miércoles, 14 de enero de 2009

Decadencia






















Desaparecieron los hombres
el ir y venir de las embarcaciones
el tumulto sobre calles de adoquines
el crujir del muelle
los murmullos y la risa.
Decayeron los almacenes,
enmohecieron los ladrillos
y cesaron las espumas.

Crepó el silencio las maderas centenarias
prolongó los días
e hizo de él un estanque de parásitos
medusas blancas
centinelas de la muerte.

Su lenta decadencia
lleva un cúmulo de algas
de lluvias y de espera
mientras él
se mueve con el viento
con el roce de cuerpos ajenos
migajas que alimenten la idea de estar vivo.

Interior que como un ancla
cae para reducirse a polvo
llanto fluvial
ahogado en sus propias aguas.

(Foto de JR Photography)

6 comentarios:

  1. Joanne, me ha parecido fantástico el poema. Me ha gustado mucho su ritmo, todo lo que hay en cada imagen y en su conjunto.

    Me quito el sombrero y me inclino ante ti.

    Abrazos.

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  2. Es como para leerla en voz alta a la orilla del South Street Seaport.

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  3. Querida Ro,

    Me halagan tus palabras. Gracias por tu apoyo.

    Te envío un abrazo con el cariño de siempre.
    ---------------------------------

    Hola Víctor,

    Gracias por darte una vueltecita por aquí.

    South Street Seaport no estaría mal, pero te cuento que la foto fue tomada en Red Hook, Brooklyn, a partir de ahi surgió el poema.

    Abrazos.

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  4. Me encantó la cadencia del poema, muchísimo y como te va llevando armónicamente, es excelente, un beso

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  5. Algo queda en la memoria al terminar de leer este poema.

    Algo. No puedo precisarlo.
    Una nostalgia corrosiva.
    Un desasosiego.
    Un deseo de encontrar tu mano
    y estrecharla, y decirte:

    "Se parece tanto a lo que siento.
    Adivinaste mis temores.
    Retrataste el mundo que solo
    mi carne padece y sufre".

    En fin. De eso se trata.
    El poema es un trazo de sangre
    que las venas temen dejar salir.

    De tu mano, la sangre y el poema
    se confunden con el capricho del azar, a tiempo y espacio, a fuego
    y silencio.

    De tu mano, de tu ser, de tu alma.
    Todo y nada.
    La nada que emerge y se queda sorprendida en la foto que tomaste y en los sabios versos que gentilmente nos regalas.


    Joel Regalado

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