sábado, 16 de febrero de 2013

Cambio de planes

A esta hora me había imaginado en casa, recogiendo el desastre que dejé al salir, concluyendo con la tediosa labor de vaciar maletas y colocar ropa y otras cosas en su lugar. Estaría de vuelta a casa, que aunque no sea el apartamento más acogedor y cómodo, al fin y al cabo es casa. Es allí donde están nuestras pertenencias, cosas materiales sí, pero nuestras; y es que por mas cómodo que se esté en un lugar, uno siempre prefiere lo suyo. Esto también incluye la rutina, el día a día al que se esta acostumbrado, el entorno donde uno sabe manejarse, los problemas con los que uno sabe lidiar. Ya tengo más de un mes fuera de casa y he comenzado a sentirme incómoda, como fuera de lugar, un trompo sin rumbo: vueltas, vueltas y vueltas. 

Mi vuelo estaba previsto para ayer pero hace una semana me agarró el dengue. Qué suerte, no? Ya me encuentro mucho mejor pero pasé unos días con fiebre y un dolor de cabeza horrible. Ahora se encuentra Lucía enferma. El jueves en la noche no dormí pensando que quizás ella también tenía dengue, me sentía culpable por descuidarla, por no estar a su lado matando cada mosquito que se le acercara. Suena un poco exagerado, lo sé, pero cuando se es madre uno quisiera tener súper poderes para evitar cualquier mal que pueda acercarse a nuestros pequeños. Esa noche no pude pegar un ojo, pase largo rato caminando de una esquina de la habitación a otra, torturándome a mi misma con pensamientos fatales. Pero ya todo pasó. Mi niña se esta recuperando y mi dengue, creo, se ha ido por completo; esta tarde me haré un hemograma para confirmarlo.

Ahora toca reposo y tratar de hacer todo aquello que iba quedar pendiente de no ser por el inesperado cambio de plan. 

lunes, 28 de enero de 2013

Mi razón de ser

Regreso de Punta Cana, luego de cuatro días, para encontrarme con la sonrisa de mi pequeña y coqueta Lucía. Creo que nunca la habia visto tan emocionada con ver a sus padres, imagino que pensó que la habiamos olvidado.

El estar lejos de mis niñas, asi sea por pocos dias, me hace apreciarlas más, notar cosas nuevas en ellas y lo mucho que han crecido. Observando y escuchando a Stella no podia evitar el sonreír, sentirme  afortunada por tener una hija hermosa y saludable. Lo mismo me pasa con Lucia, quien por ser más pequeña la abrazo aún con mas fuerza, como queriendo retener el tiempo, el recuerdo de ese cuerpecito que pronto crecerá y no necesitara tanto de mi. Es ella mi ultima oportunidad de abrazar a un bebé sabiendo que es mío, solo mío. Por ello quiero estar con ellas todo el tiempo posible, disfrutar su efímera niñez.

Es por ellas que estoy realizando cambios a mi vida, buscando la manera de estar más presente, de crear una familia unida y de hacerlas entender que son ellas nuestro impulso y razón de ser.

miércoles, 12 de septiembre de 2012

Ser madre y amiga


Estaba en fila esperando mi turno para pedir un café y, detrás de mi había una jovencita hablando con su madre por celular. No podía evitar escuchar su conversación porque aparte de que hablaba bastante alto, no tenía nada conmigo para entretenerme. Tampoco es como que estaba pendiente de cada palabra pero me llamó la atención la manera en que hablaba con su madre, la comodidad con que le contaba de sus clases, sus quejas de lo mucho que tenía que estudiar y de que había gastado todo su dinero en libros y comida. Inmediatamente pensé en mis hijas y comencé a imaginarme a la mayor en la universidad, en como sería su forma de hablar y de vestirse. Pensé en lo poco que compartía con mis padres sobre mis estudios cuando me tocó asistir la universidad. En aquel entonces sólo le comentaba datos generales, como cuantas materias iba tomar un semestre, de si pasé un examen o no, pero nunca detalles. Quizás se debía al hecho de que mis padres no tuvieron la oportunidad de pasar por una universidad y, a mi parecer, no comprenderían muchas cosas; quizás era por lo reservada que era con mis cosas; o quizás, por el simple hecho de que para aquel entonces mis padres y yo no habíamos cultivado la relativamente estrecha relación que tenemos hoy. Mis padres eran mis padres, no mis íntimos amigos a quienes debía contarles mis cosas. Así pensaba entonces. 

