Casi las once de la noche y estoy traduciendo un documento que luego debo compartir con una compañera de clase. Nunca me han gustado los trabajos en grupo; demasiada presión el saber que alguien espera por mí. Me gusta hacer las cosas a mi manera y a mi tiempo. Claro, el hecho de que no sé administrar mi tiempo no me ayuda para nada. Los días se me van y al final no se qué he hecho con ellos. Hoy, por ejemplo, tenía una lista de cosas por hacer y vaya a ver si he hecho alguna de ellas. Fui al supermercado, recogí la ropa que iba lavar (aunque nunca fui) y… no puedo creer que en eso se me haya ido el día. Lo único que he hecho es comer. No sé si serán las hormonas que están revueltas o qué pero, luego de dos semanas de llevar mi dieta, hoy estoy que sólo quiero comer; llevo una rosquilla, un chocolate, un yogurt y un vaso de jugo ( y eso porque me contuve y no toqué las galletas y queso).
En fin, lo único bueno del lunes es que estoy lejos del refrigerador y el trabajo me mantendrá demasiado ocupada como para pensar en comida. Aparte de eso, el día de mañana no guarda nada interesante. Bueno, salvo el hecho de que mi hermanito viene a pasarse unas semanas en NY. ¡Qué felicidad! Veré a mi negrito lindo después de tanto tiempo. A ver si puedo sacar tiempo para compartir con él ya que el día de mañana, aún sin comenzar, ya me tiene estresada por la cantidad de cosas que me esperan.
Al menos esta semana no estaré tan ocupada como la pasada donde entre las clases, un taller de cuentos, una feria de libros, la entrega de una solicitud, una boda y una gripe repentina que tardó un día, apenas pude mantenerme de pie y sacar tiempo para mí. Fue una semana muy interesante y ojala más adelante pueda comentar sobre ella. Ahora, a terminar aquella traducción para ir a dormir. A ver si lo logro sin entrar a la cocina…
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