domingo, 31 de julio de 2005

"Lo demas era muerte..."

Acabo de ver la pelicula "The Disappearance of Garcia Lorca" (La Desaparición de Garcia Lorca) y no puedo evitar la tristeza. Tantas muertes, tantas luchas, tantos inocentes y tantos cobardes. Tantas muertes en nombre de ideales y al final, qué? Porqué, después de tantos siglos de muertes y de guerras, aún no tenemos derecho a la paz?



Aqui el poema declamado por Andrés Garcia en la pelicula:

Llanto por Ignacio Sánchez Mejías

LA COGIDA Y LA MUERTE

A las cinco de la tarde.
Eran las cinco en punto de la tarde.
Un niño trajo la blanca sábana
a las cinco de la tarde.
Una espuerta de cal ya prevenida
a las cinco de la tarde.
Lo demás era muerte y sólo muerte
a las cinco de la tarde.

El viento se llevó los algodones
a las cinco de la tarde.
Y el óxido sembró cristal y níquel
a las cinco de la tarde.
Ya luchan la paloma y el leopardo
a las cinco de la tarde.
Y un muslo con un asta desolada
a las cinco de la tarde.
Comenzaron los sones del bordón
a las cinco de la tarde.
Las campanas de arsénico y el humo
a las cinco de la tarde.
En las esquinas grupos de silencio
a las cinco de la tarde.
¡Y el toro, solo corazón arriba!
a las cinco de la tarde.
Cuando el sudor de nieve fue llegando
a las cinco de la tarde,
cuando la plaza se cubrió de yodo
a las cinco de la tarde,
la muerte puso huevos en la herida
a las cinco de la tarde.
A las cinco de la tarde.
A las cinco en punto de la tarde.

Un ataúd con ruedas es la cama
a las cinco de la tarde.
Huesos y flautas suenan en su oído
a las cinco de la tarde.
El toro ya mugía por su frente
a las cinco de la tarde.
El cuarto se irisaba de agonía
a las cinco de la tarde.
A lo lejos ya viene la gangrena
a las cinco de la tarde.
Trompa de lirio por las verdes ingles
a las cinco de la tarde.
Las heridas quemaban como soles
a las cinco de la tarde,
y el gentío rompía las ventanas
a las cinco de la tarde.
A las cinco de la tarde.
¡Ay qué terribles cinco de la tarde!
¡Eran las cinco en todos los relojes!
¡Eran las cinco en sombra de la tarde!

(Federico Garcia Lorca)

jueves, 28 de julio de 2005

Reminiscencia


Mi hermano, mi mamá y yo; Mi padre y yo.

Habrá mejor manera de retener un recuerdo que aquel momento detenido en una fotografia?

Pensaba en esa pregunta esta mañana mientras escuchaba a Amala contarme de la tristeza de su abuela debido a las lluvias torrenciales, o al Monsoon (monzón) que es parte de la tradición y vida en la India. Sucede que su abuela perdió practicamente todo. La casa que había sido construida por su abuelo (él murió en 1987) quedó inhundada bajo cinco pies de agua. Afortunadamente los vecinos, sabiendo que la señora vive sola, fueron a rescatarla y la llevaron a dormir en su casa. La cama de la abuela de Amala flotaba junto a las demás piezas de la casa. Las puertas de madera, hechas por su esposo, quedaron inservibles y al igual que los muebles. Al día siguiente la señora regresó a su casa en compañia de una de sus hijas. Todo estaba destruido. Lo primero que ella quiso salver (o lo primero en que pensó) fue su acta de matrimonio. Aún siendo viuda, ese papel la unía a su esposo, era recuerdo de inicio de su vida juntos. Lamentablemente no encontró el documento y, entre sollozos y con la promesa de volver por parte de su hija, la señora se marchó. Mas, no se marchó sola. En su mano llevaba una foto de su esposo que al parecer había sobrevivido el desastre.

Soy de las personas que nacieron para vivir de recuerdos, para querer retener cada momento, sea con mi cámera o un diario. No tengo fotos de mi tiempo en el bachillerato ya que no tenía cámara y tampoco con qué comprarla. Fue una de las etapas más bonitas de mi vida y me siento feliz de haber plasmado parte de ella en mis diarios. Hoy día trato de retratar cada momento que me provoca una sonrisa, casa reunión con mis amigos y familia. Y es que me encanta mirar hacia atrás, reirme al ver una foto y recordar alguna locura, alguna conversación que, aún silente en una imagen, queda guardada en ese instante estático y eterno.

