martes, 22 de enero de 2008

Ridículo

Estoy hecha un desastre, apenas logro comprender el teclado. No debería escribir en estas condiciones pero no me importa. Río porque estoy tocando el teclado como si fuese un piano, con suma extrema delicadeza como para no destruirlo; como si fuese a salir volando si presiono muy duro las teclas. En verdad no puedo escribir, no debería escribir en este estado. Pero al mismo tiempo, ¿a quién le importa? Me conformo con mi amaretto y jugo de naranja. No me importa si tardo demasiado en escribir una oración y confundo una letra con otra. Mañana podré hacer correcciones, cuando me encuentre con la mente la clara y pueda pensar (si es que quiera hacerlo) en lo correcto o no, en lo ridículo que es todo esto.

1 comentario:

  1. A veces, Joanne, uno no puede dejar de escribir ni con tragos en la cabeza. Yo lo he hecho, con el corazón roto, con los pies descalzos, con el alma perdida en alguno de mis vacíos.

    Te abrazo fuertemente.

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