Una hermosa mañana de sábado, sentada en pijamas, con mis lentes y un café a mano. Escucho las voces de dos niños que no son míos y que sin embargo forman parte de mi futuro, de una vida que me espera al doblar la esquina, una vida distinta a la mia, una vida compartida donde habrá poca cabida para la soledad y el silencio.
He alquilado mis días, mis horas, mi corazón. He recibido a cambio nuevas alegrías; sin embargo, temo perderme a mi misma, olvidar quien soy mientras me adapto a los gustos y deseos ajenos, a ser dos en vez de uno, o mas bien, dos convertido en uno. La soledad a cambio de sonrisas compartidas... ¿Ese es el trato, no?
He alquilado mis días, mis horas, mi corazón. He recibido a cambio nuevas alegrías; sin embargo, temo perderme a mi misma, olvidar quien soy mientras me adapto a los gustos y deseos ajenos, a ser dos en vez de uno, o mas bien, dos convertido en uno. La soledad a cambio de sonrisas compartidas... ¿Ese es el trato, no?