Ese amor u obstinación con el pasado es lo que me hizo traer de Santiago las fotos de mi infancia. Mi mamá me regaló el albúm porque sabía lo mucho que esas fotos significan para mi y el cuidado que con ellas tendria. Mirando las fotos, realmente no puedo hacer conexión con recuerdo alguno ya que estaba muy pequeña; sin embargo, me traen tranquildad, felicidad de saber que tuve una niñez llena de amor y alegria. En ellas veo el amor de mi mamá, la ñoñeria de mi papá conmigo, la unión de la familia de mi madre y lo poco que ha cambiado el matrimonio de mis padres. Habrán cambiado su forma de vestir y su peinado, pero el amor entre ambos sigue igual, quizás más fuerte.

Comprendo el dolor de la abuela de Amala. No sé qué haria si perdería mis fotos, mis libros, mi música, mis cartas y mis diarios. En ellos está Joanne. En esas cosas materiales, tangibles y quizás de poca importancia para muchos, está mi presente, mi pasado y, ¿por qué no?, mi futuro. Ellos me acompañan y son un constante de la persona que soy y que no debo cambiar. Ellos reflejan mis sonrisas y tristezas, mis días de lluvia y de sol.

miércoles, 27 de julio de 2005

Qué calor...

Qué calor hace. No quiero irme de la oficina para no sentir la humedad y el aire sofocante. No hay cosa peor en NY que esperar el tren cuando la temperatura está cerca de los cien grados. No se puede respirar, no se puede evitar el sudar y, para colmo, los trenes están repletos de personas. Mejor me quedo tranquila y espero a que pase el "rush hour".
Supuestamente va llover esta tarde. Estoy esperando a la lluvia con ansias a ver si se acaba esta humedad. Lo que es la naturaleza; aqui esperamos la lluvia mientras que en la India los aguaceros han tomado la vida de cientos de personas. Ojalá que la madre naturaleza se apiade de ellos y que amaine la lluvia.

martes, 26 de julio de 2005

Esta mañana en el Village

El Arca de Washington Square Park (foto tomada por Joanne).

Esta mañana perdi mi parada en el tren. Tuve que quedarme en West 4th. No estuvo mal el caminar unas cuadras de más. Nunca está de más el caminar en Greenwich Village. Deberia pasar más tiempo en esta parte de la cuidad, aprovechar la eccentricidad del lugar y la gente. Me encanta pasar por el parque de Washington Square. A las 9:30AM se estaban levantando algunos de los que duermen en el parque. Un hombre recogia su sábana y almohada buscando la sombra de un árbol. Durante el verano, el sol en Nueva York se siente desde temprano, y mas en dias como hoy en que la temperatura se siente sobre los cien grados. Observé al señor acomodar su sábana sobre la grama, a unos pasos de otro señor que parecia estar descansando después de una tanda de ejercicios (obviamente éste no habitaba le parque). Cerca de él, una señora que al parecer habia comenzado su dia temprano y quiso compartir la misma sombra para descansar en silencio antes de seguir con su rutina. Eso es Nueva York. No hay árbol que sea demasiado pequeño para no poder ser compartido por personas de distintas partes de la sociedad, de distintas culturas y posición económica. Claro, eso es en el Village, o “Downtown”, como es llamado la parte baja de Manhattan. Supongo que en el Upper East Side (parte alta del lado Oeste de la isla) las cosas no son asi pero, ese no es el Nueva York que conozco o del cual me interese ser parte. El Nueva York que conozco y amo es ese lleno de estudiantes, artistas, músicos, profesores, cafés, bares y restaurantes de todo tipo. Aquel en que hay de todo y para todos (Vitrina de una tienda de tatuajes).

jueves, 21 de julio de 2005

De Amores y Treguas


Acabo de terminar de leer "La Tregua", de Mario Benedetti. Tremendo libro. No pude evitar la sorpresa y claro, la tristeza. No quiero arruinarle el final para aquellos que no han leido el libro y, por tanto, no les diré el motivo de mi afflicción. Siempre me pasa lo mismo; me transporto al mundo del personaje y voy sintiendo su dolor, su alegria, su amor y hasta su odio. No pude evitar sentir lástima por Martin Santomé. Senti su pesar como si fuese mio.

En cierta forma nos parecmos, Martin y yo. Al igual que él, vivo questionando mi existencia, el tiempo y la forma en que lo utilizo, el amor que llevo dentro (si es que es amor). En fin, me la paso dudando, buscando aquello que me llene para luego darme cuenta de que, o es muy tarde, o eso que crei darme algo de alegria no fue más que invención mia. Cuenta la madre de Laura Avellaneda (amor de Martin en la novela), que,

"la verdadera felicidad, es un estado mucho menos angélico y hasta bastante menos agradable de lo que uno tiende a siempre a soñar. Ella dice que la gente acaba por lo general sintiéndose desgraciada, nada más y que por haber creido que la felicidad era una permanente sensación de indefinible bienestar, de gozoso éxtasis, de festival perpetuo. No, dice ella, la felicidad es bastante menos [...] y es seguro que muchos esos presuntos desgraciados son en realidad felices, pero no se dan cuenta, no lo admiten..." (87).

