miércoles, 12 de septiembre de 2012

Ser madre y amiga


Estaba en fila esperando mi turno para pedir un café y, detrás de mi había una jovencita hablando con su madre por celular. No podía evitar escuchar su conversación porque aparte de que hablaba bastante alto, no tenía nada conmigo para entretenerme. Tampoco es como que estaba pendiente de cada palabra pero me llamó la atención la manera en que hablaba con su madre, la comodidad con que le contaba de sus clases, sus quejas de lo mucho que tenía que estudiar y de que había gastado todo su dinero en libros y comida. Inmediatamente pensé en mis hijas y comencé a imaginarme a la mayor en la universidad, en como sería su forma de hablar y de vestirse. Pensé en lo poco que compartía con mis padres sobre mis estudios cuando me tocó asistir la universidad. En aquel entonces sólo le comentaba datos generales, como cuantas materias iba tomar un semestre, de si pasé un examen o no, pero nunca detalles. Quizás se debía al hecho de que mis padres no tuvieron la oportunidad de pasar por una universidad y, a mi parecer, no comprenderían muchas cosas; quizás era por lo reservada que era con mis cosas; o quizás, por el simple hecho de que para aquel entonces mis padres y yo no habíamos cultivado la relativamente estrecha relación que tenemos hoy. Mis padres eran mis padres, no mis íntimos amigos a quienes debía contarles mis cosas. Así pensaba entonces. 

Volviendo a la chica del café, ella sí parecía tener una relación cercana con su madre; hablaba con ella como le hablaría yo a cualquier amiga. Pienso en mi madre y me pregunto si ella deseaba lo mismo conmigo: que pudiéramos hablar como dos amigas, olvidar por un momento los títulos de madre/hija y tener la confianza de contarnos todo o, casi todo. Eso quisiera para mis  hijas. No quiero crear una pared entre nosotras, hacerlas sentir que por ser su madre deben temer el pedirme consejos o ir hacia mí con algún problema. Quisiera poder ser abierta con ellas, contarles de mi vida, mi matrimonio, mis años en la universidad; que ellas sepan mi historia y no teman contarme la suya. Aún no sé si podré hacerlo o cómo lo haré. Entiendo que es difícil separar los roles de madre/amiga, de criar a los hijos y encaminarlos por buen camino, siempre con mutuo respeto y cuidando de ciertos límites. Sólo espero que mi corazón sepa distinguir esos límites: darles buen ejemplo, protegerlos y brindarles todas las opciones posibles y a mi alcance para que sean felices y, al mismo tiempo, saber hasta dónde puedo acompañarlos, darles su espacio y dejarlos ser. Ojala mi corazón pueda con tanto amor.

domingo, 22 de julio de 2012

Un cálido domingo

El apartamento silente un domingo. Se escucha el crujir de una puerta vecina, uno y otro avión volando sobre el edificio, unos pasos en el pasillo... nada mas. Mi esposo duerme mientras tomo café y navego la red. Las niñas no están; aún se encuentran de vacaciones con mis padres. Anhelo tener a Lucía entre mis brazos y a Stella llamándome y repitiendo, "Why mami? Why mami?".

Mientras estuve con ellas en casa de mis padres Lucía dijo mamá por primera vez. Al contrario de Stella que lo dijo una vez y tardó en repetirlo, Lucía lo decía a cada rato, principalmente cuando quería que la cargaran. "Mama, mama, mama". Habrá sonido mas hermoso en esa etapa? No lo creo. Stella por su parte me asombra cada día con lo mucho que sabe. Me sorprende su memoria, su capacidad para retener las palabras e imágenes a tan corta edad. Apenas tiene dos años y cinco meses y, si la escuchas hablar, pensarías que tiene tres o cuatro.

A mis nenas les quedan unos días lejos de mi. Yo, en tanto, tengo que aprovechar al máximo esta oportunidad, porque dudo que se vuelva a repetir en mucho tiempo. En estos días tengo todo el tiempo del mundo para mi; exagero, aún tengo que ir a trabajar todos los días pero, tengo las noches y este cálido domingo de verano. Que haré esta tarde? Todavía no decido pero estoy pensando en caminar por la cuidad y tomar unas fotos, como en los viejos tiempos... Ya veremos.

lunes, 16 de julio de 2012

Dos semanas para mí

Casi las nueve de la noche un lunes. Normalmente estaría preparando a las niñas para dormir, poniéndoles sus pijamas, leyendo y releyendo libros a Stella para luego sentarme a oscuras, a su lado y tomada de las manos hasta dormirse.  Sin embargo hoy me encuentro con una copa de vino, estrenando computadora nueva y escuchando el más reciente cd de Norah, cortesía de mis esposo. Me encuentro extraña y al mismo tiempo feliz; mis hijas no están pero como se que están en buenas manos no estoy preocupada y por primera vez en no sé cuanto tiempo estoy sola, completamente SOLA. Dos semanas para mí, aún no me lo creo. Tengo tantas cosas en mente por hacer... por dónde empezar?