Volviendo a la chica del café, ella sí parecía tener una relación cercana con su madre; hablaba con ella como le hablaría yo a cualquier amiga. Pienso en mi madre y me pregunto si ella deseaba lo mismo conmigo: que pudiéramos hablar como dos amigas, olvidar por un momento los títulos de madre/hija y tener la confianza de contarnos todo o, casi todo. Eso quisiera para mis  hijas. No quiero crear una pared entre nosotras, hacerlas sentir que por ser su madre deben temer el pedirme consejos o ir hacia mí con algún problema. Quisiera poder ser abierta con ellas, contarles de mi vida, mi matrimonio, mis años en la universidad; que ellas sepan mi historia y no teman contarme la suya. Aún no sé si podré hacerlo o cómo lo haré. Entiendo que es difícil separar los roles de madre/amiga, de criar a los hijos y encaminarlos por buen camino, siempre con mutuo respeto y cuidando de ciertos límites. Sólo espero que mi corazón sepa distinguir esos límites: darles buen ejemplo, protegerlos y brindarles todas las opciones posibles y a mi alcance para que sean felices y, al mismo tiempo, saber hasta dónde puedo acompañarlos, darles su espacio y dejarlos ser. Ojala mi corazón pueda con tanto amor.

domingo, 22 de julio de 2012

Un cálido domingo

El apartamento silente un domingo. Se escucha el crujir de una puerta vecina, uno y otro avión volando sobre el edificio, unos pasos en el pasillo... nada mas. Mi esposo duerme mientras tomo café y navego la red. Las niñas no están; aún se encuentran de vacaciones con mis padres. Anhelo tener a Lucía entre mis brazos y a Stella llamándome y repitiendo, "Why mami? Why mami?".

Mientras estuve con ellas en casa de mis padres Lucía dijo mamá por primera vez. Al contrario de Stella que lo dijo una vez y tardó en repetirlo, Lucía lo decía a cada rato, principalmente cuando quería que la cargaran. "Mama, mama, mama". Habrá sonido mas hermoso en esa etapa? No lo creo. Stella por su parte me asombra cada día con lo mucho que sabe. Me sorprende su memoria, su capacidad para retener las palabras e imágenes a tan corta edad. Apenas tiene dos años y cinco meses y, si la escuchas hablar, pensarías que tiene tres o cuatro.

A mis nenas les quedan unos días lejos de mi. Yo, en tanto, tengo que aprovechar al máximo esta oportunidad, porque dudo que se vuelva a repetir en mucho tiempo. En estos días tengo todo el tiempo del mundo para mi; exagero, aún tengo que ir a trabajar todos los días pero, tengo las noches y este cálido domingo de verano. Que haré esta tarde? Todavía no decido pero estoy pensando en caminar por la cuidad y tomar unas fotos, como en los viejos tiempos... Ya veremos.

lunes, 16 de julio de 2012

Dos semanas para mí

Casi las nueve de la noche un lunes. Normalmente estaría preparando a las niñas para dormir, poniéndoles sus pijamas, leyendo y releyendo libros a Stella para luego sentarme a oscuras, a su lado y tomada de las manos hasta dormirse.  Sin embargo hoy me encuentro con una copa de vino, estrenando computadora nueva y escuchando el más reciente cd de Norah, cortesía de mis esposo. Me encuentro extraña y al mismo tiempo feliz; mis hijas no están pero como se que están en buenas manos no estoy preocupada y por primera vez en no sé cuanto tiempo estoy sola, completamente SOLA. Dos semanas para mí, aún no me lo creo. Tengo tantas cosas en mente por hacer... por dónde empezar?

El blog es un comienzo. Justamente hoy hace ocho años escribí mi primer post, en este, mi antiguo hogar. Dejó de hacerlo hace un tiempo, según crecía la distancia entre un post y otro, cuando mi vida dejó de ser solo mía y el silencio ofrecía mejor refugio. Pero no quiero hablar del pasado, el presente me sonríe y es divino. Hace un ratito hable con Stella y me tiró un montón de besos por teléfono y me repitio cuanto me quería. Que más pedir de la vida! Con Lucía es que me siento un poco mal por dejarla tan pequeñita, así sea por poco tiempo. Pero está con mis padres, quienes la cuidan igual o mejor que yo.

En fin, hoy me siento nueva, como si la vieja Joanne despertara de un largo sueño para encontrarse con sí misma y así brindar por la vida, por el amor y la dicha de ser madre, esposa, hija, hermana, mujer.

Hoy, 16 de julio, solo quiero gritarle al mundo que soy feliz y que por primera vez en mucho tiempo, me encuentro en paz conmigo misma.