sábado, 2 de abril de 2005

Un Túnel Oscuro

He aqui algo que escribi en Octubre del 2003 cuando viajaba en el tren, a eso de las diez de la noche (quizás mas tarde), en una parte de la cuidad totalmente desconocida para mi. Nunca se lo he dado a leer a nadie porque me parecia incompleto pero, como se me ha hecho dificil volver a él y corregirlo , he decidido dejarlo asi. Aqui va:


Un Túnel Oscuro

Despues de analizar por media hora tu miserable existencia, sales de la oficina con una expresión de tristeza digna de pena y misericordia. Sabes que tu rostro le dice al mundo de tu angustia mas nadie lo nota; todos te miran como una persona más del montón, una mujer más de las millones que caminan por las calles neuyorkinas. Y es que esta cuidad no es como Santiago, no; aqui nadie notará tu lamento ni te preguntará qué te sucede. Anhelas que alguien se te acerque y te interrogue, un hombre que por lo menos coquetee contigo bajo la impresión de que al estar en estas condiciones serias fácil presa. Pero no, nadie nota tu presencia y sigues caminando hacia la estación del metro.

A estas horas no hay mucha gente abordo del tren. La mayoria de las personas han llegado a sus casas, por lo tanto te encuentras con varias sillas vacias y tomas una de lado de la ventana. Miras a la pareja al extremo del vagón y sus risas te llenan de envidia. Llevas dos años en esta cuidad y sigues sola, tal como lo estabas en Santiago. La única diferencia es que por lo menos en Santiago contabas con algunas amigas, sin embargo aqui, te la pasas recorriendo las calles sin nadie con quien hablar, de tienda en tienda tratando de llenar ese vacio con zapatos nuevos. Miras hacia el suelo y sonries al ver las maravillosas botas que compraste a mitad de precio. Inmediatamente desaparece tu sonrisa al pensar en lo inútiles que son tus Enzio Angiolini cuando no tienes nadie que te diga que te quedan muy bien, como tampoco con quien salir y lucirlas. Botas estupidas!, dices, y miras de reojo a la pareja intercambiando besos y abrazos. Hace tanto que no sientes la humedad de unos labios en tu cuello, manos cálidas que recorran tu cuerpo, o el aliento cálido de un susurro en tus oidos. Cuánto darias por ser esa mujer que fijamente mira a su hombre y sonrie.

-No sé de qué te quejas, no hace mucho estabas enamorada y feliz de la vida; no siempre se puede estar en las nubes.- Mentira. Te dices eso para aliviar un poco tu dolor pero sabes que en verdad tu crees merecer ser féliz, vivir en un encantamiento eterno; sinembargo, tu situación es la contraria y por eso cuestionas tu existencia, convenciéndote de lo triste y vacia que es tu vida. Piensas en él y recuerdas la última noche en que estuvo en tu apartamento. Nunca imaginaste que una semana después él desapareceria de tu vida para siempre. Sin una llamada ni un adiós, él decidió alejarse. Desde entonces te has sumido en un abismo de agonia insoportable, donde tu futuro no existe y el presente en un espacio fútil que llenas de monotonia. El único constante es un pasado que has vestido de luto y al que evocas cada dia.

Miras hacia la ventana y lo único que ves es el túnel oscuro. Comparas tu vida con la vida de los rieles y notas que no son muy distintas; ambas viven en oscuridad, solas apesar de las millones de personas que ven a diario y con una perpetua monotonia a cuestas. Todos los dias el mismo afán, vivir por vivir, existir para ocupar un espacio mas en un mundo de incomprensible realidad. Pero por lo menos los rieles no sienten, no son mas que hierros gastos por el tiempo y el peso de las millones de personas que por ellos transitan. Tu, sin embargo, si sientes, es mas, te ahogas dentro del maremoto creado por tu persistente afán de alimentar tu desdicha inmerecida.

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