Me he hecho esa pregunta tantas veces. Rara vez encuentre palabras para definir ese ser tan complejo. Complejo al menos para mí, porque muchas personas consideran que ella es de pocas complicaciones y hasta cierto punto transparente.
Ella es mujer de carácter extrañamente pasivo; a veces me molesta su incapacidad para mantener firmeza ante determinadas situaciones. Será cobardía, miedo, inseguridad? No lo sé. Tantas veces le he reclamado su immutable sumisión ante el mundo, ante lo que se considera correcto o prudente. Prudencia... Y quién determina cómo deben ser las cosas, qué es correcto o bueno, malo? Aunque fue educada para seguir las normas establecidas por una sociedad hipócrita, poco a poco ella va deshilvanando las redes que la axfician y limitan; poco a poco va aprendiendo a volar, cada vez en nubes más altas. Le tomó mucho tiempo el descubrir que tenía alas y que habían otros horizontes mas allá del Caribe, sólo era cuestión de decidirse a emprender el vuelo y no mirar atrás. De ese modo llegó a estas tierras lejanas que desconocen de estrellas y plenilunios; donde el sol se esconde tras los rascacielos y la vida gira al compás de un reloj incesante.
Ella es mujer de carácter extrañamente pasivo; a veces me molesta su incapacidad para mantener firmeza ante determinadas situaciones. Será cobardía, miedo, inseguridad? No lo sé. Tantas veces le he reclamado su immutable sumisión ante el mundo, ante lo que se considera correcto o prudente. Prudencia... Y quién determina cómo deben ser las cosas, qué es correcto o bueno, malo? Aunque fue educada para seguir las normas establecidas por una sociedad hipócrita, poco a poco ella va deshilvanando las redes que la axfician y limitan; poco a poco va aprendiendo a volar, cada vez en nubes más altas. Le tomó mucho tiempo el descubrir que tenía alas y que habían otros horizontes mas allá del Caribe, sólo era cuestión de decidirse a emprender el vuelo y no mirar atrás. De ese modo llegó a estas tierras lejanas que desconocen de estrellas y plenilunios; donde el sol se esconde tras los rascacielos y la vida gira al compás de un reloj incesante.
La cuidad de Nueva York, con todo y su frialdad, no ha logrado quebrar el espíritu y fuerza de Joanne. La soledad le ha forjado una armadura; la ha vestido de una fuerte coraza para sobrevivir las tempestades y noches frías, para seguir caminando sin nada más que su sombra. Ahora, no vayan a equivocarase, tampoco quiero crear una imagen sombría, de un ser abandonado a su merced en el mundo; no, ella no está completamente sola. Ella cuenta con el amor inefable de los seres que le dieron la vida. También cuenta con amigos, pocos pero buenos. Quizás te preguntes, qué hace ella entonces en esta cuidad, sin su gente? Ni yo misma sé. Ella dejó todo un pasado atrás para supuestamente encontrarle sentido a su vida. Ella y sus dudas... No se sentía segura de su vida en el Caribe; aun amando las playas, los ocasos dorados y púrpuros, la brisa cálida y el sol ardiente, ella siempre questionaba cómo sería su vida de no haberse mudado a Santiago. Se sentia incompleta, como si hubiese dejado una parte de sí en la tierra que le vio nacer. Pero bueno, eso ya no importa, lo importante es hacia donde la llevarán sus alas.
Joanne ahora decidió estudiar literatura. La gente le pregunta qué puede hacer ella con eso y ella, felizmente y sin miedos, responde no lo sé. Y es que, qué importa que pueda hacer o no con la literatura? Qué importa si no obtiene un trabajo que pague muy bien cuando está haciendo lo que la hace feliz. Ella pasó cuatro años estudiando derecho dominicano mientras trabajaba en un bufete de abogados a fin de establecer relaciones y aprender un poco del medio en que pensó que estaria inmersa toda su vida. Todo por la paga, todo por ser “alguien”; por eso terminó de abogada cuando lo que siempre quiso ser fue maestra. Pero a los diecisiete años, qué sabe uno? No es que ella sea toda una erudita hoy día, que va, si le falta mucho por aprender, demasiado; pero el vivir día a día en un mundo real, con los problemas de “gente grande”, la ha hecho crecer, madurar y aprender de sus experiencias y hasta de las ajenas. Por lo tanto quiere hacer lo que le haga feliz, aunque tropieze y se decepcione de lo que encuentre en el camino, seguirá la vereda dictada por su corazón. A la m..... con todo aquello que la limita y axficia.
Entre otras cosas, es una “romántica empedernida” (como decía mi amiga Anita). Claro, el tiempo la ha despertado de su mundo de fantasías pero a veces noto que se pierde; comienza a volar hasta subir a una nube de la que luego se niega a bajar; y es que es terca, para colmo. Entonces trato de convencerla, de abrirle los ojos y cortarle las alas pero no puedo. Se queda entre las estrellas hasta que la realidad, de una pedrada, la tira al suelo. Cualquiera pensaría que la caída acabaría con ella pero, como dije, tiene una armadura que la protege. Ella se recupera y jura no volver a soñar, pero que va, siempre es lo mismo.
Siempre es lo mismo y sin embargo no lo es; no lo es porque cada experiencia es distinta y su reacción cambia con cada situación. Es por esta razón que a veces la desconozco y no sé qué esperar de ella. Cómo definirla si ella no permancece estática, si cambia con cada tropiezo o triunfo, los cuales a veces la fortalecen y otras veces la sumerge en una soledad abismal que ella parece disfrutar; ese retroceder es lo que me confunde. No se en qué momento me econtraré con la Joanne libre, sin miedos, forjadora de su propio destino, o con la otra, aquella que es triste, débil y dependiente de la dirección de otros. Es, definitivamente, en esta dualidad de caracteres donde yace la verdadera Joanne y mediante la cual se encuentra dividida su corazón, su pensar, su vida.
Escrito en el 2003
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