miércoles, 26 de diciembre de 2007

Cuestión de segundos

Rafa había preparado todo para salir: confirmó con su amigo y dos chicas que los acompañarían, reservadas las sillas y una botella de coñac en el bar. Todo estaba previsto para que aquella fuera una de las tantas noches donde la música, los tragos, y los amigos se fundían en fiestas desenfrenadas que luego iban a parar en el olvido, salvo que fuese rescatada por alguna mujer que la convertiría en el preludio de una relación inevitablemente temporal; una noche más cuyo único fin era embriagarse hasta más no poder y deambular como perros callejeros en busca de saciar su más primitiva necesidad. Caminó hacia el único espejo de la habitación para fijarse en el cuerpo que, después de una ducha caliente, seguía ardiente y húmedo.

La cama se encontraba desatendida como siempre y sobre ella, sábanas que un par de días antes habían sido estrujadas por cuerpos ajenos y sudores mezclados con los suyos; en una esquina la ropa de varios días que acumulada comenzaba a emanar un olor desagradable y aparentemente imperceptible para él; su colección de cd’s tirados sobre una vieja mesa que hace de escritorio; las ventanas vestidas de toallas color azul marino, sujetas a la pared por clavos en los extremos superiores, mientras que las paredes se encontraban desnudas, sin rastro de vida o color, salvo por un pequeño portarretrato con la imagen algo borrosa de Jesucristo, el cual había sido un regalo de su madre; y, sobre la cómoda de madera comprimida, un televisor que ocupaba, casi en su totalidad, una de las paredes laterales.

Hasta esa noche, Rafa nunca se había detenido por nada ni por nadie. No permitía el sentirse fatigado (o al menos no lo mostraba ante los demás) y mantenía su vida en constante movimiento, como si temiera interrumpirla al detenerse. Por ello se dejaba consumir por largas horas de trabajo y tomaba sólo las necesarias para dormir. Su vida era el ahora, el hoy, ese preciso instante en respiraba con la boca abierta, de manera profunda y como si le faltase el aire. Ese pequeño detalle pasaba desapercibido por él ya que estaba acostumbrado a los fuertes gemidos provocados por cada bocanada de aire, sin embargo, le fue inevitable notar la extraña y repentina pesadez que lo embargaba.

Se sentó sobre su sillón de cuero negro con la idea de que cinco minutos eran suficientes para recuperar las fuerzas a fin de vestirse y seguir con su cita; sin embargo, esa noche todo se detuvo en el instante en que una inexplicable fuerza se sobrepuso a su ánimo y a su cuerpo, obligándole a permanecer estático y a contemplar por primera vez el vacío.

Se fijó en lo abultado que estaba su estómago, en los vellos blancos que se habían sumado a su pecho y en lo minúsculo y exiguo que se veía su miembro encogido. Le espantó su propia vejez y se molestó al pensar que no bastaba el brillo que se iba formando en la parte superior de su cabeza, allí donde una vez hubo una melena negra extensa, sino que para colmo tenía que soportar los achaques de viejos panzudos incapaces de echar un polvo. Se negaba a aceptar aproximación alguna a una vida senil y consideraba, además, estar en pleno apogeo, sobrando mujeres para confirmarlo.

Harto de pensamientos y temores estúpidos quiso pararse del sillón pero esto resultó en un esfuerzo fútil al sentir náuseas y escalofríos. De repente, de la nada surgieron imágenes inconexas y sin sentido. Una tras otra desfilaron mujeres con las que había pasado una noche, una semana, unas horas: Ana, la del cabello de tinte rubio y de ojos y cejas negras que invitó a salir sólo a causa de un juego de dados que terminó mal; Beatriz, la de la risa estrepitosa y labios tiernos que disfrutó por dos semanas hasta que conoció a Teresa, la mujer de la lavandería que mantuvo entretenida por largos meses hasta que ésta se hartó de lavar su ropa y esperar sus llamadas; Diana, la mujer de interminable pasiones siempre insatisfecha; Mercedes, la que casi supo conquistarlo pero la dejó esperando una tarde, sin jamás una llamada o un por qué... Y así siguieron marchando mujeres (algunas cuyos nombres no recordaba) o retazos de lo vivido con ellas, como una buena botella de vino, el personaje de alguna película compartida; el concierto de piano que poco le interesaba pero cuya invitación prometía acceso a un escote que desde mucho antes le perturbaba; las piernas de una, los ojos o espaldas de otra, hasta el punto de parecer un baile de trozos de cuerpos femeninos que se movían a compás de una sinfonía que el desconocida. Oscureció de pronto y escuchó la voz de su madre “Rafa, ¿Cuándo vas a hacer algo con tu vida?” Seguido de esto, la imagen de un niño que corría entre hojas secas que saltaban a su paso, con el viento enredándose en los cabellos que casi tocaban sus hombros, las mejillas y la nariz rosadas, los labios quebrados por el frío pero con una enorme sonrisa que por momentos revelaba el hueco entre sus dientes. Luego, el mismo niño lloraba y ya no se encontraba rodeado de árboles sino de una noche feroz, una penumbra habitada de voces y ecos, de pasos que parecían venir de todas partes, y sobre él, un plenilunio que le daba más miedo que consuelo. El niño largó un grito que sacó a Rafa de su delirio y lo devolvió a la realidad que se antojaba completamente confusa.

Rafa no alcanzaba a comprender qué sucedía pero el temor de lo que pudo o podía ocurrir lo sacudió y enervó de tal modo que sólo logró llorar. Lloró como nunca antes lo había hecho, con la misma intensidad y ganas con que se había aferrado al cuerpo de esas mujeres, lloró hasta sentirse los ojos hinchados a punto de estallar, como si su cuerpo se hubiese transmutado en otro, como si fuese otro ser incapaz de cargar con su propio peso y conciencia, otro que cuestionaba cómo había llegado hasta allí, a aquella habitación de largos silencios que había ignorado hasta entonces.

Sin pensarlo, Rafa cayó de rodillas al sentir un punzón en el pecho, un invisible pero profundo zarpazo que lo dejó mudo, sin la posibilidad de pedir auxilio y obligándolo a arrastrarse por el suelo como un insecto. El dolor opresivo del pecho se trasladó a su espalda. El sudor corría por todo su cuerpo mientras se esforzaba vanamente por mantener el fluir del aire en sus pulmones. En cuestión de segundos, todo dolor y desasosiego se transformó en una agradable levedad y tranquilidad. Se fijó en la tristeza del bombillo que tímidamente alumbraba aquel cuarto y pensó, “Quizás debí abrir más a menudo las ventanas”.

domingo, 23 de diciembre de 2007

Navidad en Nueva York

Cada año la navidad es diferente a la anterior. Al contrario de cuando vivía con mis padres, donde cenábamos con ellos y mis hermanos, aquí nunca sé dónde o con quién voy a pasar la noche buena. Todavía la semana pasada estaba haciendo planes, tratando de decidir al fin qué haríamos (sí, porque ahora somos dos). Quedamos en que haríamos una cena en casa, con sus hijos, mi hermano y unos amigos. Mi hermano puede que no venga así que será sus hijos y amigos. No estoy muy contenta con ello pero, así como toda navidad, uno se conforma con los que están y con lo que se puede.

