miércoles, 26 de enero de 2005

La nieve sigue cayendo...

La nieve sigue cayendo...
Nada que hacer mas que verla caer, despacio.
Su tranquilidad y silencio alargan las horas,
hace mas triste esta soledad.

sábado, 22 de enero de 2005

Love Actually

Anoche vi por cuarta vez la pelicula Love Actually. Esta película es un homenaje al amor. La trama se desenvuelve en torno a toda clase de amor posible: el amor interrumpido por la muerte; el amor madurado por los años, convertido en rutina y lastimado por nuevas pasiones; el amor inocente y transparente de la niñez, el amor entre padre e hijo; el amor truncado por el deber; el amor silente y tímido; el amor entre personas de distinto color, raza e idioma; el amor prohibido; el amor entre amigos; el amor disfrazado de política; el amor de familia; el amor inesperado. Varias vidas se entrelazan en esta historia donde el amor nace entre situaciones que el ser humano no puede controlar.

Entre tantas historias, es dificil no sentirse identificado con algún personaje. Cuantos no hemos amado en silencio a un compañero de trabajo, a la pareja de un amigo, o a un compañero de clase. Cuantos no se han consumido en la duda, sintiendo perder al ser amado. Pero la película no pretende mostrar la parte sombría del amor, al contario, ella persigue recordarnos de lo bello que es el amor y como nuestras vidas cambian al toparse con personas que de una manera u otra nos enseñan una nueva forma de vivir. La película nos muestra como el hombre/mujer necesita de alguien, sea un amigo, un hermano, un amor. No importa la edad, el momento, la situación o los obstáculos del camino, lo importante es perseguir aquello que amamos, luchar para que el amor no muera o pase desapercibido.

Love Actually es el tipo de película que te llena de esperanzas. Te deja una sensación de tranquilidad al sentir que el amor existe y que posee la misma fuerza a pesar de la incertidumbre del futuro y las tempestades del mundo. Asi como te hace reír, te hace llorar. Te lleva a un mundo lejano, olvidado por las trivialidades del dia-a-dia y las complicaciones de la vida, pero al mismo tiempo te mantiene cerca de la realidad; una realidad que, no siendo perfecta, depende de cada quien el hacer de su mundo algo semejante a lo ideal.

domingo, 9 de enero de 2005

Quién es Joanne?

Me he hecho esa pregunta tantas veces. Rara vez encuentre palabras para definir ese ser tan complejo. Complejo al menos para mí, porque muchas personas consideran que ella es de pocas complicaciones y hasta cierto punto transparente.

Ella es mujer de carácter extrañamente pasivo; a veces me molesta su incapacidad para mantener firmeza ante determinadas situaciones. Será cobardía, miedo, inseguridad? No lo sé. Tantas veces le he reclamado su immutable sumisión ante el mundo, ante lo que se considera correcto o prudente. Prudencia... Y quién determina cómo deben ser las cosas, qué es correcto o bueno, malo? Aunque fue educada para seguir las normas establecidas por una sociedad hipócrita, poco a poco ella va deshilvanando las redes que la axfician y limitan; poco a poco va aprendiendo a volar, cada vez en nubes más altas. Le tomó mucho tiempo el descubrir que tenía alas y que habían otros horizontes mas allá del Caribe, sólo era cuestión de decidirse a emprender el vuelo y no mirar atrás. De ese modo llegó a estas tierras lejanas que desconocen de estrellas y plenilunios; donde el sol se esconde tras los rascacielos y la vida gira al compás de un reloj incesante.

