jueves, 11 de noviembre de 2004

Fin de semana en Mohonk


Este fin de semana estuve en New Paltz. Es un pueblo universitario que parece haberse detenido en otros tiempos donde las camisas teñidas (tie-dye) estaban de moda. En realidad sólo pasé por el pueblo, mi destino era Mohonk Mountain House, un hotel en las montañas en la ribera del lago Mohonk. Esta vez no escalé montañas, me sentía muy cansada para ello. Además, estaba realmente trabajando, ayudando con los preparativos de las charlas que se impartieron. El sábado en la tarde estaba libre y lo único que queria hacer era dormir. Fui a mi habitación y tomé una siesta, unos quince minutos a lo más. No podía dormir pensando en lo bella que estaba la tarde. Estaba frio, muy frio, pero igual estaba soleado y los árboles con sus colores rojizos y anaranjados me tentaban. Tuve que levantarme y al salir al balcón y ver la belleza del lago y la montaña, decidí caminar un poco.

Caminé por hora y media. Le tomé fotos a las flores, los árboles, los caballos, y a una ardilla que al sentirme cerca, para mi sorpresa, comenzó a posar para mi. La naturaleza es impresionante; nunca deja de sorpenderme. Las hojas secas o cuasi secas provocan algo de tristeza, el cambiar de verde a marrón, amarillo o rojo es su forma de despedirse, de darle bienvenida al invierno mientras ellas deben desaparecer, abandonar sus ramas para morir olvidadas sobre la tierra o con el viento. Sin embargo, es dificil percibir esta tristeza al ver los distintos arboles entremezclados, bailando los colores al compás del viento. Verde, amarillo, marrón rojo, mamey, todos iguales. Todos se vuelven nada, regresan a la tierra con la promesa de volver al concluir el invierno y darnos una primavera.

Aparte de las hojas, me impresionó mucho el poniente. Viviendo en Nueva York, los atardeceres se hacen menos y los días transcurren sin la oportunidad de apreciar, aun que sea un poco, los colores púrpuros y dorados del sol. En Mohonk, el atardecer era distinto a los que habia visto. En el caribe, siempre percibi en el poniente colores ardientes, un rojo que tornaba anaranjado, luego morado y finalmente un azul claro, fresco. Lo contrario sucede en Mohonk; el azul es frio, se siente distante, mientras no hay tanto del rojo ardiente, mas bien es un amarillo que se pierde en la nubosidad. No hay distinción en los colores, aunque prevalece el azul; un azul que nos habla de la noche que se acerca, del frio norteño. Aún asi, que preciosa vista.

5 comentarios:

  1. Me ha impresionado la manera que tienes de describir el paisaje tan bonito, tanto que hasta desas conocer un sitio así.. llegue por casualidad a tu blog, por una afición que tenemos en común y es el mar.

    Después le eche un vistazo a todo el blog y tienes una forma muy bonita de contar las cosas.

    Haber si te animas y publicas las fotos del lugar, estaria bien.

    Bueno un saludo y te invito a que visites mi blog, si te apetece. Yo te seguiré visitando y leyendo todas esas reflexiones que haces y que me gusta leer.

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  2. Gracias Antonio Javier por tu mensaje y por leer mi blog. Visité tu página y comprobé que realmente te gusta el mar.

    A mi siempre me ha fascinado la tranquilidad y tempestad del mar, la contradicción de sus aguas. Te invito a que leas algo que le escribi al mar hace un tiempo: http://homepages.nyu.edu/~jr132/prosa.html

    Nuevamente, gracias.

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  3. No tienes porque darme las gracias. Por cierto ya leí tu "Carta al mar.." Gracias a ti por compartir tus textos, la verdad es que me gustan muchas de las cosas que escribes porque desprenden melancolia y cierta tristeza diría yo, no se como decirte, yo diria que leer algunas cosas de las que escribes provocan la misma sensación de melancolía que contemplar la puesta de sol a la orilla del mar.

    Te animo a que sigas escribiendo, y espero que algún día al entrar en alguna librería me sorprenda el leer tu nombre en la portada de un libro. Yo creo, aunque no soy ningún experto, que tu puedes hacerlo.

    No lo digo por alagarte, simplemente y como te dije antes me gusta la melancolia que desprende lo que escribes y creo sinceramente que lo haces bien. Y bueno espero, que si alguna vez te animas a publicar, ser de los primeros en leerlo y hacerte una crítica personal de lo que me parece.

    Un saludo y mucho ánimo.

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  4. Gracias Antonio Javier,

    Ojalá pueda yo algún dia publicar algo.

    En cuanto a la melancolía, no puedo evitarla. Me acompaña siempre. Lo malo es que sólo logro escribir cuando me siento triste. Ya quisiera yo poder inspirarme a diario, escribir de la alegría, la felicidad que encuentro en las cosas simples. Gracias por tu post.

    Un abrazo.

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  5. Pues no es nada raro que te inspires cuando estás triste, siempre la tristeza logra sacar lo que hay en lo más profundo de nosotros y a mucha gente el plasmarlo en papel, o en un blog le ayuda a desahogarse...

    Sin embargo cuando estamos felices todo es perfecto, maravilloso, pero también todo es más superficial y no logra sacar lo que hay en lo mas interior de nosotros mismos.

    Bueno yo de vez en cuando visito tu blog, porque me gusta leer lo que escribes. Y ya sabes lo que se dice.. Que si quieres puedes, asi que seguro que si te pones a ello un dia lograras publicar algo.

    Joanne un fuerte abrazo para ti y muchos muchos animos!

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