Te miras en el espejo y notas lo mucho que has cambiado. No fue sino hasta hace poco que me te diste cuenta de que es cierto eso de que los años no pasan en vano. Siempre te dicen lo mismo, "No has cambiado en nada, estás igual a la última vez que nos vimos". Mentira. No sabes explicar con exactitud en qué ha cambiado tu rostro, pero sabes que no es el mismo. Para confirmar todo esto, ayer encontraste una hebra blanca en tu cabello. "Que vanidad!", dirán los demás. Si, sabes que en el mundo hay problemas más graves en que pensar, que dichosos aquellos que...., etc., etc. Sin embargo, te convences a ti misma de que en determinado momento, todos piensan en estas trivialidades. ¿Y cómo no evitarlo? ¿Cómo no evitar pensar en los cambios físicos que atraviesas cuando, después de pasar un día completo en la soledad de tu apartamento, te miras en el espejo sólo para encontrar que la imagen misma te grita "estás sola". Entonces te preguntas cuanto tiempo estarás asi, cuanto tiempo pasará antes de que tu corazón decida lanzarse, antes de que él encuentre ese "alguien" que esperas. El tiempo está corriendo, la vida te está pasando por el frente y no estás construyendo recuerdos para cuando llegue el momento de sacar cuentas.
Queriendo escuchar una voz confortante que aniquilara el silencio abrumador llamas a tu madre. ¿Cómo decirle de tu soledad? ¿Cómo decirle que extrañas su abrazo sin ponerte a llorar y de paso mortificarla? Hablas con ella con un nudo en la garganta; hablas pausadamente para evitar sollozar y tener que admitir tu tristeza. El tiempo está corriendo y no tienes a tu lado las personas que más amas en el mundo. ¿Cómo no pensar en los cambios, en la vueltas misteriosas que toma tu vida, en las noches de soledad que se repiten más veces de lo que querido? Ya no eres una niña pero cuánto quisieras serlo. Y si, reconoces estar comportándote como una cobarde, como alguien que teme enfrentar el futuro y busca refugio en una vida en que todo era menos complicado. Pero, ¿Qué importa que te tachen de cobarde? ¿Que importa admitir el miedo, el terror a llevar una vida vacia, a mirar hacia atrás un día y aceptar que dejaste pasar los días en vano? Tienes miedo. Ahi está. Esa es tu verdad.
Queriendo escuchar una voz confortante que aniquilara el silencio abrumador llamas a tu madre. ¿Cómo decirle de tu soledad? ¿Cómo decirle que extrañas su abrazo sin ponerte a llorar y de paso mortificarla? Hablas con ella con un nudo en la garganta; hablas pausadamente para evitar sollozar y tener que admitir tu tristeza. El tiempo está corriendo y no tienes a tu lado las personas que más amas en el mundo. ¿Cómo no pensar en los cambios, en la vueltas misteriosas que toma tu vida, en las noches de soledad que se repiten más veces de lo que querido? Ya no eres una niña pero cuánto quisieras serlo. Y si, reconoces estar comportándote como una cobarde, como alguien que teme enfrentar el futuro y busca refugio en una vida en que todo era menos complicado. Pero, ¿Qué importa que te tachen de cobarde? ¿Que importa admitir el miedo, el terror a llevar una vida vacia, a mirar hacia atrás un día y aceptar que dejaste pasar los días en vano? Tienes miedo. Ahi está. Esa es tu verdad.
este post está muy bueno, incluso me lo imaginé como si fuese una novela. Si hubiese leido sólo este pedazo de ella, me hubiese decidido a leerla completa, de verdad.
ResponderEliminarPor otro lado, hay algunas ideas que me hicieron sentido, quizas no exactamente pero me identifiqué de alguna manera, gracias porque ayudó a verme.
Hola, en verdad tu post expresa muy bien algunas cosas que siento. La soledad que se siente al ser extranjera en un lugar donde no existen los que uno ama,en los que realmente uno está sola en medio de un mundo tan extraño y ajeno. Siento ese miedo y esa soledad que sale del fondo de los huesos. Y uno solo puede decir por teléfono "oh! si todo está maravillosamente bien" cuando en realidad, solo quiere acobijarse en un abrazo de amor y sentirse pequeñita.
ResponderEliminarSuena tonto? Gracias por este post.
Y lo peor es cuando hablas con esas personas que quieres y estás llorando de forma silente y cuando te preguntan qué te pasa, sólo le dices que estás un poco constipado por el mal tiempo.
ResponderEliminarDeers*
Hola!@
ResponderEliminarNo podemos eitar tener miedo, ese sentimiento que nos congela y nos acecha es ocmo si nos esperara a cada vera del camino, se nos echa encima y nos arropa.
Se como son esos momentos en los que crees que todo pasará y seguiras en tu butaca de platea como simple observadora de tu vida. La respuesta: Leantate camina hasta el escenario y cambia la historia, tu escribes el guión no eres su victima ni mucho menos un personaje más.