Lo lindo de las navidades en Nueva York es la cuidad misma, pasear en ella y disfrutar sus luces, adornos, vitrinas en las tiendas y la música navideña que se escucha por doquier. La cuidad es un festejo en sí y por ello es difícil no sentirse cautivado y olvidar por un momento la navidad que espera en casa. Ya en casa te espera el arbolito, algunos familiares y amigos pero nunca, nunca se siente uno completo. Siempre falta alguna madre, padre, hermano o hijo; siempre se añora estar en su país, con los suyos.

Así me encuentro este año. Por primera vez están mis dos hermanos acá y no vamos a poder estar juntos en navidad debido al trabajo y los compromisos. Eso es Nueva York, por un lado te ofrece su belleza, espectacularidad y posibilidades mientras que por otro, te quita lo esencial, aquello que no puedes reemplazar ni con el árbol de Rockefeller ni las vitrinas de Macy’s.

martes, 18 de diciembre de 2007

Exposición de Vitico Cabrera

Me place invitarles a la apertura de la próxima exposición del artista Vitico Cabrera, junto a Ramón Castibu, reconocido diseñador de muebles de Santiago. Más detalles (e imágenes) en la página de Vitico: http://vitacora.com/wordpress/

¡Felicidades Vitico! Lástima que me encuentre tan lejos...

domingo, 16 de diciembre de 2007

Escribir un cuento

Hace mucho tiempo que no escribo poesía. Los últimos tres meses he estado intentando entrar en la narrativa; y la verdad es que no me ha quedado de otra ya que estoy tomando un taller de ficción con Diamela Eltit. El taller no fue exactamente lo que esperaba pero me ha servido de mucho. Diamela es una mujer con mucha experiencia y conocimiento literario y sus comentarios usualmente daban en el clavo. “Escribir es un trabajo”, es el comentario suyo que mejor recuerdo de este semestre. Diamela estaba en lo cierto al sospechar que no le estaba dedicando el tiempo suficiente al oficio de escribir. Ah, y cómo olvidar, “La pregunta es, ¿hacia dónde va Joanne con la escritura?”. Esa semana había entregado un cuento atroz y sentía una vergüenza terrible hacia mis compañeros. A partir de ese momento he tomado mi ingreso a la narrativa con responsabilidad. A pesar de que el taller fue un experimento y aunque todavía no aprendo a escribir cuentos, por lo menos tengo una idea de lo que debo o no debo hacer. Obligatoriamente tengo que leer más narrativa y estudiar la gramática española ya que este caminar diario con el inglés me ha enrollado el español. Esperaré a que la poesía quiera volver a visitarme pero mientras tanto, seguiré en mi intento de escribir un cuento que pueda salvarse, un cuento que no me avergüence y que no parezca mío.

Ahora los dejo con el “Decálogo del perfecto cuentista”, de Quiroga.

I
Cree en un maestro —Poe, Maupassant, Kipling, Chejov— como en Dios mismo.

II
Cree que su arte es una cima inaccesible. No sueñes en domarla. Cuando puedas hacerlo, lo conseguirás sin saberlo tú mismo.

III
Resiste cuanto puedas a la imitación, pero imita si el influjo es demasiado fuerte. Más que ninguna otra cosa, el desarrollo de la personalidad es una larga paciencia.

IV
Ten fe ciega no en tu capacidad para el triunfo, sino en el ardor con que lo deseas. Ama a tu arte como a tu novia, dándole todo tu corazón.

V
No empieces a escribir sin saber desde la primera palabra adónde vas. En un cuento bien logrado, las tres primeras líneas tienen casi la importancia de las tres últimas.

VI
Si quieres expresar con exactitud esta circunstancia: "Desde el río soplaba el viento frío", no hay en lengua humana más palabras que las apuntadas para expresarla. Una vez dueño de tus palabras, no te preocupes de observar si son entre sí consonantes o asonantes.

VII
No adjetives sin necesidad. Inútiles serán cuantas colas de color adhieras a un sustantivo débil. Si hallas el que es preciso, él solo tendrá un color incomparable. Pero hay que hallarlo.

VIII
Toma a tus personajes de la mano y llévalos firmemente hasta el final, sin ver otra cosa que el camino que les trazaste. No te distraigas viendo tú lo que ellos pueden o no les importa ver. No abuses del lector. Un cuento es una novela depurada de ripios. Ten esto por una verdad absoluta, aunque no lo sea.

IX
No escribas bajo el imperio de la emoción. Déjala morir, y evócala luego. Si eres capaz entonces de revivirla tal cual fue, has llegado en arte a la mitad del camino.

X
No pienses en tus amigos al escribir, ni en la impresión que hará tu historia. Cuenta como si tu relato no tuviera interés más que para el pequeño ambiente de tus personajes, de los que pudiste haber sido uno. No de otro modo se obtiene la vida del cuento.

martes, 6 de noviembre de 2007

Dumbo, Brooklyn




domingo, 4 de noviembre de 2007

Haciendo espacio para dos

Esta tarde estuve organizando mi escritorio y mis archivos. De todo quedó muy poco. Tiré a la basura gran parte de documentos viejos, cosas que ya no recordaba poseer, papeles y estados de cuenta que había guardado para un por si acaso. Hace dos semanas me mudé a un nuevo apartamento, digo, nos mudamos (aun me cuesta el decir nosotros) y con la finalidad de acumular menos, poco a poco he ido saliendo de cosas que, si estuviese sola, seguramente guardaría unos años más, no por alguna razón específica sino por una simple costumbre que me ha acompañado desde siempre.

Hace unos días encontré entre mis cosas un pequeño peluche que me había regalado un “amigo” hace quizás diez años. Lo arrojé sin pensarlo dos veces, así como tiré al zafacón cosas que no utilizo y que sé terminaré olvidando. Poco a poco voy renunciando a ese hábito que me ha llenado el apartamento de cajas. ¿Será que ahora mi vida no tiene cabida para aquello que no esté relacionado con mi presente y futuro? ¿Acaso tengo que despojarme de mi pasado para dar paso a esta, mi nueva vida? Hay partes de uno que deben quedar atrás al comenzar a compartir la vida con alguien, hay espacios que deben sacrificarse, nuevos horarios que establecer así como aprender a aceptar las diferencias no solo en el modo de pensar y actuar, sino también en lo cotidiano, como la manera en que el otro lava los platos.

Y en estos días, mientras me acomodo a esta vida compartida, mi único deseo en este afán de ser es seguir siendo, de alguna manera, la misma; no perderme entre aquellas cosas que tarde o temprano van a parar al olvido.

viernes, 2 de noviembre de 2007

De regreso, pero ahora casada

¿Cómo comenzar después de tanto tiempo de silencio y distanciamiento? ¿Cómo encontrar el camino de resgreso? No sé como reencontrarme, como cruzar la frontera entre mi antiguo YO y la nueva vida que he elegido. Esta nuevo camino ha cambiado mis esquemas y horarios, alejánadome un poco de mis cosas para poder concentrarme en otras que, aunque aparentemente triviales, son sumamente importantes en esta etapa de mi vida.