Acaso seré yo una de esos “desgraciados”que tienen la felicidad de frente y la ignoran? Será que ando buscando ese estado de extasis, aquello que se siente en el estómago, aquello que se siente en los huesos al debilitarse con sólo ver unos ojos o escuchar una voz. Hace mucho que no siento ese pesar divino que trae consigo el amor, ese dolor que quiebra y al mismo tiempo fortalece. Sucede que me encuentro en una encrucijada y es precisamente ese “festival perpetuo” que ando buscando. Puede que Martin tenga razón al describir la felicidad como aquello que sintió al lado de Avellaneda en una tarde lluviosa:

"Me acerqué, yo también miré como llovia, no dijimos nada por un rato. De pronto tuve conciencia de que ese momento, de que esa rebanada de cotidianidad era el grado máximo de bienestar, era Dicha” (98).

Sin necesidad de palabras o gestos, Martin reconoció aquello que le bastaba para ser feliz: la existencia y compañia de Laura, nada más.

Benedetti me ha puesto a analizar aquello que tengo tan cerca y de lo cual espero tanto. De no conformarme con ello, tomo otro camino y sigo buscando? Quizás en verdad mi felicidad radica en aquello que no me llena, mas me hace sonreir y ofrece tranquilidad.-

PD: Gracias Gregorio Espinal por recomendarme este libro. Me ha encantado. Ojalá pudiera discutirlo contigo. Espero te encuentres bien.


Citas extraidas de:
Benedetti, Mario. La Tregua. Buenos Aires: Sudamericana, 2005.

sábado, 16 de julio de 2005

De Regreso

Estoy de vuelta. Regresé el Lunes y sólo hasta hoy pude sentarme a escribir. Difruté de mi viaje aunque no fue como esperaba. Me enfermé apenas sali del avión. No sé si seria la humedad o el calor del Caribe que, despúes de pasarme un dia entero bajo aire acondicionado, me sofocaba. Habia olvidado lo caliente que es República Dominicana en el verano. Agripada y sin deseos de hacer nada, me pasé los primeros tres dias en casa. No quise llamar a nadie, estaba incómoda, molesta y queria regresar a Nueva York. Aún no comprendo porqué me sentia asi. Pero bien, llegado el viernes fui a Puerto Plata para asistir a la boda de Yasmin. Tenia reservaciones desde hacia un mes en el hotel Iberostar (que por cierto, no me encantó). Ese viernes, durante la cena, pensé que moriria del calor. Tuve que regresar a la habitación para refrescarme porque nunca en mi vida habia sudado tanto y pensé que estaba grave (no exagero). No sé si seria porque se acercaba el huracán Denis y con él, las lluvias de los proximos dias, pero ese fin de semana hizo un calor insoportable. Afortunadamente estaba en la playa y como esperaba tomar mucho sol y disfrutar de las olas y mar cálido, pude soportar la temperatura.

A partir del Lunes, los dias fueron dedicados a mis padres. Con ellos fui a Rio San Juan, donde pasamos una noche. Visitamos la Laguna Gri-Gri (no la conocia) y tomamos un bote hacia el mar donde pasamos por la Cueva de las Golondrinas, una playa preciosa cuyo nombre no recuerdo; otra playa que le dicen “la picina” por la transparencia del agua y la arena nivea. Pasamos por encima de unos corales y una playa que hace mucho tiempo era conocida como la playa de los muertos, según el guia. Supuestamente esa playa era un cementerio hasta que un ciclón o huracán arrasó con las tumbas. El gran huracán que azotó a Puerto Plata el verano pasado también afectó mucho a la Laguna Gri-Gri. No se parecia a las fotos que habia visto de ella ya que los vientos del huracán derribó gran parte de los árboles. Ésa fue la mejor parte de mi viaje. Mis padres estaban felices y yo disfruté tanto de la belleza del mar, de los riscos que con el tiempo habia adqueridos formas extrañas y de la tranquilidad que en ese momento se respiraba.

En fin, las lluvias no me dejaron disfrutar más del sol y de la playa pero aún asi logré bronzearme un poco. Lamento mucho no haber visto a la mayoria de las personas que queria ver. A muchos no los llegué a llamar y a ellos les ruego me disculpen. Los dias se fueron tan rápidos y mi estado de ánimo no era la mejor compañia. Quiero volver en Diciembre para poder hacer esas visitas que habia prometido y hablar con mis viejos amigos y compañeros. Ojalá no estén molestos conmigo.

Foto tomada por Joanne en Rio San Juan (al salir de la Laguna Gri-Gri).

Fotos en RD

Foto de los corales visto desde el bote.

Joanne tomándo piña colada en playa Sosúa.

Puesta de sol en Playa Sosúa, Puerto Plata.