Cada día que pasa me asombro más de mi cuerpo, de las formas que va tomando sin que pueda yo hacer nada para detenerlo, es como si tuviese vida propia o, mejor dicho, como si la vida que lleva dentro fuera dirigiendo cada paso suyo dejándome como simple espectadora del proceso.
No reconozco las repentinas curvas y pechos, así como tampoco comprendo la inexplicable tristeza que de vez en cuando me azota. A veces quiero correr y él me lo impide. Me engaño intentando llevar la vida al mismo paso pero luego termino rindiéndome ante él, aceptando el hecho de que soy sólo un medio, el motor que lo impulsa, nada más; yo simplemente le sigo, sobrellevando la situación como pueda, sabiendo que al final la gratificación será mayor.
Hoy día soy como la tierra, siempre a merced del hombre y la inclemencia del tiempo, tierra que alberga las raíces de un mañana, tierra que sufre y se regocija en sí misma.
No reconozco las repentinas curvas y pechos, así como tampoco comprendo la inexplicable tristeza que de vez en cuando me azota. A veces quiero correr y él me lo impide. Me engaño intentando llevar la vida al mismo paso pero luego termino rindiéndome ante él, aceptando el hecho de que soy sólo un medio, el motor que lo impulsa, nada más; yo simplemente le sigo, sobrellevando la situación como pueda, sabiendo que al final la gratificación será mayor.
Hoy día soy como la tierra, siempre a merced del hombre y la inclemencia del tiempo, tierra que alberga las raíces de un mañana, tierra que sufre y se regocija en sí misma.