Como muchos sabrán, hace poco contraje nupcias con un hombre muy especial. El pasado lunes cumplimos un mes de casados y hasta ahora todo va muy bien. Lamentablemente ha faltado tiempo para luna de miel debido al trabajo, los estudios y otros compromisos. De más está decir que por lo mismo he descuidado el blog. De ante mano pido disculpas a todos aquellos que me dejaron mensajes y comentarios en los posts anteriores. Gracias a Ro, Laura, Emmanuel, entre otros, por sus felicitaciones. Gracias de corazón.

Quisiera hablarles de la boda pero ahora mismo no puedo, para ello tendría que sentarme a recordar y pensar en las emociones y frustraciones de esa semana. Sólo ha pasado un mes y ya lo siento como un acontecimiento lejano. Miro las fotos y me parece incluso como algo ajeno, como si no hubiese vivido aquel momento, y es que todo fue tan rápido que apenas pude disfrutarlo brevemente. En fin, para no cansarlos, aqui les dejo algunas fotos y un corto video que me enviaron por email, ellos sabrán contarles mejor que yo. Para ver más fotos pueden ir a: http://www.flickr.com/photos/barcarola/sets/72157602278849203/

Hasta muy pronto ;)


sábado, 4 de agosto de 2007

Imperfecta

Nadie es perfecto y sin embargo te sigues castigando, continúas de masoquista, infligiendo a tu corazón más heridas de lo que el pobre sea capaz de soportar. Ahora no logras dormir tranquila porque insistes de pintar de negro todo cuanto presenta el porvenir. Ya nada es ni será como imaginaste e inventaste que sería… como si la vida fuese un lienzo que dibujas y pintas a tu antojo, que la vereda es verde porque así fue predispuesto, que debes pintar tú casa de un color neutral porque así lo determina los que saben, la autoridad, la gente. ¿Por qué no puedes pintar de morado el horizonte? ¿Y quién te impide cambiar de parecer, destruirlo todo y comenzar de nuevo, sin reglas, sin prejuicios, sin mucho razonamiento? ¿Por qué no dejarte llevar y aceptar que hay cosas que escaparan tus manos? No puedes detener la lluvia y, si no estas lista para ella, déjate mojar, deja que te bese, que te despeine y te corra el maquillaje; siéntate libre, no pienses en la ropa que se ciñe a tu cuerpo, que no te de vergüenza. Vive. Vive y despréndete de ese sentimiento de culpa, del resentimiento hacia ti misma al reconocer tu debilidad e imperfección. Despréndete de todo y se feliz.

sábado, 28 de julio de 2007

Una tarde en el Jardín Botánico de Brooklyn



Fotos tomadas el 14 de Julio de 2007

martes, 24 de julio de 2007

Todo va estar bien

“Todo va estar bien, ya verás.” Hoy no quiero escuchar esto. Aunque sé que al final todo saldrá bien hoy quiero no pretender, no quiero esconder lo que siento, no quiero ser optimista cuando en realidad estoy triste y me siento algo decepcionada. Muchos no entenderán mi razonamiento pero eso siento. Que soy complicada e incomprensible, sí, lo sé.

Faltan dos meses y unos días para mi boda cuando deberían faltar casi cuatro. Hemos cambiado la fecha de la boda y ahora resulta que tengo menos tiempo para prepararla. Ni siquiera tengo un vestido y ahora mismo lo que menos deseo es visitar tiendas y probarme trajes de novia. Incluso, tengo deseos de cancelar todo y olvidarlo por completo. Ya cuando decidí tomar esto en serio y hacer una lista de las cosas por hacer de repente se cambiaron los planes y mis ilusiones se fueron a pique. Ahora lo que tengo es una lista de problemas por resolver y un futuro que me causa más miedo que otra cosa.

Debido a la nueva fecha algunos familiares y amigos no podrán asistir. Esta mañana pensaba en los invitados y resulta que sólo una cuarta parte estará conformada por mi gente, los demás son familiares y amigos de mi novio, vecinos y amigos de mis padres. Dudo que muchos de ellos aun formen parte de mi vida en diez años. Y entonces, ¿para qué una boda? Ahora mismo lo veo como un compromiso con mi familia y mis amigos, gente quien ya le había informado de la boda. Sí, también un compromiso conmigo misma.

Pensarán que soy la novia más extraña y que si lo que quiero es no hacer nada, entonces no debería. Sería muy fácil ir ante el juez civil cualquier mañana de estas en que amanezca con el pie izquierdo como hoy pero, lamentablemente, por más fuerte que quiera aparentar, el compromiso con mis padres es más fuerte que yo. No podría hacerles eso por que no soporto la idea de que ellos se encuentren tristes por mi culpa. Que es mi vida y hago con ella lo que quiero, cierto; pero toda mi vida he sido débil con ellos y por lo tanto he tratado de vivir una vida que los enorgullezca y que jamás los defraude. Por ellos tengo que mantener una sonrisa y ser la mujer feliz y afortunada que ellos quieren que sea. Sé que en el fondo lo soy ya que tengo un compañero que me ama y me ha hecho el centro de su vida, por ello estoy agradecida. Aún así, hoy quiero estar triste, hoy quiero llorar. Hoy no quiero escuchar que todo va estar bien.

domingo, 15 de julio de 2007

Nueva York es una ciudad de soledades

Nueva York es una cuidad de soledades;
soledades infinitas, universales, inoportunas.

Ubicuas y visibles en cada mirada,
están en los taxis amarillos cuando llueve,
bajo las luces fluorescentes de los trenes
que disfrazan la noche y el día,
en las esquinas,
cuando enfilados para el café,
azota el frío y se ansía un abrazo.

Ellas habitan en la oscuridad de túneles y cloacas,
navegan en silencio las profundidades
del Hudson y el metro
y desde allí acometen a la ciudad.
Como quimeras,
observan desde lo alto
el asfalto abriendo camino entre muros,
isla perdida entre acero y concreto,
seres invisibles entre la multitud.

En tanto, caminamos sin miedo a estar solos,
cuando en el fondo lo estamos
(negarlo es una forma de subsistir);
basta el extraño roce,
el silencio y desdén que nos convierte en sombras,
figurillas de carteles y guías turísticas
que incitan a ser parte de ésta urbe
donde la soledad es raíz, sangre y núcleo
que moldea la vida a su antojo,
la vuelve minúscula,
insignificante;
y mientras nos seduce con luces y ruidos estridentes,
el vacío se acomoda en las entrañas
y se hace una cama.

jueves, 12 de julio de 2007

Días dispares

Hay días – III

Hay días en que nada duele, en que sonríes sin motivo alguno, en que te da por cantar, por escuchar canciones de rock y tocar tu guitarra imaginaria; días en que quieres aceptar la invitación de la lluvia, bailar en ella y sentirte renacer con cada minuto que pasa, vivir cada segundo como si acabases de despertar de un largo sueño en el cual perdiste la memoria y sólo sabes del hoy, del ahora.

