domingo, 6 de noviembre de 2005

"Mujeres: Ser o hacerse, esa es la cuestión"

Me gustaria compartir con ustedes un texto que encontré en el blog del cientista político Patricio Navia. Escrito por María Laura Gargarella, el texto titulado "Mujeres: Ser o hacerse, esa es la cuestión" trata sobre lo que es ser mujer o más bien, lo que muchos consideran ser mujer. Es un gran artículo.

5 comentarios:

  1. No soy mujer, pero me he criado rodeado de ellas. Todo lo que dice María es lamentablemente cierto, estrepitosamente real. Las sociedades y los poderes fácticos han hecho de la mujer lo que es, exigiendole más que a nadie: estar bellas segun los cánones, trabajar fuera y dentro del hogar y luego situarlas como ceros a la izquierda. No es, en absoluto, justo. Llegados a este punto y habiendo reconocido que las cosas son mejorables, cabe hacer una reflexión profunda sobre que es la mujer y que papel quiere en este mundo. Pero esta reflexión debe proceder de las mismas mujeres, son ellas las que deberan alzarse y exigir aquello que crean necesario.

    No es sencillo. Hago un llamamiento, con el permiso de Joanne, a las mujeres que siguen el blog: expresen sus ideas sobre como les gustaria ser consideradas en la sociedad, sobre sus aspiraciones y los impedimentos que encuentran. Podemos abrir un foro de diálogo interesante y compartir ideas :D

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  2. Toy cansá, tengo sueño, tengo hambre, me duele la garganta, me incomodan los oídos, la gripe se avecina, estoy despeinada, los mosquitos me pican las piernas, las manos necesitan crema hidratante, tengo una llaguita en la boca, los lentes de contacto me molestan....¡eso es ser mujer!

    En serio, mañana, cuando me recupere, leeré con calma el ensayo y diré mi opinión. Me gusta la idea de un diálogo en torno a este tema.

    Abrazos,

    Ro

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  3. Es muy cierto, es muy buen artículo, y tiene mucha razón, aunque hemos avanzado mucho todavía hay muchos resabios, sobre todo en las mujeres del campo. ¿Y que decir de las mujeres en los países islámicos? la religión y sus dogmas las consume...

    En fin, tenemos que seguir luchando por muchas cosas.

    Muchos saludos para ti.

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  4. Magda, querida Magda, atribuir al islam la situación de desigualdad social en paises de confesión musulmana es un reduccionismo altamente simplista, fomentado, por otra parte, por todos los medios de comunicación del globo. Es cierto que la situación no és buena, pues existen desigualdades sociales MUY preocupantes (repito: MUY preocupantes). Es más, la situación para la mujer en estos paises puede llegar a ser MUY mala. Pero esto, Magda, no es -al menos en su totalidad- culpa o consecuencia de los dogmas creídos a pies juntillas, és más bien el resultado de una sociedad y un poder patriarcal, fálico. En otras palabras: machismo. No es necesario irse al Magreb para ver injusticias sociales. En Occidente también han existido y existen desigualdades e injusticias contra la mujer: sueldos precarios, exclusión social, malos tratos... Aquí, en España, cada semana muere alguna mujer en manos de su querido maridito. La gente se escandaliza, se lleva las manos a la cabeza y dice: "Dios Santo! Que inhumano! Cuanta crueldad!". Pero si sucede al otro lado del Mar Mediterráneo la gente dice: "Son musulmanes..."

    Dicho lo cual y volviendo al tema de la mujer en el mundo -a pesar de su religión y nacionalidad-, para que cosas se necesita seguir luchando, Magda? Y los más importante: cómo se va a luchar?

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  5. Ya estoy mejor y lúcida.
    Acabo de leer el artículo y me encantó. Como dice Tipo Corriente, todo lo que escribe María es cierto. Desde la primera letra a la última.

    Tipo Corriente propone que las mujeres que escriben en el blog de Joanne hablen de cómo les gustaría ser consideradas y sobre nuestras aspiraciones y los impedimentos que encontramos.

    Te comento un poco de mi caso.

    Yo nací en un país caribeño, misógino y tercermundista. Aquí, como en otras latitudes del mundo, el hombre es el centro del universo y las mujeres somos satélites que giramos en torno a ellos.

