En estos días descubrí un vino exquisito. Andaba en búsqueda de una botella para la reunión con mis compañeros de clase y, como andaba de prisa, decidí comprar uno que ya conocía y que me gusta: Yellow Tail(Australiano, bueno y barato). Le pregunté a uno de los vendedores dónde se econtraba los shiraz y me dirigió a ello, no sin preguntar porqué compraba dicho vino.
“Lo probé una vez y me gustó”, le dije.
“Veo que andas preparada”, dijo mientras miró el sobre manila que había tomado de la oficina para poner en él los vasos plásticos.
“Si, voy a reunirme con un grupo de amigos”.
“Y porque no compras algo más interesante”.
“Como que?”
“Te gustan los vinos chilenos?”
“Me encantan los vinos chilenos!"
De repente recordé el Supermercado Nacional donde compraba los vinos en Santiago. Siempre me decidía por un vino chileno. Para comprar una botella de vino en Nueva York hay que ir a una licorería, un Wines and Spirits, como suelen llamarle. Siempre me pareció algo ridículo, ese afán por evitar que los menores de edad tengan alcance al alcohol. Quizás por eso es que esperan con tanta ansiedad el cumplir los veintiún años.
En Santiago el alcohol está al alcance de todos y nunca ha sido un problema (al menos eso me parece). Siempre he pensado que lo prohibido es lo que más se desea. Aqui los jóvenes lo consideran todo un evento el poder tomarse una cerveza o un vaso de whisky. Recuerdo un estudiante que trabajaba conmigo exagerando las andanzas con sus amigos y llenándose la boca al decir que se tomó cuatro o cinco cervezas.... por dios, qué ridículo decía dentro de mi. Pero asi es, en esta cuidad hay que tener edad para ciertas cosas y para otras, sin embargo, la edad no importa: el tener sexo, ser irrespetuoso con los padres, mudarse con amigos o extaños a temprana edad, ir a la guerra; para ello la edad no importa. Hay que dejar que sean libres e independientes, dejar que sus mentes absorban toda información posible, que encontruen su propia identidad, etc. En parte estoy de acuerdo con todo ello pero a veces me dejo llevar por esa parte de mi que es algo anticuada y que cree que todo debe tener sus límites, asi con el alcohol. Si dejaran a los jóvenes probar de vez en cuando un poco de alcohol, quizás se acostumbren a verlo como algo normal y no abusarían al momento de tener acceso a él. Y es que un poco de vino no hace daño. Mi madre siempre me dejó probar, en ocasiones especiales como navidad, un poco de vino tinto o ponche.
Despúes del repetino vuelo hacia el baúl de los recuerdos, me encontré frente al área de vinos chilenos de la tienda. El vendedor buscaba uno en específico: "Anakena", Merlot, Reserva, 2001. No lo conocía. No sé si es cierto eso que me dijo el vendedor: que a los americanos les gusta el vino con sabor a frutas (eso me dijo cuando le pregunté por el shiraz) pero tenía toda la razón al decir que este vino es exquisito. Lamenté el comprar una sóla botella. El pensar en él me hace agua la boca. Se los recomiendo.
En Santiago el alcohol está al alcance de todos y nunca ha sido un problema (al menos eso me parece). Siempre he pensado que lo prohibido es lo que más se desea. Aqui los jóvenes lo consideran todo un evento el poder tomarse una cerveza o un vaso de whisky. Recuerdo un estudiante que trabajaba conmigo exagerando las andanzas con sus amigos y llenándose la boca al decir que se tomó cuatro o cinco cervezas.... por dios, qué ridículo decía dentro de mi. Pero asi es, en esta cuidad hay que tener edad para ciertas cosas y para otras, sin embargo, la edad no importa: el tener sexo, ser irrespetuoso con los padres, mudarse con amigos o extaños a temprana edad, ir a la guerra; para ello la edad no importa. Hay que dejar que sean libres e independientes, dejar que sus mentes absorban toda información posible, que encontruen su propia identidad, etc. En parte estoy de acuerdo con todo ello pero a veces me dejo llevar por esa parte de mi que es algo anticuada y que cree que todo debe tener sus límites, asi con el alcohol. Si dejaran a los jóvenes probar de vez en cuando un poco de alcohol, quizás se acostumbren a verlo como algo normal y no abusarían al momento de tener acceso a él. Y es que un poco de vino no hace daño. Mi madre siempre me dejó probar, en ocasiones especiales como navidad, un poco de vino tinto o ponche.
Despúes del repetino vuelo hacia el baúl de los recuerdos, me encontré frente al área de vinos chilenos de la tienda. El vendedor buscaba uno en específico: "Anakena", Merlot, Reserva, 2001. No lo conocía. No sé si es cierto eso que me dijo el vendedor: que a los americanos les gusta el vino con sabor a frutas (eso me dijo cuando le pregunté por el shiraz) pero tenía toda la razón al decir que este vino es exquisito. Lamenté el comprar una sóla botella. El pensar en él me hace agua la boca. Se los recomiendo.
Joanne:
ResponderEliminarCuánto me gustaría poder disfrutar del vino y hablar de él como tú lo haces. Sentí deseos de probarlo ahora mismo y beberme toda una botella. Lo vendiste muy bien :) .
Yo, aprecio muy poco las bebidas alcohólicas. Mi paladar las desprecia y mi cuerpo también. La última vez que me tomé un vaso de alcohol (vodka con naranja), terminé tan mal que perdí el sentido. Por eso no tomo nada y porque siempre he preferido una piña colada o un refresco antes que cualquier trago.
Me encanta el té helado, agua, el chocolate, la coca cola, la piña colada y los licores de fruta sin alcohol.
Soy aburrida, ¿verdad? Siempre le digo a mis amigos que no se preocupen, que yo me "prendo" sola, que no necesito trago.
Me alegro que disfrutes tu vino y espero que vayas pronto a comprar otra botella para saborear en buena compañía.
Cariños sabatinos,
Ro
P.D. Está lloviendo, la tarde está tranquila...
Hola Ro,
ResponderEliminarYo, al contrario que tu, me he convertido en amante de las bebidas alcohólicas; digo, me encantan pero no abuso de él. Me gustan todas las bebidas que mencionas, té, coca cola, piña colada, etc. pero de vez en cuanto necesito un vino o un apple martini para "prenderme" y olvidarlo todo. Si voy a bailar definitivamente necesito un trago, si no, ay de mi... yo que de por sí no soy buena bailadora, jaja.
Por cierto, me encanta el vodka con naranja, gracias a un viejo amigo. No creo que seas aburrida por no tomar. Dichosa eres que no necesitas del alcohol para divertirte o pasarla bien.
Al leer tu comentario me da deseos de salir en busca de la botella y tomármela solita, con la velas encendidas y buena música. Pero hace frío y se me hace pesado salir.
Aqui la tarde también está tranquila; callada y nublada como un cuadro de hopper.
Abrazos,
Joanne