12 de julio de 2006


Hay días – IV

Hay días en que no quieres ser y sin embargo te sientes atada a una rutina que poco a poco te asfixia, a la vida que llevas a cuestas como una imposición. Días en que no quieres ser esa mujer cobarde, desganada, con temor a arriesgarse, a enfrentar los pensamiento amargos y vencerlos, a luchar contra los relojes que te persiguen y hostigan. Pero te rindes ante la luz que se escurre por tu ventana para avisarte del nuevo día que a fin de cuentas terminará siendo igual que el de ayer y el de mañana; entonces seguirás tu camino, a la misma hora y con el mismo lamento.

12 de julio de 2007

miércoles, 11 de julio de 2007

La lluvia y yo

Apago la música y me concentro en la lluvia. No recuerdo la última vez que me detuve a escucharla en silencio, sin interrupciones y en la soledad de mi apartamento. Entre la lluvia y yo hay historias compartidas, momentos plasmados en mi memoria y dibujados por ella. A ella siempre la pienso con tristeza y un dejo de nostalgia, sin embargo hoy no pude evitar sonreír por la certeza de que a partir de este instante, al recordarla, pensaré en la paz que llevo dentro, en la alegría que me causa el saber que dentro de unas horas él llegará a casa y me saludará con una sonrisa. La lluvia seguirá cayendo despacio y entre nosotras quedará un nuevo recuerdo, una historia más que contar cuando al pasar de los años sólo nos quede la soledad y el silencio.

Mayo 2007

sábado, 7 de julio de 2007

Una voz, un poema

Navegando en la red me topé con el Poema 20 de Neruda, recitado por una voz que desconozco. Su voz me cautivó y, aunque he leído este poema tantas y tantas veces, me dejé llevar por esa voz hasta soprenderme una lágrima. A veces pienso que esta ciudad se ha llevado mi sensibilidad pero en momentos como éste el amor toca mis puertas, altera mis sentidos y vuelvo a ser niña.

Aquí el poema:
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miércoles, 4 de julio de 2007

Blog de la Semana

Blogs Dominicanos
Gracias a los chicos de Blogs Dominicanos por elegir éste como su Blog de la Semana. A ver si logro mantenerlo por otros tres años más.

¡Gracias!

¿Autor o Anonimato?

¿Será que tengo publicar un libro para que mi voz sea escuchada? ¿Para que me pongan el título de escritora, lo merezca o no? Anoche recibí un mensaje donde invitan a escritores a someter poemas a fin de ser incluidos en una antología, en caso de ser seleccionados. Muy bien. Me pareció buena la idea de dar a conocer y publicar el trabajo de mis compueblanos. Pero al llegar a la oración que dice: “No se tomarán en cuenta los trabajos de aquellas autoras y autores que no hayan publicado un primer libro”, inmediatamente cerré el correo y como ven, es el día siguiente y todavía tengo estas líneas en la cabeza. Obviamente, me afectó.

Sé que no soy nadie para opinar por que, claro, no he publicado un libro y por lo tanto no se me puede considerar autora, pero no por eso dejo de tener voz ni de crear, del mismo modo en que hacen “ellos”. Tal vez mis trabajos no tengan la calidad que “ellos” requieran pero al mismo tiempo, ¿quiénes son para juzgarme? ¿Acaso el publicar un libro te hace mejor escritor(a)?

Esta pregunta me la hice a mi misma hace meses cuando participé en una feria que se hizo aquí, en NY. Digo participé por que ayudé en lo que pude con su organización y también asistí a varias de sus actividades. En ese momento, por primera vez, descubrí mi posición ante aquellos que han publicado un libro, sea bueno o no, sea publicado por ellos mismos o una tercera persona o entidad. Me alegró sobremanera saber que en esta cuidad hay muchas mujeres dominicanas que escriben y se esfuerzan por hacer buen trabajo y eso me llena de orgullo. Sin embargo, me di cuenta de que hay personas en este medio que te juzgan por la cantidad de libros publicados, no por la calidad de tu trabajo o esfuerzo; personas que antes de leer tus textos preguntan si has publicado. En caso de una negativa, inmediatamente te descalifican y pasan al próximo, sin ni siquiera darte la oportunidad de exponer o defender tu trabajo.

Sé que aún no me merezco el calificativo de escritora y por esa misma razón es que no he decidido publicar nada (ya que de querer hacerlo podría, sólo es cuestión de buscar el dinero), y es que siento que el momento en que decida publicar algo por mi misma deberá ser algo de calidad, algo de lo cual yo me sienta orgullosa y con lo cual me sienta satisfecha. Amén si alguien está orgulloso de su trabajo y decide que quiere publicarlo. Apoyo a quienes lo hagan y los felicito ya que hay que estar muy seguro de si mismos y de su trabajo para hacerlo, además de no que no es tarea fácil producir una obra. Lo que me molesta es que se menosprecie a quienes, ya sea por falta de recursos u oportunidad, no hayan podido publicar una obra. Sé de muchos jóvenes con gran talento y cuyos trabajos aún son inéditos. Pero no por esto debemos cerrarle las puertas, al contrario, debemos apoyarlos para que sigan produciendo trabajos de calidad que representa a nuestra juventud, a nuestro talento.

Un caso interesante y que conozco bien es el de Gregorio Espinal (perdona Gregorio por mencionarte). Desde que conocí a Gregorio inmediatamente me di cuenta de su talento, capacidad y madurez para crear textos de peso. Era más joven que yo pero en cuanto a poesía y cuentos se refiere, él me llevaba muchos años y experiencia (yo apenas me estaba introduciendo en el medio). Él había participado, con gran éxito, en varios concursos locales; sin embargo, no fue sino hasta el año pasado, cuando ganó el concurso de jóvenes en la Feria del Libro que se convirtió en “autor”. ¿Acaso es ahora cuando se le debe considerar como escritor cuando lleva años en ese oficio? ¿Qué decir del tiempo en que lleva escribiendo y de su dedicación a la literatura?

Comprendo muy bien el punto de vista de quienes enviaron el mensaje sobre la antología así como otros que me han preguntado por un libro. Un libro es muestra de la pluma del escritor, es un punto de referencia, es algo palpable que representa la capacidad de su creador, es un pasaporte en el mundo de las letras. Tal vez para algunos sea difícil incluir a un “anónimo” dentro de una antología, alguien que, según sus criterios, no exista. Respeto el pensamiento ajeno y el modo de actuar de cada quien y por lo tanto acepto dicha posición como válida. Sin embargo, no podía callar.

Podría pasarme toda la mañana hablando del tema pero no, ya basta. Mi intención no es quejarme, ni denunciar a nadie o pasar por una mujer frustrada cuyo trabajo no ha sido publicado (sé que muchos pensarán que éste es mi caso). Estoy clara en lo que quiero y tengo la certeza de que todavía me falta por aprender, textos por escribir y la disciplina necesaria para no sólo decirme a publicar sino también para poder justificar mi responsabilidad y papel de escritora una vez lo haga. Aún no es mi momento.

Quería desahogarme y ahí está, lo hice.

sábado, 30 de junio de 2007

Silueta maldita

Él es el frío que me despierta en las noches,
chacal que reabre las heridas, ríe
y toma de mi sangre.

Él es la amenaza de lo incierto,
de las dudas y penumbras
que una vez habitaron mis días;
recuerdo de la angustia interminable,
del suplicio de estar viva.

