“Y, al volver, obsesionado por esta visión, trataba yo de analizar mi repentino dolor y me dije: Acabo de ver la imagen de un anciano hombre de letras que ha sobrevivido a su generación [...]; de un viejo poeta sin amigos, sin familia, sin hijos, degradado por su miseria y la ingratitud pública, y en la barraca en la que el mundo olvidadizo no quiere entrar”. Charles Baudelaire, "El Viejo Saltimbanqui".
Todo en ti luce oscuro, refleja tragedia y pesimismo, repulsión hacia lo humano, al amor que nunca encontraste y al que siempre escondiste en la sombra de tu lecho. Cuán fácil resulta lanzar a un hombre al abismo; es la salida más factible cuando sus palabras y su pluma parecen difusas, quizás reticentes; resulta tan simple empujarlo hacia lo más hondo del vacío, del hueco en que yace toda bazofia humana. Te dejaste llevar por el influjo del resentimiento inútil que trazó tu camino de lobreguez y vistió tu alma de mal. Mas no siempre fuiste sombra, aquellos que desterraron tu alma olvidaron que ellos, hombres al fin, fueron presos del egoísmo, de ese júbilo egocéntrico que no ve más allá de sí.
Todo un tumulto y a la vez un enorme vacío; en el festejo se ignoró al anciano que, ya inservible para quienes en antaño se sirvieron de él, se escondió tras su tristeza para contemplar a distancia la alegría que el ya desconocía. Sólo tu alma taciturna vio al hombre que, enterrado en su propia sordidez e indigencia, poco a poco moría. Su ropaje roído por el olvido y el tiempo, sus ojos detenidos en la algarabía, extático ante esa realidad que tras los años iba consumiendo su mísera vida.
Cuanta ironía trajo consigo el sol aquella tarde. Tú, que habitas en lugares umbríos, fuiste testigo del verdadero sentir del hombre y de la pobreza que lo une a ese viejo olvidado; sufriste como él, el dolor inefable del desequilibrio social. Una ineludible interrogante escapa mis labios: ¿Acaso fuiste tú ese anciano olvidado, ese ‘hombre de letras’ refugiado en la soledad, enterrado en harapos y disfraces que ocultan su verdadero ser? ¿Es posible que hayas reflejado en él tu propia vida e inevitable destino?
Siglos han pasado desde entonces y la multitud aún se detiene ante la puerta que separa su egotismo del dolor ajeno, permanece distante a tanta pobreza, a la senectud de aquellos que agotaron sus fuerzas forjando vanas esperanzas, soñando una utopía. Tú, poeta que socavó en su frustrada tristeza y rechazó todo níveo sentir, fuiste capaz de adentrarte al alma de aquel viejo saltimbanqui y descubrir, entre la fusión de sonrisas, música y una mirada perdida, la realidad perenne e inmutable de un mundo que gira sobre un eje de lamentable mentira y porquería.
7 de agosto de 2001
Hola Joanne!
ResponderEliminarTu escribiste este texto?
Hola Joel,
ResponderEliminarSi, eso lo escribi en el 2001 inspirada en el text de Baudelaire que aparece arriba. Es ese entonces manejaba mejor el español.
Saludos,
Joanne
Joanne, este texto nos permite apreciar tu dimensión humana.
ResponderEliminarRo
P.D. ¿Cómo es que conservas todos esos textos de hace años? Me asombra y me gusta esa cualidad tuya.
Fijate Joanne que me ha gustado mucho esta prosa tuya. Advierto en estos parrafos un lenguaje mas elaborado y culto y noto que posees una especial elocuencia y un tono bien particular y propio para describir y narrar.
ResponderEliminarLei en tu otra pagina personal el otro escrito donde hay un dialogo con el mar y me encanta. Sospecho que posees una habilidad en la escritura que solo nos muestras a cuentagotas.
Ademas ese poema de Prometeo que anda por ahi es uno de tus mejores!
Grata sorpresa me das Joanne...
Un abrazo cariñoso,
Joel.
Hola Ro,
ResponderEliminarSi supieras las cosas que tengo guardadas. Lo conservo todo. Incluso, creo que tengo en mis archivos una copia de los poemas de Tinta Fresca; creo que es de alguna vez en que estabamos preparando una antologia, no recuerdo bien. Pero si, te sorprenderias las cosas que siempre llevo conmigo y que incluso me traje de Santiago.
Besos,
Joanne
Hola querido Joel,
ResponderEliminarGracias por tu lindo comentario. Me parece que en aquel entonces escribia mejor, no sé. Es que después de mudarme a NY no he tenido el tiempo para leer todo cuanto he querido y en mi afán por mejorar mi inglés he descuidado el español. Ahora me encuentro luchando entre dos idiomas y eso no ayuda para nada mi prosa.
Me alegra de que te haya gustado mi carta al mar; es de mis favoritas. Ah, y no sabia que habias leido el poema de Prometeo. Ese poema es viejo, también escrito en Santiago. A mi me impresionó mucho esa historia cuando la lei y por eso el poema.
Ojalá fuera cierto eso de que sólo les muestro mi habilidad a cuentagotas. Aún me falta mucho por aprender!
Abrazos,
Joanne