jueves, 18 de noviembre de 2004

La Vida

Hoy me siento algo triste. Porqué? No lo sé. Bueno, en realidad se el por qué pero no sé explicarlo. El clima no me ayuda, el dia está nublado, la lluvia amenaza con caer y la vista desde mi ventana no provoca una sonrisa.

Esta mañana un amigo volvió a recordarme el mensaje que me envió unas semanas atrás. Es una nota tan bella que me siento obligada a compartirla (excusame Sr. Vida):

No debemos de vivir la vida en blanco y negro buscando la razon por la cual; sino abrir los ojos y ver la vida en technicolor. No dejar pasar momentos ni deseos, de seguro no tendremos la misma oportunidad por que el tiempo no se devuelve ni se detiene. Todo lo que se hace o se deja de hacer no tiene que tener sentido ni justificación, simplemente lo tienes que haber vivido y entonces llegará la razón....

Vamonos hacer unas locuras; que el pecado mas grande es tener vida y no vivirla.


Definitivamente debo llevar su mensaje muy cerca de mi corazón y mente; dejar de pensar tanto y concentrarme en vivir. Simplemente vivir.

Nuevamente gracias, Sr. Vida.

jueves, 11 de noviembre de 2004

Fin de semana en Mohonk


Este fin de semana estuve en New Paltz. Es un pueblo universitario que parece haberse detenido en otros tiempos donde las camisas teñidas (tie-dye) estaban de moda. En realidad sólo pasé por el pueblo, mi destino era Mohonk Mountain House, un hotel en las montañas en la ribera del lago Mohonk. Esta vez no escalé montañas, me sentía muy cansada para ello. Además, estaba realmente trabajando, ayudando con los preparativos de las charlas que se impartieron. El sábado en la tarde estaba libre y lo único que queria hacer era dormir. Fui a mi habitación y tomé una siesta, unos quince minutos a lo más. No podía dormir pensando en lo bella que estaba la tarde. Estaba frio, muy frio, pero igual estaba soleado y los árboles con sus colores rojizos y anaranjados me tentaban. Tuve que levantarme y al salir al balcón y ver la belleza del lago y la montaña, decidí caminar un poco.

Caminé por hora y media. Le tomé fotos a las flores, los árboles, los caballos, y a una ardilla que al sentirme cerca, para mi sorpresa, comenzó a posar para mi. La naturaleza es impresionante; nunca deja de sorpenderme. Las hojas secas o cuasi secas provocan algo de tristeza, el cambiar de verde a marrón, amarillo o rojo es su forma de despedirse, de darle bienvenida al invierno mientras ellas deben desaparecer, abandonar sus ramas para morir olvidadas sobre la tierra o con el viento. Sin embargo, es dificil percibir esta tristeza al ver los distintos arboles entremezclados, bailando los colores al compás del viento. Verde, amarillo, marrón rojo, mamey, todos iguales. Todos se vuelven nada, regresan a la tierra con la promesa de volver al concluir el invierno y darnos una primavera.

Aparte de las hojas, me impresionó mucho el poniente. Viviendo en Nueva York, los atardeceres se hacen menos y los días transcurren sin la oportunidad de apreciar, aun que sea un poco, los colores púrpuros y dorados del sol. En Mohonk, el atardecer era distinto a los que habia visto. En el caribe, siempre percibi en el poniente colores ardientes, un rojo que tornaba anaranjado, luego morado y finalmente un azul claro, fresco. Lo contrario sucede en Mohonk; el azul es frio, se siente distante, mientras no hay tanto del rojo ardiente, mas bien es un amarillo que se pierde en la nubosidad. No hay distinción en los colores, aunque prevalece el azul; un azul que nos habla de la noche que se acerca, del frio norteño. Aún asi, que preciosa vista.

domingo, 7 de noviembre de 2004

Aún estoy aqui...

Estoy exhausta. Entre la visita de mis padres, el trabajo y las clases no he tenido tiempo en estas últimas semanas para escribir y ponerme al dia con mis cosas. Hace unas cuantas horas llegué de New Paltz, un pueblo en las montañas de Nueva York. Es un lugar precioso; lástima que no pude disfrutarlo ya que me tocaba trabajar. Luego publicaré las fotos en mi página. A ver si me animo a hacer algo interesante esta semana.