Él disfruta del terror que me provoca,
de la sombra que dibuja en el pensamiento,
silueta que busca permanencia,
impregnarse en la memoria
como una mancha negra,
indeleble,
maldita.

viernes, 29 de junio de 2007

Coney Island Mermaid Parade

El pasado fin de semana asistí el Coney Island Mermaid Parade (Desfile de Sirenas de Coney Island) con el fin de tomar fotos y conocerlo por vez primera. Lamentablemente llegué un poco tarde y para entonces el lugar estaba repleto (y es que, cómo llegar a tiempo cuando me toma hora y media en el tren… ¡horrible!). Quedé con deseos de volver el próximo año; a ver si en esa oportunidad logro llegar a tiempo para tomar mejores fotografías. Que, ¿cómo estuvo? Creo que las fotos lo dicen todo. Aquí les dejo una muestra:




jueves, 28 de junio de 2007

Compromiso

- ¿En verdad te casarías conmigo?, preguntó.
- Sabes que me encantaría, contesté.
- Pero dime, ¿te quieres casar conmigo?, me preguntó nuevamente en espera de un sí.
- Claro que sí, le dije y enseguida sacó el anillo de su bolsillo.
Ya sabía que me propondría matrimonio ese jueves pero no imaginaba la sorpresa que me había guardado. Tampoco imaginaba que me llevaría a dar una vuelta en coche en Central Park y mucho menos que él estuviese nervioso, como si dudara de mi respuesta.

No voy a negar que temía de que ese momento no fuese especial como esperaba debido a que el elemento sorpresa ya se había perdido, y es que no acabo de aceptar que los sueños no son más que eso, simple sueños, ideas a las que uno se aferra porque cree que en ellas está la felicidad. Sin embargo, luego las cosas no se dan como uno espera y con el tiempo se termina olvidando aquello que tanto se anhelaba para terminar conformándose con menos, siendo incluso más feliz. Y así fue; quizás no todo fue o es como hubiese querido pero tampoco imagino otro modo en que pudiera ser más feliz. El hombre de mis sueños no tenía dos hijos pero hoy día no imagino mis sueños sin él, el hombre que aquel jueves llevaba los ojos húmedos y me decía con su mirada cuánto me amaba.

Si me preguntas hoy si quisiera cambiar algo de aquella noche, ni lo pensaría. Cómo querer cambiarlo si quise llorar de la alegría cuando, al subir al auto para ir al restaurante en que habíamos acordado tomar unos mojitos, escuché nuestra canción, aquella que en varias ocasiones escuché en el teléfono cuando no estábamos juntos. Cuando llegamos a Cuba tampoco me sorprendió ver a algunos amigos ya que en el transcurso del camino sospeché que algo tramaba con tantas llamadas telefónicas. Sin embargo, sí logró sorprenderme y hacerme llorar cuando me encontré con la sonrisa de mis padres; no pude evitar gritar de la emoción ya que no los esperaba. Mi novio, digo, mi prometido, se encargó de hacerlos llegar desde la República Dominicana y junto con ellos, mis hermanos, amigos y demás familiares se pusieron de acuerdo para darme una sorpresa. Fue una noche hermosa, entre familia y gente querida, muchos abrazos y palabras emotivas, noche que recuerdo hoy con una sonrisa y deseos de llorar (de alegría).

Este año habrá matrimonio y no podría estar más feliz.

sábado, 23 de junio de 2007

Miedo a recomenzar

Llevo semanas intentando escribir en el blog y no he podido. Algo me lo impide: miedo. Miedo a no saber qué decir, miedo por no saber cómo comenzar después de tanto tiempo en silencio. Es como si de pronto se me olvidase el idioma, como si las palabras estuviesen flotando demasiado altas para mi alcance o como si el vocabulario haya partido por un largo viaje dejando sólo el olvido. Tantas cosas han surgido en mi vida en los últimos meses y no he podido compartirlas. Quizás me he convertido en egoísta y quiero guardar mis días para mí… Ojala fuese así pero la verdad es que ni siquiera puedo escribir para mi misma, contarle a mi diario el motivo de mis sonrisas, la partida de la soledad, la tranquilidad que llevo en el alma, la tristeza que me causa la ausencia de las palabras y mis versos.

El miedo me ha aislado de muchas cosas, o quizás sea lo contrario y al aislarme de todo, me encuentro extraña y el escribir parece foráneo, como algo nuevo por descubrir, algo que se fue perdiendo en la memoria y sin embargo siento mío, una voz que me llama sin cesar mas no sé desde donde. Quiero reencontrarme con mi musa, dejarme llevar por aquella voz que me espera, volar junto a las palabras, decir con versos lo que en silencio he guardado. Ojala no sea demasiado tarde.

miércoles, 9 de mayo de 2007

Chinatown

Las 10:00 de la noche y acabo de llegar a casa después de un extenso día de trabajo y de tres horas en donde pude dejar todo a un lado para concentrarme en las fotos de mis compañeros de clase. Aunque no he podido escribir nada en estos días (o mejor dicho semanas) al menos he tenido la oportunidad de retomar la fotografía y volver a caminar un poco por las calles de esta cuidad que últimamente no me cae muy bien (pero eso es otra historia, otro post).

Hace unos días junto a mis compañeros recorrí Chinatown por tres horas y durante ese tiempo casi olvido que no había dejado la cuidad y, de no ser por el Chrysler, que en un par de ocasiones aparecía en la distancia entre edificios, sirviendo como norte como para no olvidar dónde estaba o, el puente Manhattan donde terminé mi caminata, casi me creo turista de una región asiática y me pierdo entre los colores, la comida y la gente que en la mayoría de ocasiones evitaban toda conversación, ya sea por timidez, desconfianza o simplemente falta de amabilidad (salvo un señor encantador cuya emoción y calidez llamó mucho mi atención y no pude resistir tomarle una foto -con su permiso- luego de él contarme cómo hace muchos años existía una vía férrea en el lugar donde me encontraba).

Nunca se me había ocurrido caminar por los callejones de Chinatown, de sentarme en un parque y ver a los niños reírse y hablar un inglés perfecto mientras sus madres conversan en el idioma chino; así como tampoco había pensado en cruzar por debajo del puente Manhattan y detenerme para observar a un señor arreglando zapatos mientras conversa con un grupo de cinco personas sobre sabrá Dios qué; o fijarme en el color de las frutas y vegetales que en ocasiones me resultaban extrañas; o cruzar por la pescadería y observar, entre el horrible olor a mariscos, a un vendedor con la mirada algo perdida, pensando quizás en las horas de trabajo que faltaban. Supongo que al igual que muchos, mi idea de Chinatown se limitaba a Canal Street, quizás una de las calles más concurridas y transitadas de Nueva York. En Canal Street puedes encontrar de todo, lentes, carteras, relojes, bufandas…, y todo, casi todo, parece original; ella es como la capital de la mercancía falsificada y barata, sin embargo, no hay turista (o neoyorquino) que se resista. Pero fuera de Canal hay todo un mundo donde pocos se interesan por visitar así como en los demás barrios de esta cuidad, los cuales normalmente sólo son visitados por aquellos que tienen alguna necesidad u obligación de hacerlo.