Hasta los ángeles a veces se dejan caer.
Besos y abrazos
Hola Osvaldo,
ResponderEliminarMe halagas con tus palabras. Creo que el escribirlo en segunda persona es lo que de da ese toque "de novela" como dices. Pero es real, muy real.
Qué lindo que te haya gustado el post y que de alguna manera te identificaras con el.
Abrazos,
Joanne
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Hola charruita,
lo que dices no suena tonto, para nada. Todos los que estamos lejos de nuestros seres queridos llevamos la misma nostalgia y tristeza por dentro. Sin embargo, esa nostalgia nos hace más fuerte y es precisamente eso lo que nos permite seguir en medio de la soledad.
Gracias por visitarme.
Un abrazo,
Joanne
Hola manu,
ResponderEliminarAsi me ha pasado muchas veces. Queriendo evitar preocupar al otro me trago mis lágrimas para que no se den cuenta. Es muy duro...
Gracias por visitarme.
Un abrazo,
Joanne
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Hola athenea,
Gracias por tan lindo comentario. Aveces es inevitable sentir miedo. Sin embargo, palabras como las tuyas fácilmente motivan a uno a seguir hacia adelante. Me gusta la idea de no ser una victima o personaje más; es muy optimista.
Gracias por el apoyo y hermosas palabras.
Abrazos,
Joanne
Joanne:
ResponderEliminarMe he quedado muda al leerte. Me ha tocado profundamente lo que has escrito. Me he sentido muy identificada, como si lo hubiera escrito yo y no tú.
Me recuerda algunas épocas especiales de mi vida y en algunos momentos (en especial en lo de la llamada a la madre) me recuerda a mi época en España.
Está escrito en segunda persona y no sé si te refieres a alguien más o a ti misma. Pero sin importar a quién haya sido, puedo entender el miedo ante el paso del tiempo, ese prestarle atención a cosas tan pequeñas como al surgimiento de una cana o a una pequeña arruga que se cree ver en el borde de los ojos. También entiendo cuando hablas de la soledad, de la inercia, de ver pasar el tiempo ante tus ojos y no hacer nada, no tomar una decisión.
Me recordaste mucho un par de relatos que me han marcado y que te recomiendo leas porque te van a gustar y te harán llorar. Incluso, en este momento de tu vida te pueden servir mucho. LEELOS, Joanne, please, yo sé lo que te digo. Son de la autoría de Simone de Beavoir, escritora francesa. El primero es: "La edad de la discreción" y el segundo "La mujer rota". Hay un volumen que se llama "La mujer rota" en donde aparecen los dos relatos junto con otro que se tiula "Monólogo". Son exquisitos, profundos y de una sensibilidad arrolladora. Ambos tratan los temás que has esbozado aquí: el paso del tiempo, el miedo y la inercia.
No sólo me has recordado vivamente esos relatos, sino que me has dejado muy tocada porque pude sentirte allí, en cada palabra, en especial cuando hablaste de la soledad y de esa llamada que se hace a la madre, en donde dices que no pasa nada, pero dentro tuyo todo está desmoronándose y no sabes qué hacer contigo.
Comprendo ese deseo de volver a la infancia. Es una especie de grito de ayuda pues cuando deseamos volver a la infancia es porque necesitamos protección o cariño. Necesitamos sentirnos amados, protegidos, seguros, felices y despreocupados nuevamente.
Querida Joanne, desde aquí te extiendo mi mano y te envío todo mi cariño. Cuenta conmigo y recuerda que para vivir, sólo hay que dar un paso y luego otro, sin pensarlo mucho, sin mirar atrás.
Te quiere,
Ro
Hola Ro,
ResponderEliminarSi, me refiero a mi misma en este post. Lo escribi en segunda persona para darle un poquito más de fuerza. Llamé a mi mamá esa noche porque necesitaba escuchar la voz de alguien querido en el teléfono, porque ultimamente la he extrañado muchisimo.
En estos dias he estado pensando mucho en el tiempo y en los cambios de mi cuerpo y mi rostro. Quizás esté exagerando pero me es inevitable pensar en estas cosas, especialmente porque me encuentro sola y aveces temo que estos cambios alarguen mi soledad.
El tiempo va pasando y siento que la vida me pasa de largo, como un tren que corre sin detenerse y para el cual he llegado muy tarde.
Sabes, recuerdo tu nostalgia en el tiempo que estuviste en España; lo reflejabas en tu blog y en tus poemas. Es dificil soportar la distancia, estar lejos de personas tan especiales como nuestra madre y hermanos.
No he leido los realos de Beavoir pero me has animado a buscarlos en la bibiloteca. Esta semana trataré de encontrarlos.
Gracias amiga por tu apoyo y comprensión.
Un beso,
Joanne