Apenas las once de la mañana y ya me siento abatida. Hoy tocaba a las
niñas ir al day care y Stella por
segunda vez se negó a ir. La semana pasada tuve que regresar con ella a casa
por que insistía en que ya no le gustaba ir, que quería quedarse conmigo (Lucía
felizmente se quedó). Desde hace unas cuantas semanas voy notando que ambas
niñas se han ido apegando demasiado a mí, al punto de no querer ser atendidas ni
por su padre. No le estaba dando mucha mente al asunto hasta hace unos días. Ahora
comienzo a dudar qué tanto le beneficia el estar conmigo en casa. O mejor
dicho, sé de los beneficios pero, ¿cómo hago para no sentir que las
sobre protejo, para que ellas no se acostumbren a depender totalmente de mi,
para alivianar sus miedos en vez de aumentarlos? Soy su mamá y sé que lo
natural es que los niños confíen en que sus padres los pueden proteger así como
responder a sus inquietudes pero tarde o temprano tienen que ir a la escuela,
separarse de los brazos de su madre para socializar con otros niños, aprender de
todo cuanto le ofrece el mundo y su alrededor.
Lucia aún esta pequeña y su apegamiento es más que comprensible, lo
acepto y apoyo. Stella tiene tres y medio y su repentina dependencia no es
normal en ella. Ella de por sí es algo introvertida (heredó mi personalidad),
pero siempre ha sido independiente y sociable. Quiero que ella se sienta cómoda
donde quiera que vaya, que no necesite esconderse detrás de mi para hacer sus
cosas. No sé si me explico. Claro que estaré a su lado siempre, pero no quiero
que sea la niña extremadamente tímida que fui, siempre en las afueras,
esperando a que alguien se acerque, solitaria e insegura de mí misma y con
miedo a tomar cualquier paso o decisión. Aun hoy, a mis treinta y cinco años,
hay rasgos de esa niña y, sé que esa inseguridad y miedo es lo que en parte me
ha cohibido de lograr algunas metas o de por lo menos intentar alcanzarlas. No
quiero eso para mis hijas. Deseo que luchen por lograr sus sueños, que nada se
interponga ante ellos, ni si quiera yo, su madre. Aun así, siempre estaré a su
lado protegiéndolas como pueda, aconsejándolas para que tomen el camino que me
parezca más seguro y apropiado para ellas, ofreciéndole mi amor infinito.
Espero encontrarte de mejor ánimos esta tarde, mi niña.