    A los diez años le pregunté a mi madre porqué una mujer debe casarse siendo virgen. Mi madre me respondió que la mujer no tiene porqué casarse virgen pero que era "conveniente" que así fuera para evitar que la gente "te trate mal". Una manera bonita de decir que hasta hace un par de años (y todavía)una mujer que no era virgen era una puta, una perra y una mercancía defectuosa que ningún hombre estaba dispuesto a adquirir (disculpen el lenguaje descarnado pero esa es la realidad). Pero eso lo descubrí cuando cuando tuve mi primer novio, cuando empecé a dormir fuera de casa, cuando exigí respeto por mi manera de ver la vida y tuve que ganármelo a sangre y fuego, simplificándole el camino a mis hermanos menores.

    Cuando tenía 18 años asistí a una reunión en la que los "intelectuales" me mandaron a callar y me dijeron que con sólo abanicar mi melena ya era suficiente. Al llegar a la casa tomé unas tijeras y casi me deje la cabeza rapada. En la peluquería hicieron magia conmigo, duré más de un año sin necesitar un peine y gracias a mi error y mi acto impulsivo duré varios meses sintiéndome "castrada", extrañando mi cabello y llorando en las noches por la pérdida de algo que me gustaba y que perdí gracias a mi estupidez ya que para que me escuchen no debo cortarme la melena. Les aseguro que existen otros métodos más efectivos.

    Durante el tiempo que estuve trabajando en el Listín Diario (periódico de RD) me sentía miserable al ver que mis compañeros de trabajos hacían comentarios morbosos y groseros sobre las mujeres, aprovechaban cualquier oportunidad para intentar tocarme una teta, si iba con escote era un escándalo nacional, en ocasiones me decían "Barbie" y no tenían reparos en decir públicamente que se habían masturbado a nombre mío o en querer preguntarme cuántos polvos había hechado la noche anterior (vuelvo a disculparme por el lenguaje descarnado). Gracias a mi capacidad de abstracción y a mi temperamento fuerte, pude realizar mi trabajo pero no podía evitar sentirme molesta, en especial al ver que nuestro jefe callaba ante los jueguitos y hasta los celebraba, y que mis compañeros periodistas y fotógrafos (gente que supuestamente debía tener una sensibilidad y tacto especial) eran bufones, criaturas ordinarias y grotescas que me recordaban ciertos personajes literarios.

    En el mundo literario también la situación ha sido complicada. Por ser mujer los escritores entienden que yo sólo puedo escribir sobre temáticas femeninas y casi siempre me invitan a hablar sobre "la mujer en la literatura", como si fuera de lo único que sabemos las creadoras. Es común también que me pidan que organice recitales de mujeres con temática erótica, como si sólo la mujer escribiera de esos temas.

    La conferencia sobre la mujer en literatura de la feria del libro la acepté para desmitificar y puntualizar algunos puntos que me apetecía abordar y en un recital de poesía erótica escrita por mujeres que me pidieron organizar, muchos se sorprendieron al ver que la mitad de los lectores eran hombres... algunas reglas están para romperlas.

    Desde que me sumergí en el ambiente literario he tenido que soportar (muchas veces mordiéndome la lengua para pasar por elegante cuando en realidad soy un poco bestia) que digan que si soy amante de fulano, que si soy lesbiana, seguro que sí porque mira esa foto con otra mujer que aparece en su libro, que si soy una ninfómana, que si soy una esquizofrénica que no sale de un psiquiátrico... pero por lo general la mayoría de los comentarios son de índole sexual... lo que me lleva a preguntarme, ¿por qué la sexualidad femenina es tan interesante para los hombes e incluso para las otras mujeres?

    Algo que me ha resultado curioso es que muchos de los ataques y discriminaciones que he vivido no siempre provienen de los hombres. En muchos casos han sido de otras mujeres. Sí, así como lo leen. Resulta que las mujeres somos nuestras principales enemigas en lugar de ser aliadas, somos las que primero señalamos con el dedo a la otra cuando abre sus piernas y ofrece su sexo, no perdonamos un maquillaje incorrecto o un vestido desafortunado. Estamos moldeadas para seguir el estereotipo y criticar a aquella que se salga de él y jueguetee con otras opciones.

    En mi caso en particular, me caen muy bien los hombres, los adoro...¡Pero me caen mejor las mujeres! No puedo dejar de identificarme con las criaturas de mi sexo, sentir empatía por sus dolencias, alegrías y desvaríos. Jamás permitiría que en mi presencia una mujer sufra algún tipo de vejación (tampoco un hombre, pero es más frecuente encontrar a la mujer en esa situación) y puedo decir con alegría que tengo muy buenas amigas.