Gracias a mi profesor pude visitar al barrio de Chinatown y recordar lo maravilloso y agradable que en ocasiones resulta Nueva York. Y es que, entre el afán de cada día y el correr del tiempo a veces olvido lo mucho que ofrece esta cuidad y cuanto puedo aprender de ella. En fin, aquí les dejo algunas fotos:

domingo, 15 de abril de 2007

Regreso. Taller de fotografía.

Llueve. No recuerdo la última vez que me quedé un domingo en casa, escuchando la lluvia y tranquila; sobre todo tranquila, sólo el silencio, la lluvia y yo. Después de tantos días de ajetreo, compromisos, tareas y visitas, al fin puedo disfrutar de un domingo, de mi tiempo, sin prisas, sin llamadas telefónicas, sin pensar en que debo hacer esto y aquello. Y en esas cosas se fue este último mes y medio, por ello no he podido escribir en el blog; ya ni siquiera entraba a verlo porque sentía que me reprochaba su abandono. Pero aquí estoy, intentando volver por nueva vez. A ver si esta semana puedo contarles un poco de mis días.

Comienzo por contarles que ayer comencé el taller de fotografía digital. Desde el semestre pasado estaba esperando conocer y tomar clases con Joseph O. Holmes, cuyas fotos vengo siguiendo desde entonces. Sus fotos nos presenta una parte distinta y a la vez muy común de Nueva York; él no se limita a las imágenes que todos conocemos, como Central Park, los rascacielos, la 5ta Avenida, etc., sino aquella parte de la cuidad que muchas veces es olvidada y percibida sólo por quienes la transitan a diario en los trenes camino a casa o al trabajo. Muchas de sus fotografías son tomadas en el condado de Brooklyn y son fotos con las cuales cualquier neoyorquino puede sentirse identificado. A mi me encantan por su calidez y por los retratos de desconocidos cuyas facciones y gestos son indicio de alguna historia, un pasado que sólo conocen sus sujetos pero que bien uno puede imaginar.

Volviendo a la clase, el profesor nos llevó a una parte de Brooklyn que yo desconocía. Tomamos fotos en las estaciones de 4th Avenue y Smith/9th Streets. Durante dos horas tomamos fotos y en el proceso aprendimos sobre términos técnicos como apertura, sensibilidad y profundidad de campo, los cuales por más que leía, no había podido entender hasta ayer. Aquí les dejo con algunas fotos que tomé. Esta semana, espero, me pondré al día con todo.

domingo, 18 de marzo de 2007

Casi las once de la noche y...

Casi las once de la noche y estoy traduciendo un documento que luego debo compartir con una compañera de clase. Nunca me han gustado los trabajos en grupo; demasiada presión el saber que alguien espera por mí. Me gusta hacer las cosas a mi manera y a mi tiempo. Claro, el hecho de que no sé administrar mi tiempo no me ayuda para nada. Los días se me van y al final no se qué he hecho con ellos. Hoy, por ejemplo, tenía una lista de cosas por hacer y vaya a ver si he hecho alguna de ellas. Fui al supermercado, recogí la ropa que iba lavar (aunque nunca fui) y… no puedo creer que en eso se me haya ido el día. Lo único que he hecho es comer. No sé si serán las hormonas que están revueltas o qué pero, luego de dos semanas de llevar mi dieta, hoy estoy que sólo quiero comer; llevo una rosquilla, un chocolate, un yogurt y un vaso de jugo ( y eso porque me contuve y no toqué las galletas y queso).

En fin, lo único bueno del lunes es que estoy lejos del refrigerador y el trabajo me mantendrá demasiado ocupada como para pensar en comida. Aparte de eso, el día de mañana no guarda nada interesante. Bueno, salvo el hecho de que mi hermanito viene a pasarse unas semanas en NY. ¡Qué felicidad! Veré a mi negrito lindo después de tanto tiempo. A ver si puedo sacar tiempo para compartir con él ya que el día de mañana, aún sin comenzar, ya me tiene estresada por la cantidad de cosas que me esperan.

Al menos esta semana no estaré tan ocupada como la pasada donde entre las clases, un taller de cuentos, una feria de libros, la entrega de una solicitud, una boda y una gripe repentina que tardó un día, apenas pude mantenerme de pie y sacar tiempo para mí. Fue una semana muy interesante y ojala más adelante pueda comentar sobre ella. Ahora, a terminar aquella traducción para ir a dormir. A ver si lo logro sin entrar a la cocina…

viernes, 2 de marzo de 2007

¿A dónde fue a parar?

¿A dónde fue a parar aquella que le escribía a la lluvia, la que hablaba con las olas y se sentía una con ellas? ¿Qué de las flores, los ocasos, lo sublime y níveo de sus palabras, la tristeza fundida en sueños utópicos, el eterno verano en sus versos? ¿Qué pasó con el amor que le hacía flotar entre nubes?

¿En que momento decidió pisar la tierra y verter sus emociones sobre el concreto? ¿En que momento decidió asumir su realidad y hacerse amiga de la rutina, lo trivial y lo mundano? ¿Será que ella, sin darme cuenta, ha cambiado los cuentos de hadas por tragicomedias? ¿O será que yo quise asumir su papel de princesa y apenas ahora, ya muy tarde, despierto?

Judith

Hace unas semanas compré el último CD de Silvio, “Érase que se era”, el cual es una recopilación de canciones escritas entre 1968 y 1970. Algunas canciones, como “El Papalote”, ya las conocía; aunque esta vez están algo retocadas y suenan distintas pero igual de hermosas. Otras son canciones inéditas, canciones o poemas viejos que hasta hace poco no habían sido musicalizados. Para ser sincera, el tiempo no me ha permitido escuchar cada canción detenidamente pero anoche una canción llamó mi atención ya que con ella no sólo me sentí identificada sino que también me hizo recordar una querida amiga, que igual a la Judith de la canción, es soñadora y artista. Digo que me veo reflejada en la canción porque me hizo pensar en esa Joanne que en muchas ocasiones se perdía mirando el cielo estrellado del Caribe, soñando en un futuro distinto a este presente, un futuro lleno de esperanzas e ilusiones, un futuro de estrellas, luna y atardeceres. “Cuida bien tus estrellas, mujer”, dice Silvio. En eso dejó pensando, en que debo conservar mis estrellas, cuidarlas y no perder de vista mis sueños e ilusiones porque aunque el tiempo siga su curso y tenga que ajustarme a él no por eso puedo perder la ilusión; no por eso puedo dejar de sacar tiempo para contemplar el cielo, las bellezas que me rodean y que hacían feliz a la Joanne de ayer.

Judit Fernández, un abrazo para ti estés donde estés. Sigue llenado de colores tu vida y universo.

Aquí la hermosa canción, o mejor dicho, poema de Silvio Rodríguez:

Judith

No puedo dejarte de ver
arañando el silencio con tus ojos
tratando de decir algo que las palabras
nunca hubieran dicho mejor.
Aquella mirada
era el resumen de la noche posado en tus ojos
con su lluvia, su viento y tu miedo al mar
y aquel sueño que te conté.

