miércoles, 30 de enero de 2008

Más que versos

A veces quiero dejar de ser poeta,
ser mucho más que versos,
ideas gastadas por argumentos.

Imaginar un mundo sin límites,
tierras que converjan en otras,
mezcla de colores y lenguas.

Olvidarme entre lo real e imaginario,
lo verosímil e imposible.
Esconderme detrás de un nombre, una máscara.
Vestirme de títere o de maga,
de político o de ermitaño.

Pretender que no siento
y que al final,
no sólo concluye la escena
sino que comienza una nueva historia,
una oportunidad para reinventarme,
para ser gaviota, tortuga,
tal vez una mujer oculta entre capas de seda,
elefante vestido de flores y bordados.

Dejar de desnudarme entre líneas
y flotar entre nubes,
cuando aún llevan mis pies
la humedad de la tierra.

Quiero bañarme de tinta,
ser un borrón sobre el papel.
Ver emerger de mi pluma
mundos absurdos, inconexos;
que las historias nazcan y mueran
con la rapidez del día.
Ser hoy la lumbre y silencio,
mañana la noche y el miedo.

martes, 22 de enero de 2008

Ridículo

Estoy hecha un desastre, apenas logro comprender el teclado. No debería escribir en estas condiciones pero no me importa. Río porque estoy tocando el teclado como si fuese un piano, con suma extrema delicadeza como para no destruirlo; como si fuese a salir volando si presiono muy duro las teclas. En verdad no puedo escribir, no debería escribir en este estado. Pero al mismo tiempo, ¿a quién le importa? Me conformo con mi amaretto y jugo de naranja. No me importa si tardo demasiado en escribir una oración y confundo una letra con otra. Mañana podré hacer correcciones, cuando me encuentre con la mente la clara y pueda pensar (si es que quiera hacerlo) en lo correcto o no, en lo ridículo que es todo esto.

domingo, 13 de enero de 2008

Anoche soñé que era un ave

Anoche soñé que era un ave.
Recorría un mar de quietud
hasta divisar, por entre la niebla,
tejados alineados uno tras de otro
como fichas de dominó.
En un puerto se daban cita
la cuidad y el mar.
Me detuve entre la gente
y las observé en silencio.
Aun insignificante entre ellos,
sentía que el mundo
latía bajo mis alas;
y como gotas de lluvia
perseguidas por el viento,
se escurría de mi cuerpo
todo rastro de quien había sido,
quedando estática,
perpleja ante la libertad
de horizontes y vuelos infinitos.

Limpiando y excavando viejos poemas

Hoy estoy releyendo viejos poemas y corrigiendo cada uno. Una de mis metas para este año es salir de ellos. Sí, sé que suena algo extraño pero quiero terminar con ellos y no volver a verles, salvo que sea por que se han publicado y es menester hacerlo. Sí, también sé que suena ambicioso pero si no me propongo esto, estos poemas permanecerán por siempre en mi archivo de asuntos pendientes y por pensar tanto en qué hacer con ellos nunca escribiré otros. Necesito cerrar esos capítulos en mi vida para comenzar uno nuevo; y es que cada poema forma una parte de mi pasado que debo dejar atrás. Como dice José José, ya lo pasado pasado. Quizás por ser estos poemas (en su mayoría) de un tiempo lejano, me ha sido increíblemente fácil quitarle no sólo palabras sino hasta versos completos; cosa que antes nunca pude hacer por estar muy apegada a ellos. Cada poema era algo mío y el reemplazar un verso era darle muerte al mismo. “No puedo cambiarlo porque si lo hago, perdería todo el sentido que tenía cuando lo escribí”. Tonterías. Si algo aprendí el semestre pasado es que no sólo hay que escribir, sino reescribir una y otra vez. Los sentimentalismos hay que dejarlos a un lado porque si voy a tomar un poema en serio, no puedo verlo con los ojos del corazón. Además, si no lo corrijo yo, va venir otro que no me ve hacer el favor de corregirlo o darme sugerencias sino que lo va acabar y echar al olvido junto con toda mi poesía, la haya leído o no.

Y en eso estoy, limpiando mi computador y excavando textos para poder tener algo concreto y hacer realidad uno de mis tantos proyectos sinfín.

sábado, 12 de enero de 2008

Atlas

Sientes el mundo sobre tus hombros y vas perdiendo el equilibrio, las fuerzas en los brazos, las piernas, el alma. El mundo va cayendo mientras tus manos son tragadas lentamente por la tierra.

jueves, 10 de enero de 2008

Comenzando el nuevo año

Hoy comienza, para mí, el nuevo año. Después de saludar al 2008 con un resfriado de diez días y un mal humor que apenas mejoró anoche, hoy tengo ganas de comenzar de nuevo, de estar contenta, de proponerme metas (sean irrealizables o no) para el nuevo año. Debo dejar atrás mis frustraciones y sacar energía de donde no la tenga para poder hacer todo cuanto quiero. Ese es un grave problema (o más bien defecto) para mí: el querer hacer tanto para luego no hacer nada y, al final, terminar enfadada conmigo misma. Llevo un par de meses molesta con mi inercia, con mi incapacidad de levantarme temprano para rendir los días y luego quejarme de la falta de tiempo, furiosa por no poder concentrarme al leer y escribir, harta de quejarme todo el tiempo, si parezco una vieja cascarrabias y todavía no he cumplido los tan temidos treinta. ¡Basta ya! A partir de hoy comenzaré a organizar mejor mi tiempo y evaluar mis prioridades; a aceptar que estoy casada y que, aunque no quiera, debo acostumbrarme a todo lo que eso conlleva -que en su mayoría son cosas positivas pero hasta ahora solo he logrado ver las pequeñeces que de vez en vez me incomodan-; dedicarme por completo a mi maestría, lo cual requiere mucha lectura y escritura; cuidar mejor de mi salud y bajar de peso; sacar por fin la licencia de conducir y así pasar menos piques con el tren; pero sobre todo, este año pretendo sonreír más a menudo y disfrutar mi vida, la cual ha sido muy bendecida a pesar de los problemas y pormenores comunes a todo el mundo. Este año será de menos estrés y una nueva oportunidad para reencontrarme conmigo misma, hacer las cosas que disfruto y que he dejado a un lado.