    Sin embargo, tampoco puedo ocultar que me irritan hasta el salpullido las dominicanas porque bailan al compás de la música que le han puesto y que ellas entienden es la única melodía a seguir. A diario tengo que luchar con ideas preconcebidas, mitos, tabúes, miedos y frustraciones de otras mujeres e intento ayudarlas o por lo menos mostrarles otras perspectivas, pero muchas veces me canso. Aquí hace falta muchaaaaaaa educación. Por eso es que siempre he considerado como positivo que la gente viaje y entre en contacto con otras culturas y formas de vida, porque eso enriquece y amplia la mirada de los seres humanos.

    Por cierto, estas son tan sólo un par de anécdotas de las cosas que yo he tenido que vivir. El listado podría llenar varios cuadernos. Imagino que cada mujer tiene un rosario de situaciones difíciles que debe afrontar.

    Tipo Corriente pregunta qué esperamos nosotras. La verdad es que yo NO espero. Yo salgo a la calle y tomo. Es decir, ejerzo mi derecho y ELIJO, en lugar de ser una entidad pasiva y receptora, ser una ciudadana activa, participativa, crítica, responsable y al mismo tiempo demandante.

    Las mujeres estamos tan acostumbradas a la ABNEGACIÓN que nos hemos olvidado que nosotras también podemos pedir.

    Todos los días, cuando me levanto, tengo que preocuparme por mantener el cabello limpio y hermoso, oler a Givenchy, tener el vientre plano, ni un grano en la cara y depilarme todas las áreas en donde el vello haga aparición.

    Tenía una señora que venía a casa y la despedí porque me interrumpía cada cinco minutos y me ponía histérica (además, no era buena empleada), así que debo ocuparme de que la casa brille como una tacita de porcelana (y es una casa grande, sí señor).

    Debo escribir, leer los periódicos, preparar comidas, pensar, soñar, atender a Iris (la perrita) y un montón de cosas más.

    Sin embargo, contrario a sentirme agobiada o una víctima, debo confesar que me siento a gusto y disfruto las cosas que hago.

    ¿Por qué? Porque yo ELEGI el tipo de vida que llevo, porque yo ELEGI despedir a Doña Juana, porque yo ELEGI escribir, porque yo ELEGI que me gusta sentirme hermosa, suave y olorosa (no sólo para mi hombre u otras mujeres, sino también para mí misma, para mi disfrute y satisfacción personal). Pero yo también elegí que mi compañero participe y sea responsable, que se corte el cabello y se pase un exfoliante por la cara, que me asuma como su igual y no como su costilla, que ande conmigo, que me ame y me haga el amor de todas las maneras posibles, sin avasallarnos el uno al otro. Pero entiendo que no todas las mujeres tienen la opción de elegir (como el caso de las musulmanas) porque tienen que enfrentarse contra todo un sistema, leyes, dogmas y una cultura que se impone a todo.

    Debo admitir que muchas veces todo se me complica e intento que las cosas sean sencillas y suaves como los pétalos de una Rosa. Pero no dudaría en usar mis espinas de ser necesario.

    Por otro lado, Tipo Corriente también pregunta porqué se necesita seguir luchando y cómo se va a luchar. Yo creo que se necesita seguir luchando porque las mujeres somos criaturas interesantísimas que aún no han mostrado todo su potencial a la humanidad (aunque ya hemos dado muchos avances), porque no nos interesa volver al matriarcado sino disfrutar de una situación igualitaria, justa y gratificante para todo el género femenino. Además, porque los hombres y las mujeres del planeta necesitan tener algo porqué luchar, un sueño, un idea qué defender. No me concibo en una sociedad conformista y que no espera nada. Es necesario seguir luchando para que mi madre no vuelva a derramar una lágrima por haber sido tratada como un trapo, ni tu madre, ni cualquier otra mujer que ya está harta de ser "la mujer rota" de la que habló Simone de Beavoir. Porque todas nosotras lo que queremos es SER. Así como es el agua y la rosa, como es el vuelo y la espuma. Nosotras tan sólo queremos ser sin sentir desgarres ni cortaduras.

    ¿Cómo se va a luchar? Con foros como estos, por ejemplo.

    Abrazos,

    Ro

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