La cuidad de Nueva York, con todo y su frialdad, no ha logrado quebrar el espíritu y fuerza de Joanne. La soledad le ha forjado una armadura; la ha vestido de una fuerte coraza para sobrevivir las tempestades y noches frías, para seguir caminando sin nada más que su sombra. Ahora, no vayan a equivocarase, tampoco quiero crear una imagen sombría, de un ser abandonado a su merced en el mundo; no, ella no está completamente sola. Ella cuenta con el amor inefable de los seres que le dieron la vida. También cuenta con amigos, pocos pero buenos. Quizás te preguntes, qué hace ella entonces en esta cuidad, sin su gente? Ni yo misma sé. Ella dejó todo un pasado atrás para supuestamente encontrarle sentido a su vida. Ella y sus dudas... No se sentía segura de su vida en el Caribe; aun amando las playas, los ocasos dorados y púrpuros, la brisa cálida y el sol ardiente, ella siempre questionaba cómo sería su vida de no haberse mudado a Santiago. Se sentia incompleta, como si hubiese dejado una parte de sí en la tierra que le vio nacer. Pero bueno, eso ya no importa, lo importante es hacia donde la llevarán sus alas.

Joanne ahora decidió estudiar literatura. La gente le pregunta qué puede hacer ella con eso y ella, felizmente y sin miedos, responde no lo sé. Y es que, qué importa que pueda hacer o no con la literatura? Qué importa si no obtiene un trabajo que pague muy bien cuando está haciendo lo que la hace feliz. Ella pasó cuatro años estudiando derecho dominicano mientras trabajaba en un bufete de abogados a fin de establecer relaciones y aprender un poco del medio en que pensó que estaria inmersa toda su vida. Todo por la paga, todo por ser “alguien”; por eso terminó de abogada cuando lo que siempre quiso ser fue maestra. Pero a los diecisiete años, qué sabe uno? No es que ella sea toda una erudita hoy día, que va, si le falta mucho por aprender, demasiado; pero el vivir día a día en un mundo real, con los problemas de “gente grande”, la ha hecho crecer, madurar y aprender de sus experiencias y hasta de las ajenas. Por lo tanto quiere hacer lo que le haga feliz, aunque tropieze y se decepcione de lo que encuentre en el camino, seguirá la vereda dictada por su corazón. A la m..... con todo aquello que la limita y axficia.

Entre otras cosas, es una “romántica empedernida” (como decía mi amiga Anita). Claro, el tiempo la ha despertado de su mundo de fantasías pero a veces noto que se pierde; comienza a volar hasta subir a una nube de la que luego se niega a bajar; y es que es terca, para colmo. Entonces trato de convencerla, de abrirle los ojos y cortarle las alas pero no puedo. Se queda entre las estrellas hasta que la realidad, de una pedrada, la tira al suelo. Cualquiera pensaría que la caída acabaría con ella pero, como dije, tiene una armadura que la protege. Ella se recupera y jura no volver a soñar, pero que va, siempre es lo mismo.

Siempre es lo mismo y sin embargo no lo es; no lo es porque cada experiencia es distinta y su reacción cambia con cada situación. Es por esta razón que a veces la desconozco y no sé qué esperar de ella. Cómo definirla si ella no permancece estática, si cambia con cada tropiezo o triunfo, los cuales a veces la fortalecen y otras veces la sumerge en una soledad abismal que ella parece disfrutar; ese retroceder es lo que me confunde. No se en qué momento me econtraré con la Joanne libre, sin miedos, forjadora de su propio destino, o con la otra, aquella que es triste, débil y dependiente de la dirección de otros. Es, definitivamente, en esta dualidad de caracteres donde yace la verdadera Joanne y mediante la cual se encuentra dividida su corazón, su pensar, su vida.
Escrito en el 2003

sábado, 8 de enero de 2005

Cartas

Llueve. Hace frío. No pienso salir de casa hoy. Me quedaré en pijamas y tomaré café todo el día. Mi nuevo apartamento sigue sin amueblar. Mi computador descansa sobre una silla, mis ventanas están desnudas, mis paredes en blanco y mis libros dormidos en un cajón.