No puedo dejarte de ver
describiendo una estrella descubierta por mí
en tu erótica constelación
que no cabe en los mapas del cielo.
Tu mano dibujando en el aire
era capaz de ponerle colores
al espacio vacío que se llenaba
con la luz de la estrella brillante.

Cuida bien tus estrellas, mujer
cuida bien tus estrellas.

No puedo dejar de decir
que hay idiomas perfectos por descubrir
y que son olvidados frecuentemente
en el tedio del tiempo
y hay que buscarlos,
porque los barcos y las piedras
tienen abecedarios mejores
para demostrar que son bellos sencillamente
sin palabras o esquemas.

No puedo dejar de decir
que esta triste canción a tu lado oscurece
que quizás este sea el último misterio
que mirarán tus ojos nacer de mis manos,
pues es tarde quizás para mí
y Caín me ha marcado sobre la frente
pero quiero alertarte de un gran peligro
y quisiera encenderte esta frase en la mente.

Cuida bien tus estrellas, mujer,
cuida bien tus estrellas
y que nunca las pierdas.

Más información sobre el CD en Wikipedia o la página oficial de Silvio.

domingo, 25 de febrero de 2007

"Se busca"

Ella se ha perdido
en un universo de papel,
en anaqueles de libros y cuadernos,
hilvanando con ellos una identidad.

Se busca entre sombras,
entre notas de tinta difusa,
en los senderos recónditos de la memoria.

Indaga sin comprender el vacío,
sin la seguridad de un nombre,
de una vida a la cual denominar como propia.

No encuentra mas que conexos absurdos,
sueños colgados en el armario,
deseos y anhelos plasmados en carteles
como para no ser olvidados.

Espera en silencio una respuesta,
el indicio de una señal,
una voz que la llame,
una mano que la salve y la exhuma de la nada.

miércoles, 21 de febrero de 2007

Transitar

Tenue luz
corriendo entre túneles oscuros,
ruido estrepitoso sobre rieles,
voz irritante en el micrófono
y otra que grita en una radio.

Los ojos cansados,
hastiados de mirar la mugre del suelo
a fin de no encontrarse
con una mirada curiosa, quizás apenada;
huir para no verse reflejada en otra.

La 50, la 53…
cómo distinguir entre una y otra
cuando poseen la misma lobreguez,
el mismo frío en sus paredes,
la monotonía en sus afiches.

Hábitat de ratas y humedad,
de prisa y desamparo,
de óxido y aire estancado,
de olor a alcohol,
perfume rancio y papas fritas.

Libertad y encierro,
de largas horas de silencio
entre vagones congestionados,
transitar entre la muchedumbre,
a ser uno más entre tantos...

Es allí donde pesa más la soledad.

martes, 20 de febrero de 2007

Cese del frío

El frío templado ha mermado. Quizás a ello se deba mi buen ánimo. Mi cuerpo no se adapta al invierno, a este clima noreste en donde he decidido sembrar raíces. ¿Acaso florecerán algún día? ¿Será posible dejar huellas donde el viento sopla con tanta fuerza que a él no se resisten los árboles ni las flores, donde prevalece el gris y el éter pasa de pronto, con timidez…?

Quizás mi alegría se deba al alba, al ardor que arropaba su cielo; he aquí una foto que tomé de ella:

Sin ti

Me he acostumbrado tanto a ti que me encuentro extraña en este silencio. Esta noche la casa me parece distinta y la soledad ya no sabe a soledad sino a vacío, a carencia. El aire que respiro no es el mismo; me siento pequeña entre estas paredes y la cama se hace infinita…

Regresa pronto. Sin ti no me encuentro.

jueves, 1 de febrero de 2007

Feria del Libro de Escritoras Dominicanas en NY

Esta semana me llegó el volante de la Feria del Libro de Escritoras Dominicanas en Nueva York. Es la cuarta presentación de dicha feria y para mí será la primera. Me enteré de la feria y sus organizadoras por azar. Un día recibí una carta del Centro de Desarrollo de la Mujer Dominicana (la cual no conocía) invitándome a colaborar. No tengo idea de cómo les llegó mi información pero eso es lo de menos. Asistí a una reunión y esa noche pensé en cuán distante estoy de mis compatriotas en esta cuidad. Cierto que mantengo mis amistades dominicanas, aquellas que viven cerca o que conozco desde hace años pero, nunca asisto a las actividades dominicanas de Washington Heights, donde existe la mayor concentración de dominicanos en Nueva York. La razón principal es la distancia; no es fácil salir de una actividad tarde en la noche para luego durar hora y media de camino en el tren. Este año trataré de que esto cambie y comenzaré por esta feria.

Para aquellos que residen en Nueva York, ojala puedan asistir. Aqui les dejo la información:

jueves, 25 de enero de 2007

Momentos

Si me preguntas qué ha sido de mi vida estos últimos meses, sonreiré y te diré que últimamente mi vida está hecha de momentos. Uno tras otro se han ido acumulando, creando una dulce rutina ante la cual me he rendido y aceptado porque, hasta ahora, es la única que me ha hecho verdaderamente feliz. Si me pides describir uno de esos momentos te sorprenderás de su simpleza e insignificancia, de lo común y trivial que se han convertido mis días.

Cierro los ojos y todavía puedo sentir su calor. El juego de fútbol en la tele y él acostado sobre el mueble. Hacía frío y me sentía cansada. Queriendo estar cerca busqué cobijo entre sus brazos y poco a poco fui quedando dormida. No sé si dormí por media hora, quizás algo más, pero lo que si sé es que al despertar y ver sus ojos quise llorar; no por miedo o por tristeza, sino por la sencilla razón de tenerlo a mi lado, de sentir su cuerpo cerca del mío y sentir su corazón, por la certeza de lo que siente, por lo que percibo en su mirada.

Son esos breves instantes, como el llegar a casa y ser recibida por sus brazos y sonrisa; el sentarnos a cenar cada noche mientras hablamos de trivialidades; compartir un café en las mañanas; o, el llamarnos por teléfono para escuchar un simple “hola”. Son esos momentos y pequeños detalles (como el comprar helado de piña que tanto me gusta cuando sé que prefiere tal vez chocolate o fresa) los que hoy día mantienen una sonrisa en mis labios, los que me regalan la paz y tranquilidad que necesito. Y sí, a veces me preocupo porque siento que los días van corriendo y detrás van quedando las mil y una cosas que he tenido pendiente o he querido hacer; a veces siento miedo porque siento que estoy perdiendo una parte de mi, dejando a un lado todo lo que hace meses me importaba. Pero, cuando al final del día siento su abrazo me siento tranquila, todo puede esperar ya que lo que importa es el ahora, este momento en que, mientras escribo, no logro dejar de sonreír porque él está a diez pasos de mi y de vez en cuando lo miro y le hablo en silencio. Mañana mi día no será muy distinto al de hoy y no me importa; no me importa esta dulce rutina de la cual él forma parte ya que espero con ansiedad cada momento, cada instante en que construyo un nuevo recuerdo y alimento mi vida de nuevas alegrías.

domingo, 21 de enero de 2007

Ya es hora

Siempre existe el temor a cometer un error y, al no tener la certeza de lo que el día de mañana proveerá, uno se siente atado al presente, a lo seguro y cierto, a lo nos brinda estabilidad. La felicidad queda a un lado: siempre habrá tiempo para ella, otros días para ir en su búsqueda. Mientras tanto hay cuentas por pagar, cientos de responsabilidades y obligaciones por cumplir. Sin embargo llega un momento en que debes tomar tus cosas e irte. A veces se necesita respirar aire fresco, cambiar de ambiente para retomar las fuerzas y recomenzar.