El blog es un comienzo. Justamente hoy hace ocho años escribí mi primer post, en este, mi antiguo hogar. Dejó de hacerlo hace un tiempo, según crecía la distancia entre un post y otro, cuando mi vida dejó de ser solo mía y el silencio ofrecía mejor refugio. Pero no quiero hablar del pasado, el presente me sonríe y es divino. Hace un ratito hable con Stella y me tiró un montón de besos por teléfono y me repitio cuanto me quería. Que más pedir de la vida! Con Lucía es que me siento un poco mal por dejarla tan pequeñita, así sea por poco tiempo. Pero está con mis padres, quienes la cuidan igual o mejor que yo.

En fin, hoy me siento nueva, como si la vieja Joanne despertara de un largo sueño para encontrarse con sí misma y así brindar por la vida, por el amor y la dicha de ser madre, esposa, hija, hermana, mujer.

Hoy, 16 de julio, solo quiero gritarle al mundo que soy feliz y que por primera vez en mucho tiempo, me encuentro en paz conmigo misma.

jueves, 22 de marzo de 2012

Catching up


Escribo desde la oficina. Estoy de vuelta luego de tres meses de ausencia y la llegada de mi segunda hija, Lucía. La pequeña Lucía, como le dice mi madre. Tengo mucho que contar sobre los dos últimos años en que mi vida ha cambiado sobremanera pero lamentablemente sé que no podré ponerme al día con todo así que, por ahora, me limitaré al presente.

Por ahora intento ponerme al día no sólo con la oficina y el mundo. Siento que en estos meses lo único que he logrado hacer es aprenderme las canciones de Dora, Blues Clues y demás. Me apena decir que no he logrado terminar de leer un libro y no he escrito ni siquiera una línea. No debería admitirlo pero, ahí esta. Quizás admitirlo públicamente me anime a organizar mejor mi tiempo y esforzarme por recuperar un poco las cosas que no hace mucho me definían y llenaban mis días.

Hace unos meses me encontré con unas antiguas compañeras de la maestría y un par de profesoras. Asistí a la presentación del libro de mi amiga Mixha. No tengo palabras para describir lo rico que se sentía estar entre adultos, escuchar poesía y conversar sobre temas no relacionados con niños o maternidad. La cuestión es que le prometí a Mariela Dreyfus que en cuanto Lucía estuviera fuertecita y yo estuviera lista para trabajar, me concentraría en sacar a la luz mi poemario “Prisma”. Esta debiera ser número uno en mi lista de ‘cosas por hacer’ pero como siempre, tengo mil cosas en mente y poco tiempo. He aceptado la idea de no poder hacer todo cuanto quiera y ya no me mortifica el no escribir, tomar fotografías, caminar por la cuidad, escuchar el silencio… Hasta hace poco el sólo pensar en esto era suficiente para deprimirme. No quiere esto decir que me voy a descuidar por completo de mis cosas sino que simplemente seré más paciente conmigo misma y disfrutaré lo que me brinda el presente, como el día-a-día con mis hijas.

Por más simple que parezca, me ha costado mucho tiempo y lágrimas llegar a esta conclusión. No es fácil dejar de ser para convertirse en madre. Puede que para otras esto no sea un problema y logren adaptarse con facilidad pero ese no es mi caso. Sin embargo, luego de tener a Lucía he querido dejar de sufrir por aquello que he dejado a un lado. Mi primera hija, Stella, ya tiene dos años y cuando pienso que pronto Lucía estará hablando y corriendo como ella, quiero detener el tiempo o por lo menos hacer que éste pase despacio para aprovechar cada segundo que la tengo en brazos.

Volviendo a las “cosas por hacer”, aún no sé que hacer con este blog. Es inevitable hablar de mis hijas y siento que de volver a él, la mayoría de los posts se relacionarán de alguna manera con las niñas. Pero esa soy yo ahora. Son mis hijas las que me definen, las que me inspiran y mueven mis días. Todo gira en torno a ellas y por más que intente rencontrarme con aquella mujer que fui, siempre terminaré volviendo al hecho de que soy madre y mi mejor obra o esfuerzo se encuentra en ellas.