Estaba leyendo la edición de Diciembre de la revista The Sun. Me encanta esta revista porque al leerla percibo la sensibilidad que mucha gente ha perdido con el trajin de los días -y no me excluyo de este grupo-. Me gusta leer las cartas de los lectores, saber un poco más sobre las vidas de personas que desconozco, vivir sus experiencias aunque sólo sea con la imaginación. Siempre quiero enviar una carta pero en el momento de pensar en el tópico propuesto por la revista, nunca encuentro que decir. Será que no he vivido lo suficiente?

Cartas. Este era el tema en la última edición del 2004. He conservado cada carta que he recibido en mi vida. No las tengo conmigo en este instante; están en mi casa en Santiago. Las únicas cartas que traje conmigo a Nueva York son aquellas que me envió la persona más especial de mi vida en ese entonces. No sé cuantas veces leí las pocas notas o emails que me envió.

Ya nadie escribe cartas. El correo electrónico ha reemplazado la intimidad de una carta escrita a mano. Hay algo mágico en el escribir con una pluma. Lo escrito, escrito está y dificilmente uno vuelve atrás para comenzar de nuevo al sentir que no expresó lo que quiso en la manera debido o preferida. Se puede reiniciar una carta pero siempre queda huella de aquello que salió desde el corazón y que luego fue aniquilado por la racionalidad. Debo confesar que soy de aquellas que ya no sabe escribir a mano. Sigo escribiendo cartas (es el único modo en que puedo expresarme) pero me he rendido ante la tecnología.

Recuerdo un tiempo en que mi padre vivía en Nueva York mientras mi mamá, mis hermanos y yo vivíamos en Santiago. Siempre que alguien viajaba a República Dominicana el nos enviaba una carta. No una para toda la familia sino una para cada uno de nosotros. Entonces tenía como doce años, creo. Conservé cada carta por muchos años. Creo que al final sólo me quedé con algunas. Cada carta se parecía a la otra. Nada realmente especial; el hecho de escribirnos era especial en si. Siempre me decía que me portara bien, que ayudara a mi mamá con los quehaceres de la casa, que estudiara mucho, que cuidara a mis hermanos, que me extrañaba, que me amaba. No recuerdo que le contestaba. Seguramente no escribía nada muy personal ni le contaba sobre mis cosas más intimas. Siempre fui muy reservada con mis cosas, no sólo con él sino con mi mamá y mis amigos. No fue sino hasta hace poco que aprendí a hablar de mí, de mis vivencias y sentir. Eso lo aprendí de ese 'alguien' especial al que me referí anteriormente.

Hoy día siento más confianza al expresar lo que siento y pienso. Tal vez por eso no escribo tantas cartas. Recuerdo que en el bachillerato le escribia cartas a mi amiga Rosanna y ella igual correspondía. Las cartas eran extensas a pesar de estar en la misma aula, de vernos todos los días y de hablar por teléfono a menudo. En esas cartas contábamos lo que sentíamos por algun chico en el colegio, lo que sentíamos respecto a algo que nos había sucedido. Podíamos hacerlo personalmente pero había algo especial en la cartas. En ellas eramos libres. En ellas estaba basada nuestra amistad. Aún conservo cada carta. Después de mucho tiempo las volví a leer y me apenó tanto el hecho de que nuestra amistad no sea la misma, de que ya no seamos capaces de escribirnos y expresar el cariño que entonces sentíamos por cada una. Quizás no seamos las mismas amigas, quizás sólo hablemos de trivialidades cuando nos vemos pero, al menos quedan mis cartas. Ellas me acuerdan de quien fui, de quien eramos entonces cuando eramos más inocentes. Eramos adolescentes aprendiendo a vivir, deslumbradas por una mirada o una sonrisa. De no ser por esas cartas, esos momentos permanecerian en el olvido.

Por eso, vamos a escribir cartas, a decirle a alguien lo importante que es o simplemente digámosle hola, asi sea por medio del computador. No dejemos fenecer aquello que anteriormente mantuvo unido a familias, parejas y amigos a través de la distancia y el tiempo.