Sucede que me ha llegado la hora de cambiar de trabajo. Llevo un año pensando en esto pero nunca me había sentido tan segura como ahora. Se ha vuelto amargo el despertar cada mañana, el saber que tengo un horario que cumplir, un horario que a veces se hace insoportablemente largo. Y no es que no me guste trabajar, todo lo contrario; pero cuando un trabajo no te ofrece nada nuevo, nada que puedas aprovechar para tu crecimiento personal y profesional, cuando tu esfuerzo no es apreciado y sientes que estás perdiendo el tiempo haciendo lo mismo año tras año, entonces es hora de partir. Si no hay motivación para seguir, es hora de partir. Si no te ofrecen motivos para sonreír, para dar lo mejor de ti, es hora de partir.

Y en esto he pasado mis días: buscando la manera de escapar; y aunque me encuentre llena de miedos e incertidumbre, estoy convencida de que es lo correcto. Mi corazón me dice que ya es hora.

miércoles, 10 de enero de 2007

¿Y si quiero escribir?

¿Por qué todo debe girar hacia lo económico? ¿Por qué al decidirse por una carrera se debe pensar en aquella que nos proporcione mayor beneficio económico?

Ayer me emocioné al encontrar en la página del departamento de español y portugués de NYU (New York University) una nueva maestría en creación literaria EN ESPAÑOL (Masters in Creative Writing in Spanish). Las maestrías en creación literaria existen en gran parte de las universidades de Estados Unidos y aunque la idea de aplicar para a este tipo de programa me ha pasado por la mente, siempre he sentido que mi inglés no es lo suficientemente bueno como para dedicarme a escribir en dicho idioma; además de que para aplicar se debe tener varias páginas de narrativa o poesía y yo apenas tengo tres o cuatro en inglés. Sin embargo, el caso es muy distinto si hablamos de un programa en español, el cual nunca pensé que existiría en este país. Lamentablemente el plazo para la entrega de aplicaciones es el 15 de marzo y dudo que tenga tiempo para prepararme. Como decía, me emocioné y de repente la tristeza y ansiedad con que había comenzado el año cambió por un deseo de estudiar y seguir adelante. Pero, como siempre, alguien me agarra por los pies y me obliga a bajar de las nubes. “¿Y que vas a hacer con ese título? Sí, te ayudará a mejorar tu pluma pero, ¿de qué te servirá cuando estés buscando empleo? Debes pensar en tu futuro, en qué piensas trabajar, en algo que con lo que puedas subsistir. El oficio de escritor es algo que puedes hacer en tu tiempo libre, como un pasatiempo…”

Me sentí como de dieciséis, cuando salí del colegio y cargaba sobre mis hombros la terrible decisión de qué hacer con mi futuro. He dicho antes como llegué a estudiar derecho (profesión a la cual renuncié un año después de completarla) y en verdad no quiero cometer el mismo error. Sé que debo ser realista y emplear mi tiempo y dinero en algo que sea ‘productivo’ pero al mismo tiempo quiero hacer lo que me gusta y me hace feliz. Quizás esto sea otro de mis locos impulsos que me llevan a lanzarme por el camino equivocado; quizás deba tomar tiempo para pensar qué es lo que en verdad me conviene. No sé, tal vez deba estudiar algo más generalizado, que me ofrezca mas opciones para el futuro y escribir y estudiar la literatura cuando me sobre tiempo. De todos modos mi español ha sufrido mucho durante los cinco años que llevo en Nueva York; a veces pienso que debo estudiar volver al colegio a estudiarlo.

Tomar decisiones… una de mis más grandes debilidades.

viernes, 5 de enero de 2007

Mal comienzo

Podrías comenzar el año con alegría, con nuevos proyectos, metas o sueños, sin embargo, has comenzado el año en silencio, ahuyentando toda esperanza y sumergiéndote en oscuras aguas, buscando refugio en la callada tempestad de tu alma. No quieres pensar en el mañana porque te aterra. Le temes a la incertidumbre, al hoy que se te va de las manos, al tiempo que corre sin esperar por ti.

Te detienes y cierras los ojos mientras el mundo desaparece por un instante. Quisieras quedarte allí, en plena oscuridad donde el tiempo se detiene…

Sientes tu cuerpo recobrar la calma y respiras profundamente. Sólo entones te crees feliz.

miércoles, 3 de enero de 2007

Celebrando el año nuevo

(Con mis primas)

Ayer regresé de Orlando, Florida, donde celebré la llegada del año nuevo junto a mis primos. No tuve acceso al Internet por una semana y tampoco estaba al tanto de las noticias o de Nueva York. Me pasé los días con mi familia, entre conversaciones, comida y risas. Aprendí mucho sobre mis primos en este viaje. Aunque en el pasado he compartido mucho con ellos, nunca había tenido, al menos con algunos, conversaciones tan íntimas. A través de sus cuentos e historias personales me sentí más cerca de ellos, cómplices de sus secretos y anhelos. Hablamos sobre el amor, el matrimonio, la complejidad y satisfacciones de la vida. Me dejaron con mucho en qué pensar y por lo cual estar agradecida.

Mis primos también me dejaron con ganas de mudarme a Florida. Hace dos años, cuando los visité por primera vez, Orlando me parecía un lugar para ancianos y gente aburrida. Entonces no me veía a mi misma viviendo allí, donde para todo hay que ir en auto. Me gusta demasiado el caminar y sentir a la gente, ser parte de la rapidez y frialdad de la cuidad de Nueva York. Sin embargo, esta vez regresé con una perspectiva distinta de Florida; no me molestó su tranquilidad y calor, el viajar tanto en auto para visitar familiares o ir al supermercado, el caminar pausado y la paciencia de su gente. Quizás sea hora de dejar a esta cuidad que tanto amo y con la cual me identifico. No sé, tal vez todo se resuelva con un trabajo nuevo (primera meta para el 2007), un cambio menos radical. Veremos que sucede en los próximos meses o años. La vida de Nueva York, aún con todas sus cosas buenas, se hace más difícil cada día y me siento cansada de sus inviernos, sus trenes, sus espacios pequeños y la brevedad de sus días.

Entre otras cosas, la celebración del año nuevo estuvo muy divertida. Se disfrutó de la música y de un puerco asado que, después de mucho afanar, quedó riquísimo. Tuve una visita inesperada durante la fiesta, la cual me alegró muchísimo ya que lo extrañaba demasiado. Me he acostumbrado tanto a su presencia que al cabo de dos días se humedecían mis ojos con sólo pensar en él (¡qué dramática soy!).

En fin, tuve unos días de descanso luego de un ajetreado y largo 2006. Espero que todos hayan disfrutado de los días festivos y que el nuevo año sea de muchas bendiciones y paz.