sábado, 25 de marzo de 2006

Sábado

No recuerdo la última vez que me levanté a las ocho de la mañana un sábado. Me gusta la tranquilidad que se percibe ahora mismo en mi apartamento. Lo único que se escucha son las tórtolas y otras aves que rondan cerca de mi ventana. Esta mañano no sentí el sol en mi rostro. Parece que hoy estará nublado todo el día, quizás llueva. Esta semana he estado algo extraña; no he sido yo. Un día estaba de buen humor, otro estaba que no tenía deseos de peinarme, de ir a trabajar o ver a nadie. No sé si es el hastío que siento por mi trabajo o las hormonas que están locas. Debe ser la primera. Pero prefiero no hablar de ello; el sólo pensar en la oficina me enoja y no debería emitir tanta energía negativa, no un sábado; eso hay que dejárselo a lunes.

Demasiado dulce mi café. Me he acostumbrado al café americano: mucha azúcar y leche y un poco de café que es más agua que otra cosa. La cafeína ya no me hace nada. Tomo café cuatro o cinco veces al día para poder mantenerme en pie y es como si no tomara nada. Ultimante camino entre sueños, me siento en el trén y desde que leo dos páginas de algo, cedo ante el inevitable sueño. Luego, poco antes de mi parada, me despierto malhumorada ya que no quería dormir, quería leer. Tendré que buscar otra cosa para sustituir el café. Tal vez es el café de la oficina que no es lo suficientemente fuerte.

Pero bien, volviendo a sábado, no sé realmente que haga hoy. Ahora mismo debo ponerme a trabajar en un “diario de sueños” que nos asignó la profesora. La tarea es la siguiente: pensar en qué queremos soñar antes de acostarnos a dormir, concentrarnos en la idea de que sí vamos a soñar algo y al despertar, debemos escribir lo que nos soñamos. Esto debemos hacerlo por una semana y luego llevarlo a la clase. El fin de esta tarea: ser creativo, escribir, qué se yo. Ella siempre con sus extrañas ideas.

La primera noche no me soñe nada. Por más que me imaginé en una playa (es lo que me produce más tranquilidad) no pude dejar de pensar en la oficina y en lo mal que me siento en ella. Con esto sólo logré amanecer con una depresión y tristeza enorme. Desperté con ganas de llorar y sin deseos de ir a trabajar; asi pasé el día. Lamentablemente soy de las personas que con dificultad esconden sus emociones; si estoy enojada, se me nota en la mirada, en los gestos, en el silencio y en las palabras; igual sucede si estoy contenta. Logré reír en dos ocasiones gracias a un amigo que me llamó y, al notar mi estado de ánimo, me mandó una foto muy cómica de él mismo. Una compañera de trabajo quiso hacerme sonreír y me envió por email una tarjeta en español, con buenos deseos deseándome un feliz cumpleaño. No, no era mi cumpleaño y ella tampoco habla español; la tarjeta simplemente le pareció bonita y me la envió esperando que de alguna manera me hiciera sonreir. Cómo evitarlo?

Volviendo al día de hoy (cómo me distraigo, no?), bueno, en realidad no había terminado el cuento del sueño; sucede que la segunda noche tampoco me soñé nada. Ni siquiera pensé en ello. Anoche (y no por que me concentré en ello antes de dormir) tuve un sueño muy extraño, o mejor dicho, varias historias entrelazados en uno solo sueño. Para no hacer el cuento muy largo, en parte del sueño estuve en mi uniforme de colegio, falta y chaleco amarillo con blusa blanca, esperando un “concho” (transporte público de mi país) y terminé en un aula llena de jóvenes, desconocidos y mucho menor que yo, dándo instrucciones de cómo maquillarse, usando varios estudiantes como modelos (entre ellos mi hermano menor) y por alguna razón Gweneth Paltrow apareció envuelta en una toalla lista para su “make-over”. Ya al final, me encuentro en una playa de Miami rodeada de mucha gente, algunos conocidos. Pasaron muchas cosas en este largo sueño, cosas que dejaré para mi tarea ya que mucho de lo que estoy escribiendo no tiene ni son ni ton.

Volviendo a sábado, tengo que esperar al plomero que viene a arreglar algo en mi apartamento; en la tarde debo ir a un cumpleaño (mis compromisos no tienen fin) y en la noche tal vez me junte con mi amiga a celebrar otro cumpleaño. Creo que será un buen día. No quiero seguir molesta por cosas como mi trabajo. Total, es sólo un trabajo, una obligación que debo cumplir para poder pagar la “renta”, los estados de cuenta y la universidad. Debo tener paciencia. Ya llegará el día en que pueda trabajar en algo que me llene y me haga sentir satisfecha conmigo misma.

Ahora, a comenzar mi sábado.

2 comentarios:

  1. La mejor forma de comenzar un sabado es con una sonrisa, y de verdad comprendo todo eso de estar atada a cosas que debemos hacer solo para cubrir rentas y otras nimiedades, mas no desfallezcas, sigue adelante.

    Besos para ti

    ResponderEliminar
  2. Hola athenea,

    Estoy de acuerdo en eso de comenzar el sábado con una sonrisa. Si no, se le va el día a uno amargado. Como dije, eso es para los lunes, comienzo de semana, inicio del trabajo...

    Abrazos,
    Joanne

    ResponderEliminar