanne de ayer.

Judit Fernández, un abrazo para ti estés donde estés. Sigue llenado de colores tu vida y universo.

Aquí la hermosa canción, o mejor dicho, poema de Silvio Rodríguez:

Judith

No puedo dejarte de ver
arañando el silencio con tus ojos
tratando de decir algo que las palabras
nunca hubieran dicho mejor.
Aquella mirada
era el resumen de la noche posado en tus ojos
con su lluvia, su viento y tu miedo al mar
y aquel sueño que te conté.

No puedo dejarte de ver
describiendo una estrella descubierta por mí
en tu erótica constelación
que no cabe en los mapas del cielo.
Tu mano dibujando en el aire
era capaz de ponerle colores
al espacio vacío que se llenaba
con la luz de la estrella brillante.

Cuida bien tus estrellas, mujer
cuida bien tus estrellas.

No puedo dejar de decir
que hay idiomas perfectos por descubrir
y que son olvidados frecuentemente
en el tedio del tiempo
y hay que buscarlos,
porque los barcos y las piedras
tienen abecedarios mejores
para demostrar que son bellos sencillamente
sin palabras o esquemas.

No puedo dejar de decir
que esta triste canción a tu lado oscurece
que quizás este sea el último misterio
que mirarán tus ojos nacer de mis manos,
pues es tarde quizás para mí
y Caín me ha marcado sobre la frente
pero quiero alertarte de un gran peligro
y quisiera encenderte esta frase en la mente.

Cuida bien tus estrellas, mujer,
cuida bien tus estrellas
y que nunca las pierdas.

Más información sobre el CD en Wikipedia o la página oficial de Silvio.

jueves, 25 de enero de 2007

Momentos

Si me preguntas qué ha sido de mi vida estos últimos meses, sonreiré y te diré que últimamente mi vida está hecha de momentos. Uno tras otro se han ido acumulando, creando una dulce rutina ante la cual me he rendido y aceptado porque, hasta ahora, es la única que me ha hecho verdaderamente feliz. Si me pides describir uno de esos momentos te sorprenderás de su simpleza e insignificancia, de lo común y trivial que se han convertido mis días.

Cierro los ojos y todavía puedo sentir su calor. El juego de fútbol en la tele y él acostado sobre el mueble. Hacía frío y me sentía cansada. Queriendo estar cerca busqué cobijo entre sus brazos y poco a poco fui quedando dormida. No sé si dormí por media hora, quizás algo más, pero lo que si sé es que al despertar y ver sus ojos quise llorar; no por miedo o por tristeza, sino por la sencilla razón de tenerlo a mi lado, de sentir su cuerpo cerca del mío y sentir su corazón, por la certeza de lo que siente, por lo que percibo en su mirada.

Son esos breves instantes, como el llegar a casa y ser recibida por sus brazos y sonrisa; el sentarnos a cenar cada noche mientras hablamos de trivialidades; compartir un café en las mañanas; o, el llamarnos por teléfono para escuchar un simple “hola”. Son esos momentos y pequeños detalles (como el comprar helado de piña que tanto me gusta cuando sé que prefiere tal vez chocolate o fresa) los que hoy día mantienen una sonrisa en mis labios, los que me regalan la paz y tranquilidad que necesito. Y sí, a veces me preocupo porque siento que los días van corriendo y detrás van quedando las mil y una cosas que he tenido pendiente o he querido hacer; a veces siento miedo porque siento que estoy perdiendo una parte de mi, dejando a un lado todo lo que hace meses me importaba. Pero, cuando al final del día siento su abrazo me siento tranquila, todo puede esperar ya que lo que importa es el ahora, este momento en que, mientras escribo, no logro dejar de sonreír porque él está a diez pasos de mi y de vez en cuando lo miro y le hablo en silencio. Mañana mi día no será muy distinto al de hoy y no me importa; no me importa esta dulce rutina de la cual él forma parte ya que espero con ansiedad cada momento, cada instante en que construyo un nuevo recuerdo y alimento mi vida de nuevas alegrías.